Armando Hart Dávalos

Un joven combatiente de 80 años

GUSTAVO ROBREÑO DOLZ

En su medular trabajo Principios fundacionales de la Revolución Cubana, que recién ha publicado la revista HONDA y cuya lectura recomendamos, Armando Hart Dávalos comienza expresando: "Formo parte de una generación que irrumpió en la vida política de nuestro país a fines de la década del 40 y comienzos de la del 50 del pasado siglo y poseemos, por tanto, la experiencia de haber participado intensamente, junto a Fidel, en las luchas de nuestro pueblo en la segunda mitad del siglo XX y en estos albores del XXI. Hemos acumulado un caudal de conocimientos y experiencias que debemos y queremos transmitir a los que van asumiendo responsabilidades crecientes en la política actual de nuestro país y desarrollarán sus actividades en este terreno hasta bien entrado el presente siglo".

En la Sierra Maestra en 1957, junto a Fidel, Celia y Raúl.

Quien así se manifiesta, llega este 13 de junio a la edad de 80 años sosteniendo una militancia revolucionaria activa y creadora, impulsando lo que él mismo ha calificado como "diálogo de generaciones, imprescindible y apremiante".

Desde 1953 forma parte de la Generación del Centenario que el 26 de Julio nació entre los muros del Moncada, en acción heroica y generosa; procede de las filas del movimiento estudiantil donde ya había sido un dirigente destacado y recién graduado, —con sólo 23 años de edad—, pasó a los primeros planos de la actualidad nacional cuando ejerció la defensa ante los tribunales de la tiranía del profesor universitario Rafael García Bárcena, encarcelado con motivo de los sucesos conocidos como Conspiración del Domingo de Resurrección, —el 5 de abril de 1953—, donde desarrolló la audaz tesis del derecho a la resistencia y la insurrección, tal como aparecía recogido en la Constitución del 40, derogada entonces por el cuartelazo del 10 de Marzo.

Con posterioridad a estos hechos, un nutrido grupo procedente del MNR del profesor Bárcena, se incorporó al Movimiento encabezado por Fidel Castro, recién salido de la prisión, entre ellos, Faustino Pérez y Armando Hart, quienes luego formaron parte de su Dirección Nacional, creada el 12 de junio de 1955 en la histórica reunión de la calle Factoría.

Desde entonces, la actividad revolucionaria clandestina de Hart fue incesante, múltiple y arriesgada y puede asegurarse que salvó la vida milagrosamente en las más difíciles circunstancias; conoció el Vivac, la cárcel del Príncipe y el presidio de la Isla de Pinos, incluida una espectacular fuga de la Audiencia de La Habana. Siendo coordinador nacional del Movimiento 26 de Julio fue capturado por última vez al bajar de la Sierra Maestra y permaneció en el presidio de la actual Isla de la Juventud hasta el triunfo revolucionario del 1ro. de enero de 1959.

Foto: Raúl Corrales Siendo Ministro de Educación, al recibir la Ciudad Escolar 26 de Julio, en el hasta entonces Cuartel Moncada.

Allí encabezó la comisión de presos políticos del 26 de julio que orientaba y organizaba a los más de cuatrocientos miembros del Movimiento encarcelados en esa prisión y desarrolló —como ha sido habitual en su acción política—, un amplio trabajo de unidad con los ex militares y representantes de otras organizaciones.

Santiago de Cuba fue también escenario de cruciales acontecimientos en su vida combatiente. Aunque nació en La Habana y creció en Matanzas, se considera igualmente santiaguero de raíz, pues en esa ciudad heroica acompañó a Frank País en el levantamiento armado del 30 de noviembre de 1956, donde junto a Haydée Santamaría representó a la Dirección Nacional del Movimiento, vinculándose estrechamente a los combatientes santiagueros y de otras regiones orientales, a Celia, a Vilma, a Daniel, a Asela¼ En Santiago surgió, como parte de esta labor, el Movimiento de Resistencia Cívica que, extendido nacionalmente, iba a desempeñar tan crucial papel como novedosa forma de organización y actividad revolucionaria y tuvo a Hart entre sus principales inspiradores.

El triunfo de la Revolución lo llevó a importantes responsabilidades en el Partido y el Gobierno desde los momentos iniciales, comenzando por el Ministerio de Educación, donde dirigió las importantes transformaciones que la Revolución llevó a cabo en esa etapa dentro del sector educativo, recordándose siempre la Campaña Nacional de Alfabetización del año 1961, materializando las ideas de Fidel desde La Historia me Absolverá.

Integró la Dirección Nacional de las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI) y el Partido Unido de la Revolución Socialista (PURS); secretario de organización del Partido, miembro del Buró Político Partido Comunista y su primer secretario en la antigua provincia de Oriente; fue miembro del Consejo de Estado, ha sido y es diputado a la Asamblea Nacional durante sucesivas legislaturas.

Al crearse, en 1976, el Ministerio de Cultura, la dirección de la Revolución lo designó Ministro de ese organismo, que debía estructurar a las instituciones culturales y llevar adelante la política cultural del país, las relaciones con los creadores y la proyección de Cuba hacia el exterior en las diversas manifestaciones de la cultura.

Veinte años transcurridos al frente del Ministerio dejaron profunda huella e introdujeron variantes institucionales que, en cumplimiento de la política cultural de la Revolución, tuvieron lugar en esa etapa, quedando recogidos en diversos artículos, entrevistas y análisis que constituyen hoy material de necesaria consulta. En 1977, impulsa desde allí la creación del Centro de Estudios Martianos, que tiene ya más de 30 años de fecunda labor.

Martiano desde muy temprana edad y fidelista desde muy temprana juventud, así lo describe Hart cuando dice que, en Cuba, "desde el comienzo y en su recorrido posterior, las ideas socialistas exaltaron siempre la tradición del siglo XIX, cuya más alta expresión está en José Martí. De esta forma el pensamiento socialista se enriqueció y pudo incorporar las esencias de las ideas de los fundadores de la nación cubana".

La Sociedad Cultural José Martí, desde 1995, y la Oficina del Programa Martiano establecida por Decreto-Ley del Consejo de Estado el año posterior, forman hoy, junto al Centro de Estudios Martianos, la trinchera de ideas desde donde este joven combatiente de 80 años ejerce con la dedicación y entusiasmo que le han caracterizado, la prédica incesante del legado martiano, teniendo como brújula inalterable a Fidel, a Raúl y a nuestro Partido y enarbolando el principio leninista de que "sin teoría de la Revolución, no hay movimiento revolucionario".

No pueden concluir estas líneas sin el recuerdo de los predecesores, de la familia Hart-Dávalos —que fue fecunda cuna de una descendencia de esta estirpe—, del sólido tronco que fueron Enrique Hart Ramírez y Marina Serafina Dávalos y del mártir inolvidable de la Revolución, Enrique Hart Dávalos, luchador incesante, combatiente audaz y hombre de pensamiento social avanzado, que es ejemplo para nuestra clase trabajadora.

Sin ellos no estaría completo este reconocimiento y este homenaje.

 

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