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Ecomateriales, ¿alternativa o solución?
FREDDY PÉREZ CABRERA
VILLA CLARA.— A pesar de los avances, la producción de materiales
de construcción a partir del desarrollo de las industrias locales,
aún no está a tono con las necesidades de la vivienda, ni con la
situación económica por la que atraviesa el país, la cual impone el
empleo cada vez más racional de los recursos.
El
taller de Santa Clara está muy lejos de alcanzar sus reales
posibilidades productivas.
Falta de exigencia, control e iniciativas a la hora de potenciar
uno de los programas más importantes que lleva adelante la
Revolución en materia constructiva, frenan su desarrollo en varios
lugares, de los cuales Villa Clara es un reflejo, no obstante ser
reconocido como el territorio de mejor trabajo en la nación.
Hasta hace muy poco, en los 34 talleres existentes en siete
provincias, solo se explotaban las capacidades instaladas entre un
12% y un 15% y, aunque en los últimos meses llegó al 30%, resulta
evidente cuán lejos estamos aún de comprender la importancia de este
proyecto, de cuya concreción dependerá, en gran medida, la solución
del problema de la vivienda en Cuba en los próximos años.
El reconocido especialista en el tema, el doctor en Ciencias,
Fernando Martirena, director del Centro de Investigación y
Desarrollo de Estructuras y Materiales (CIDEM), de la Universidad
Central Marta Abreu, de Las Villas, subraya cuánto se ha hecho en
los últimos años en este terreno, mas no niega lo ineludible de que
el camino sea más corto, tal como lo demanda la máxima dirección de
la Revolución, para lograr satisfacer gran parte de las necesidades
sociales.
"En el 2005 se producían cerca de 5 millones de ladrillos en
pequeños hornos operados por productores individuales, cifra
generada hoy solo por la provincia de Granma. Ya el pasado año
llegamos a crear 33 millones en iguales condiciones, los cuales
sirven para construir casi 8 000 viviendas. Municipios como Quemado
de Güines, en Villa Clara, que tenía en el 2002 un plan de cinco
viviendas anuales, en estos momentos produce materiales para
construir como promedio 10 casas cada mes.
"En mayo de este año se produjeron en Cuba 220 000 bloques por
esta vía, capaces de forjar las paredes de 220 viviendas. Además,
por cada unidad creada se ahorró a la nación casi un kilogramo de
cemento en relación con los consumos de las tecnologías
tradicionalmente usadas."
Otro indicador de eficiencia radica en la disminución, en un 85%,
de los costos de transportación a partir de la producción local de
áridos. No es lo mismo llevar una rastra de arena, bloques o
cualquier otro material de Santa Clara a Sagua la Grande, que
producirlo localmente, explica el director del CIDEM, centro
merecedor en el 2007 del Premio Mundial, auspiciado por la Sección
"Habitad" de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
No obstante, sobran las razones para estar insatisfechos, según
el avezado especialista. Una muestra es la poca producción de
cemento puzolánico, elaborado a base de una combinación de cal,
zeolita y cenizas provenientes de la industria azucarera, entre
otros insumos.
"Pudiéramos aportar mensualmente 140 toneladas de ese tipo de
material, el cual permite sustituir hasta un 40% del cemento
Portland y, sin embargo, no se hace porque resulta más fácil que el
Estado continúe suministrando todos los recursos."
"Villa Clara, por ejemplo, tiene ocho talleres con capacidad para
producir más de 140 toneladas de este tipo de cemento al mes y, a
pesar de poseer una de las mejores minas de zeolita del país y la
industria azucarera, no ha cumplido nunca las metas previstas, sin
que nada justifique tales irregularidades", advierte.
Muchas veces la producción de materiales en la red de talleres de
varias provincias se detiene por cualquier detalle, y para
demostrarlo argumenta que, de los 24 días laborables, solo se
trabaja un promedio entre cuatro y seis al mes, cifra que resulta
vergonzosa.
Nuevos
tiempos, nuevas mentalidades
La solución a los problemas asociados al aumento de los
materiales de construcción por vías alternativas pasa por romper
esquemas y crear una nueva mentalidad atemperada a la realidad
presente y futura del país.
Ante tal imperativo, en junio del 2009, la dirección del Gobierno
solicitó al CIDEM presentar su experiencia en el desarrollo de la
tecnología de producción local de materiales alternativos, idea
aprobada para ser extendida al resto del país, apareciendo así el
Grupo de Trabajo para la Producción Local de Materiales de la
Vivienda, presidido por el ministro de la Construcción, Fidel
Figueroa, del cual Martirena y su equipo forman parte.
"Lo más trascendente es que los municipios, acostumbrados a
cumplir el plan de la vivienda a partir de las entregas realizadas
por el Estado, lo cual generaba grandes gastos en transporte,
combustible y materiales de construcción, rompan ese esquema y
asuman mayor protagonismo en la tarea", refiere.
La propuesta es que, de manera local, cada territorio trate de
aprovechar sus potencialidades en la producción de áridos,
ladrillos, tejas, bloques, cemento, madera y todo aquello que esté a
su alcance, para lo cual se le facilitan las maquinarias necesarias
a fin de que puedan montar los talleres.
Decisivo es el desarrollo de la microminería porque cuesta más
transportar un metro cúbico de árido, a una distancia de 30
kilómetros, que producirlo de manera local, utilizando para ello las
piedras regadas en los campos que pueden ser trituradas en molinos
creados para tal fin, lo cual genera grava, gravilla y arena, afirma
el profesor.
La solución al problema de las cubiertas es otro tema previsto
por el CIDEM, a partir de la creación de techos semipesados que
incluyen viguetas, tabletas de hormigón y tejas de microconcreto,
iniciativa ahorradora de gran cantidad de acero y cemento y que
aporta soluciones duraderas, resistentes a huracanes.
Y SI ES TAN BUENO, ¿POR QUÉ TANTAS
TRABAS?
Un recorrido por varios centros productores de materiales de
construcción por vía alternativa, demostró las razones que asisten a
los especialistas para estar insatisfechos con lo alcanzado hasta la
fecha y cuán lejos estamos de las verdaderas potencialidades.
Manicaragua es el mejor ejemplo. el pasado mes cinco trabajadores
fabricaron 12 200 bloques con la única máquina disponible; sin
embargo, llevan dos semanas sin trabajar por carecer de cemento,
según la directora de la entidad Odalis Miranda, quien reconoció que
nunca han empleado zeolita de la cantera de San Juan de los Yeras
para producir material puzolánico, con lo cual hubieran optimizado
el cemento P 350 que recibieron en los primeros cinco meses del año.
Sagua, con capacidad para producir 14 ó 15 mil bloques, entregó
en mayo solo 9 000 por problemas organizativos y, el pasado año,
Encrucijada dejó de elaborar cerca de 33 000 tejas por la falta del
techo en uno de los locales donde se producen, sin que hasta la
fecha se avizore una solución al caso.
Santa Clara, sin duda el peor de todos, solo logra confeccionar
320 bloques diarios, de los cerca de 8 000 que pudieran entregar,
según reconoció su director, Aliet Martínez.
Allí cuentan con los materiales imprescindibles, aunque tampoco
emplean el cemento puzolánico. La principal limitación es el techo
de un local adjunto donde pudiera ampliarse la producción, aún sin
solución a pesar de los reclamos del joven director y de su
colectivo.
Las constantes afectaciones por falta de fluido eléctrico también
han hecho mella en la manufactura, así como las pésimas condiciones
en que desarrollan su labor, lo que ha obligado a acortar la jornada
laboral hasta poco más allá de las 10:30 a.m. De acondicionarse
otras naves, la producción pudiera triplicarse en bien de las
familias santaclareñas que tanto necesitan de esos recursos.
Son algunos ejemplos que demuestran que dilatar la solución de un
problema sencillo, puede conspirar también contra la buena intención
de muchos. |