David Torrens, romance con el público

MICHEL HERNÁNDEZ
michelher@granma.cip.cu

Difícil imaginar que aquel joven trovador que salió a la palestra en la década del 90 cantando sobre sentimientos ajenos, conflictos existenciales y amorosos, viviría con el paso del tiempo uno de los romances más prolongados con el público que defiende la vida inteligente dentro de la música, sin renunciar a mover el cuerpo ante la menor insinuación de canciones que también pueden ser programadas en las pistas de baile.

A diferencia de otros artistas, David Torrens encontró la piedra filosofal desde su debut discográfico. Fue con la publicación del CD Mi poquita fe (1998), álbum que dejó inaugurada oficialmente la "era torrens" en la canción cubana contemporánea y que, para muchos, ha sido uno de los fonogramas fundamentales de su carrera.

El toque personal y el ritmo contagioso de obras que esquivaron los golpes del tiempo como Sentimientos ajenos y Aunque siempre sin dinero, le dejaron el camino listo para ocupar un sitio de luz en la memoria musical de los partidarios de la trova y de sus ritmos adyacentes. Pero no se durmió en los laureles y centró su energía en construir poco a poco un repertorio lleno de textos que tienen los pies en Cuba, pero la mirada en el universo.

En su regreso a los escenarios Torrens no la tuvo fácil. Debió enfrentarse a una incesante lluvia que amenazó con caer sobre el público con la fuerza de los aguaceros de mayo, y necesitó acudir a todo lo que traía entre manos para conquistar a los espectadores reunidos el pasado fin de semana en el Pabellón Cuba, dado que no solo se encontraban en la instalación sus seguidores más fieles, sino también una buena parte de los visitantes a la jornada de apertura de Arte en la Rampa.

De ahí que su aparición sobre el tablado fue de la mejor forma en que él sabe hacerlo: recurrió a su habitual carisma y energía escénica para conectar con la mayoría de los asistentes y, mientras la lluvia iba cediendo, ofreció una síntesis de su historia musical en la que, por supuesto, no faltaron temas que han adquirido el status de imprescindibles dentro de su repertorio, como Quién me quiere a mí, Sentimientos ajenos y otros de reciente factura. Canciones que han permitido descubrir las inquietudes generacionales de este trovador y sus inclinaciones estéticas, esas que lo impulsaron a fusionar el caudal de ritmos cubanos con elementos del pop y el rock principalmente, mestizaje que ha aportado sólidos argumentos a la música del patio.

El cantautor no solo aprovechó el concierto para estrenar la banda sonora del verano, sino, además, para seguir dando a conocer la existencia de su tercer fonograma, Razones (Bis Music), ganador del premio Cubadisco 2010 en el apartado de fusión.

 

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