Variedades… ¿perdidas?
Aunque la empresa Cadena Cubana del Pan exige la venta en sus
panaderías de cinco tipos de ofertas como mínimo, la mayoría de los
establecimientos lo incumplen
YUDY CASTRO MORALES
Los establecimientos que elaboran el pan normado y de consumo
social no pueden ofrecer disímiles surtidos. Los altos volúmenes
generados a diario lo impiden. En cambio, las 347 panaderías
pertenecientes a la Cadena Cubana del Pan tienen la obligación de
diversificar las entregas, sobre todo porque poseen las condiciones
necesarias y los recursos.
Mientras
que en la panadería de 23 y 12 encontramos siete surtidos, en Zapata
y 4 se ofertaba solo uno.
Y aunque su incumplimiento es una constante, las regulaciones
exigen la presencia en el mostrador de cinco especialidades como
mínimo.
De acuerdo con las cartas técnicas, la empresa, subordinada al
Ministerio de la Industria Alimentaria y cuyas dependencias se
encuentran diseminadas en todo el país, puede hacer pan de corteza
dura de 400 y 200 gramos; suave de 200, 100 y 50 gramos; integral,
galletas, palitroques, así como el de bocaditos de 25 y 15 gramos y
merienda escolar. Además está contemplado el pan de frutas, pasas y
saborizado (ajo o cebolla). Ante el déficit de insumos, estos
últimos se elaboraban en días señalados y actualmente no se
producen.
Sin
embargo, no hay justificación alguna para que el resto de las
modalidades escasee con frecuencia, asegura Gloria Rodríguez,
directora general de la Cadena Cubana del Pan, pues el abasto de
materias primas se mantiene estable y tenemos personal calificado.
Durante las inspecciones, la existencia de al menos cinco ofertas
es un aspecto de análisis, pero no prioritario, reconoce Gloria.
"Nos centramos en la calidad".
Si el estado óptimo de los productos constituye un parámetro
inviolable, igual deben serlo todas las disposiciones, cuyo
cumplimiento tiene que controlarse con mayor rigurosidad. Si no, los
administradores continuarán transgrediendo las reglas y la población
seguirá carente de opciones.
LA EXCEPCIÓN O LA REGLA
La tablilla de la panadería 23 y 12, en el Vedado, mostraba siete
surtidos. "La fórmula no radica en la capacidad tecnológica ni en el
suministro de recursos especiales, pues estos componentes son
similares para los 48 establecimientos de la capital, la clave está
en la exigencia, planificación y en la destreza del maestro
panadero", asegura Juan Carlos Calderón, el administrador.
En función de la demanda y las ventas, determino cual producción
desarrollar —comenta—, mientras explica su procedimiento para evitar
"baches" de cantidad y variedad.
De
la destreza y creatividad del maestro panadero pende también la
diversificación de las producciones.
El pan suave de 200 y 50 gramos tratamos de mantenerlo en los
horarios de la mañana y la tarde porque es muy pedido, agrega.
Asimismo, en el de corteza dura intercalamos varias figuras
(cangrejito, nudo, torcido), conservando el mismo gramaje, aporta.
Durante los meses de verano el consumo, paradójicamente,
disminuye —sentencia Calderón— y es más factible realizar
variedades. "Cuando la demanda es muy alta optamos por panes de
fácil cocción, aunque eso no justifica la falta de especialidades.
Con una buena organización y la habilidad del maestro no surgen
incongruencias".
Bien distante de tal práctica andaba la unidad del Casino (Cerro)
en el momento de nuestra visita. Esta entidad forma parte de las 23
panaderías de Ciudad de La Habana que, a las cinco de la tarde
aproximadamente, detienen su ciclo productivo con destino a los
clientes, para comenzar la elaboración de la merienda escolar. Esa
fue la excusa esgrimida cuando preguntamos por la existencia de solo
dos modalidades. Y aunque el recorrido sucedió pasadas las cuatro,
tampoco estaba el administrador para darnos otra respuesta.
Entretanto el colectivo de 80 y 21, en el municipio de Playa, con
idéntico compromiso, mostraban minutos antes seis surtidos. Claro,
allí estaban Juan Robaina, responsable del lugar y Alexis Hernández,
un maestro panadero que encuentra en el amor a su oficio y en las
ganas de trabajar, la mezcla perfecta para hacer buen pan.
Otros, como Dayamí Quiñones, a cargo de la entidad de Zapata y 4,
achacan al gusto de los clientes la presencia en el mostrador de una
única oferta. Es correcto respetar la preferencia de determinados
sectores. ¿Pero no sería respetuoso darle la posibilidad de elegir y
ampliar sus hábitos, mediante una cultura de consumo?
Y si el interés, en verdad, es complacer a los usuarios, ¿por qué
no compensan el deseo de estos, cuando andan ávidos de galletas o
palitroques y no los encuentran?
Hacer esas variedades, nos impediría cumplir el plan de ventas,
dice Juan Carlos Calderón; a juicio de Gloria Rodríguez, el tiempo
requerido para su producción retrasa en demasía la comercialización.
Tal vez, los directivos, a diferencia de la población, conciben
dichas razones en extremo lógicas y convincentes, pero alguna
alternativa debe surgir para saciar la demanda insatisfecha.
Mantener vacíos los mostradores no es la solución, y que se haga en
nombre de los planes o del comercio rápido, es un absurdo total.
LOS PUNTOS SOBRE LAS ÍES
Entre los tantos factores que lastran la diversificación de las
entregas, están la motivación y capacitación de los maestros
panaderos, dijo Karen Gorostiaga, jefa del departamento técnico de
la Cadena del Pan en Ciudad de La Habana.
Hacer pan es un arte, y no bastan las buenas intenciones para que
una variedad inspire la compra y no la crítica. Según Karen, en
unidades como J y 9, en el Vedado, por ejemplo, tienen amplio
dominio de su oficio, cuentan con obreros fundadores e interesados
en obrar bien. Lamentablemente, no abundan en todas las panaderías
operarios así.
Al desaparecer la escuela de panaderos — rememora— se perdió la
disciplina en la formación de los trabajadores. En ocasiones, se han
efectuado talleres de corte para dotar a los más jóvenes de las
habilidades técnicas necesarias, con el fin de renovar las
estructuras y las formas convencionales, no obstante, carecemos de
un programa de instrucción sistemática.
Rescatar el oficio del maestro panadero, unido a la exigencia e
idoneidad de los administradores, sin descuidar el control estatal,
traería de vuelta a las variedades. |