Poesía en ciudad grande

Madeleine Sautié Rodríguez

Amor de ciudad grande se nombra la nueva tertulia poética que, auspiciada por el Centro Provincial del Libro y la Literatura de Ciudad de La Habana, recién se acaba de crear en la librería El Ateneo, ubicada en Línea y 10 en el Vedado, para celebrarse siempre un viernes de cada mes.

"Hay muchos espacios en la capital para la poesía —expresó a Granma el poeta invitado Alex Fleites—, pero no son suficientes. Para el poeta resultan muy gratificantes porque el trabajo literario es muy solitario y estos encuentros propician el contacto con los lectores más allá del libro, una especie de retroalimentación. Debe haber muchos, pero todos distintos."

La velada arrancó con la grabación de la voz y texto del Premio Cervantes argentino, Juan Gelman, a quien mucho admira el homenajeado y que celebra este año su 80 cumpleaños. También Roque Dalton fue recordado a 35 años de su muerte al escuchar la lectura que hiciera Mario Benedetti de un poema suyo dedicado al poeta salvadoreño.

Fleites, quien prefiere entre los grandes poemas por el enriquecimiento que le ha legado, el soneto de Machado A un olmo seco, fue presentado por Alpidio Alonso, director de la revista de poesía Amnios, de la que aquel es asesor. "Antólogo, tallerista, conferencista, jurado, con nueve títulos publicados, vinculado a la plástica y al cine; fundador de la editorial Extramuros, Premio UNEAC Julián del Casal... " Estas son solo algunas de las facetas que conforman al poeta, pero no es hasta que se devela a sí mismo, al dar lectura a varios de sus poemas, que descubre el auditorio su verdadera naturaleza.

Cierto es que abren misterios los versos de este bardo para el que leer a Guillén lo condujo por el camino donde halló su propia voz. En los poemas inéditos que regaló a los invitados —Invención de Mexi, La casa de La Limpia, Otra vuelta de reloj, La asesina y Vidas paralelas, entre otros—, asomó la preocupación por el futuro de los hijos, la muerte, la añoranza, la inspiración personal... todos acogidos por un público que aplaudió, seducido, mensajes y emociones.

De las pequeñas lecciones fue el texto que le puso fin a la lluvia de versos que no parecía acabar, lluvia fecunda y necesaria, para que en estos "tiempos de gorja y rapidez" sigan creándose espacios para ir al encuentro de la poesía, esa madre protectora que nos arropa a todos por igual cuando la escuchamos.

 

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