Quien así se manifiesta, llega este 13 de junio a la edad de 80
años sosteniendo una militancia revolucionaria activa y creadora,
impulsando lo que él mismo ha calificado como "diálogo de
generaciones, imprescindible y apremiante".
Desde 1953 forma parte de la Generación del Centenario que el 26
de Julio nació entre los muros del Moncada, en acción heroica y
generosa; procede de las filas del movimiento estudiantil donde ya
había sido un dirigente destacado y recién graduado, —con sólo 23
años de edad—, pasó a los primeros planos de la actualidad nacional
cuando ejerció la defensa ante los tribunales de la tiranía del
profesor universitario Rafael García Bárcena, encarcelado con motivo
de los sucesos conocidos como Conspiración del Domingo de
Resurrección, —el 5 de abril de 1953—, donde desarrolló la audaz
tesis del derecho a la resistencia y la insurrección, tal como
aparecía recogido en la Constitución del 40, derogada entonces por
el cuartelazo del 10 de Marzo.
Con posterioridad a estos hechos, un nutrido grupo procedente del
MNR del profesor Bárcena, se incorporó al Movimiento encabezado por
Fidel Castro, recién salido de la prisión, entre ellos, Faustino
Pérez y Armando Hart, quienes luego formaron parte de su Dirección
Nacional, creada el 12 de junio de 1955 en la histórica reunión de
la calle Factoría.
Desde entonces, la actividad revolucionaria clandestina de Hart
fue incesante, múltiple y arriesgada y puede asegurarse que salvó la
vida milagrosamente en las más difíciles circunstancias; conoció el
Vivac, la cárcel del Príncipe y el presidio de la Isla de Pinos,
incluida una espectacular fuga de la Audiencia de La Habana. Siendo
coordinador nacional del Movimiento 26 de Julio fue capturado por
última vez al bajar de la Sierra Maestra y permaneció en el presidio
de la actual Isla de la Juventud hasta el triunfo revolucionario del
1ro. de enero de 1959.
Allí encabezó la comisión de presos políticos del 26 de julio que
orientaba y organizaba a los más de cuatrocientos miembros del
Movimiento encarcelados en esa prisión y desarrolló —como ha sido
habitual en su acción política—, un amplio trabajo de unidad con los
ex militares y representantes de otras organizaciones.
Santiago de Cuba fue también escenario de cruciales
acontecimientos en su vida combatiente. Aunque nació en La Habana y
creció en Matanzas, se considera igualmente santiaguero de raíz,
pues en esa ciudad heroica acompañó a Frank País en el levantamiento
armado del 30 de noviembre de 1956, donde junto a Haydée Santamaría
representó a la Dirección Nacional del Movimiento, vinculándose
estrechamente a los combatientes santiagueros y de otras regiones
orientales, a Celia, a Vilma, a Daniel, a Asela¼
En Santiago surgió, como parte de esta labor, el Movimiento de
Resistencia Cívica que, extendido nacionalmente, iba a desempeñar
tan crucial papel como novedosa forma de organización y actividad
revolucionaria y tuvo a Hart entre sus principales inspiradores.
El triunfo de la Revolución lo llevó a importantes
responsabilidades en el Partido y el Gobierno desde los momentos
iniciales, comenzando por el Ministerio de Educación, donde dirigió
las importantes transformaciones que la Revolución llevó a cabo en
esa etapa dentro del sector educativo, recordándose siempre la
Campaña Nacional de Alfabetización del año 1961, materializando las
ideas de Fidel desde La Historia me Absolverá.
Integró la Dirección Nacional de las Organizaciones
Revolucionarias Integradas (ORI) y el Partido Unido de la Revolución
Socialista (PURS); secretario de organización del Partido, miembro
del Buró Político Partido Comunista y su primer secretario en la
antigua provincia de Oriente; fue miembro del Consejo de Estado, ha
sido y es diputado a la Asamblea Nacional durante sucesivas
legislaturas.
Al crearse, en 1976, el Ministerio de Cultura, la dirección de la
Revolución lo designó Ministro de ese organismo, que debía
estructurar a las instituciones culturales y llevar adelante la
política cultural del país, las relaciones con los creadores y la
proyección de Cuba hacia el exterior en las diversas manifestaciones
de la cultura.
Veinte años transcurridos al frente del Ministerio dejaron
profunda huella e introdujeron variantes institucionales que, en
cumplimiento de la política cultural de la Revolución, tuvieron
lugar en esa etapa, quedando recogidos en diversos artículos,
entrevistas y análisis que constituyen hoy material de necesaria
consulta. En 1977, impulsa desde allí la creación del Centro de
Estudios Martianos, que tiene ya más de 30 años de fecunda labor.
Martiano desde muy temprana edad y fidelista desde muy temprana
juventud, así lo describe Hart cuando dice que, en Cuba, "desde el
comienzo y en su recorrido posterior, las ideas socialistas
exaltaron siempre la tradición del siglo XIX, cuya más alta
expresión está en José Martí. De esta forma el pensamiento
socialista se enriqueció y pudo incorporar las esencias de las ideas
de los fundadores de la nación cubana".
La Sociedad Cultural José Martí, desde 1995, y la Oficina del
Programa Martiano establecida por Decreto-Ley del Consejo de Estado
el año posterior, forman hoy, junto al Centro de Estudios Martianos,
la trinchera de ideas desde donde este joven combatiente de 80 años
ejerce con la dedicación y entusiasmo que le han caracterizado, la
prédica incesante del legado martiano, teniendo como brújula
inalterable a Fidel, a Raúl y a nuestro Partido y enarbolando el
principio leninista de que "sin teoría de la Revolución, no hay
movimiento revolucionario".
No pueden concluir estas líneas sin el recuerdo de los
predecesores, de la familia Hart-Dávalos —que fue fecunda cuna de
una descendencia de esta estirpe—, del sólido tronco que fueron
Enrique Hart Ramírez y Marina Serafina Dávalos y del mártir
inolvidable de la Revolución, Enrique Hart Dávalos, luchador
incesante, combatiente audaz y hombre de pensamiento social
avanzado, que es ejemplo para nuestra clase trabajadora.
Sin ellos no estaría completo este reconocimiento y este
homenaje.