Ansiedad, respiración cortada, adrenalina in extremis, todo movido
por el apasionante mundo del fútbol en su décimonovena edición de
Copas Mundiales de la FIFA. Hoy la fiebre futbolera invadirá
millones de corazones en los más recónditos rincones del planeta y
como cada cuatro años, durante un mes, el balompié estará
omnipresente en cada contexto de la vida cotidiana.
Cuba no será la
excepción. Al igual que en otras tantas ediciones nuestros barrios
se convertirán en verdaderos estadios, máxime cuando el esfuerzo del
país llevará a cada casa todas las emociones de los 64 partidos del
Mundial de Sudáfrica.
Y no serán pocos los que sobre las 4:30 de cada tarde, inyectados
por el sabor del último partido de la jornada, saldrán a dar sus
toques, hacer sus combinaciones y echar a andar su magia
futbolística, algo que debemos saber encauzar, tanto por las
autoridades deportivas como las del gobierno de cada localidad. No
buscando los resortes para una medalla, sino el trofeo más preciado
que debe exhibir el INDER: la recreación sana de nuestro pueblo.
Si cada instalación deportiva mantiene sus puertas abiertas para
acoger el ímpetu de nuestra juventud todos los días de la semana,
incluyendo sábados y domingos; si cada profesor de deportes y
educación física se ponen a disposición de guiar esa masiva demanda
de la población; si somos capaces de tener un balón donde un grupo
espera para jugar, entonces en cada gol de un niño, adolescente,
joven y adulto, estaría coronado el esfuerzo de la dirección del
país de tener en vivo más mundial que cualquier potencia
futbolística del mundo.
Hoy en la lejana Sudáfrica se dio el silbatazo inicial y con él
también Cuba comenzó a gritar GOOOL.