Bajo la manga del saco

Un tunero “saca maravillas” sin renunciar a su oficio como operador de grupos electrógenos

Pastor Batista Valdés

LAS TUNAS.— Si varias décadas atrás alguien hubiera dicho que las manos de aquel niño convertirían en escultura diversos rostros y figuras, probablemente familiares y amigos habrían sonreído con incredulidad.

Foto del autorPerro, gorra, guitarra, campesino… todo “bajo la manga de un saco”, gracias al talento de este hombre.

"Porque yo nunca fui a escuelas de arte ni a cursos de pintura, dibujo o escultura" —explica Arnaldo Martínez Pupo, operador de grupos electrógenos en Las Tunas.

"Todo comenzó hace aproximadamente cuatro años, cuando de repente sentí necesidad de hacer obras o piezas. Entonces se me ocurrió usar hebras de saco de yute. Para endurecerlas y modelarlas mejor decidí embarrarlas en una mezcla de poliespuma con gasolina. Lo demás ha sido asunto de mi imaginación y de mis manos.

"Por lo general parto de una idea que tengo en mi cabeza; a veces la dibujo en un papel y luego empiezo a armar la figura, a darle la forma que yo quiero. Es un modelado en hilo de saco. No lo aprendí de nadie; probé y me ha dado buen resultado.

"Muchas personas imaginan que la pieza es maciza por dentro, y no ocurre así: es hueca. La estructura y la consistencia se la da el propio hilo endurecido por el pegamento cuando se seca. Recuerdo que mi primer trabajo fue un cuadro con La casita de José Martí. Lo tengo guardado. No lo doy por nada en el mundo."

Luego de cumplir sus deberes laborales en el grupo electrógeno, Arnaldo suele llenar tiempo libre a horas llenas entre sacos, hebras, trozos de poliespuma, pegamento casero, musas y proyectos.

Tal manía lo ha convertido en autor de numerosas piezas (más de una veintena) entre las que destacan la Casa de Birán, un campesino tocando guitarra, los rostros de Fidel, Celia, Camilo, el Che y otras prominentes personalidades de la historia y de la cultura nacional.

"Esos tonos en las cosas que modelo —enfatiza— no son a partir de barniz u otra pintura similar; utilizo cloro para dar tratamiento y dejar los hilos de un color más claro o más oscuro."

Sencillo, como el guajiro que sus manos reprodujeron, este aficionado al arte ha dejado constancia de su talento natural en varios espacios de la ciudad e incluso más allá: en la Oficina donde labora Eusebio Leal, hasta donde llegó, según afirma Arnaldo, una criolla gorra sacada también "de la manga de un saco de yute."

Lo que pareciera un dilema para obrar: la materia prima, no lo ha sido hasta hoy gracias al aporte de amigos, vecinos y familiares. Comentarios en torno a la reanimación del henequén también alegran a este tunero que, no obstante, ha experimentado ya con otras fibras, convencido de que siempre habrá un modo para que sus dedos le den envoltura y forma material a lo que artísticamente concibe su pensamiento.

 

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