La localidad chihuahua, vecina de la estadounidense El Paso,
inunda a diario las noticias con su imparable ola de asesinatos y
secuestros, que dejó en el 2009 cerca de 2 700 muertos y en lo que
va del 2010 se ha anotado más de 1 086, para un promedio no menos
escalofriante de siete víctimas diarias. Mientras, el narcotráfico
mueve al año de 20 a 35 000 millones de dólares en todo México.
Juárez, una ciudad con una población de 1,3 millones de
habitantes, figura por segundo año consecutivo como la más violenta
del mundo, "gracias" a los continuos enfrentamientos entre los
cárteles locales, y de estos con las fuerzas policiales, que hasta
ahora no han logrado detener los episodios de asaltos, agresiones y
homicidios, que se suceden sin descanso por sus cuatro costados.
Allí han intentado casi todo. Apelando incluso a las fuerzas
armadas. Y todo parece indicar que los traficantes de drogas se han
tragado el empuje de soldados y agentes del orden.
Por si no bastara, los cárteles se están disputando a punta de
pistola Tijuana, Oaxaca, Veracruz, Tamaulipas, y hasta en las calles
del Distrito Federal está comenzando a crecer la nómina de
cadáveres.
Ante la expansión de la violencia, la economía local se ha visto
todavía más resentida. Hasta el momento permanecen detenidos 140
millones de dólares en proyectos de expansión y atracción de nuevos
negocios. Los empresarios temen a las balas, al descalabro, y a los
asaltos diarios en esta ciudad prácticamente ingobernable.
La situación de inseguridad ha llegado a provocar durante los
últimos dos años el cierre de por lo menos 10 000 comercios, la
pérdida de un número indeterminado de empleos, y un incremento del
500% en el costo de operación de las empresas, que se han visto
obligadas a invertir más en sistemas privados de protección.
Pero en este asunto queda todavía mucha tela por donde cortar.
Según fuentes estatales, nueve de cada diez armas en manos de las
bandas de narcotraficantes provienen de Estados Unidos, que
constituye además el mayor consumidor de drogas del mundo.
Recientemente, el ministro del Interior mexicano, Fernando Gómez
Mont, alertó sobre la necesidad de que la Casa Blanca asuma "ya la
factura de que es su dinero, el de su mercado de consumo, el que
fomenta e incentiva la acción de la violencia" en territorio
chihuahua.
El funcionario hizo estas afirmaciones tras rechazar la propuesta
del ex presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, de organizar un
operativo similar al Plan Colombia, que incluye la intervención en
suelo mexicano de militares estadounidenses para luchar contra el
narcotráfico. La misma estrategia de siempre.
Al respecto, Gómez Mont refirió que si bien el país requiere de
solidaridad y apoyo internacional, lo que más se necesita en estos
momentos es que los estadounidenses asuman a conciencia su
responsabilidad en esta lucha.
Días después el presidente Barack Obama aceptó públicamente la
implicación de Washington en la crisis de seguridad que vive Ciudad
Juárez, y añadió que su gobierno está "reforzando" las acciones para
atacar el tráfico ilegal de armas y de dinero en efectivo hacia
México, elementos que afianzan el poder de los grupos criminales.
Pero hasta ahora Ciudad Juárez sigue viviendo días grises. Las
palabras no detienen la violencia y la urbe necesita acción. Nadie
puede quedarse cruzado de brazos. La realidad de la localidad
chihuahua es una bomba de tiempo. Y quién sabe lo que vendrá después