Yusniel al bate El
tomate empalado no es novedad, pero a este joven campesino le ofrece
la oportunidad de aprovechar mejor la poca área que explota
Germán Veloz
Placencia
Aunque vive en El Recreo, Yusniel Santos García apenas tiene
tiempo para descansar. La prioridad que otorga a los cultivos
constantemente le hace emprender desafíos como la siembra de tomate
por el método empalado, toda una sensación entre vecinos y
agrónomos, debido a los más de ocho meses de vida de las plantas y a
su producción continua por más de seis.
Yusniel
experimenta constantemente.
Como trabaja en las dos hectáreas registradas a nombre del padre
—quien en acertado símil beisbolero afirma que le dio el bate al
hijo porque se desenvuelve bien en el terreno— decidió probar con la
forma de siembra que muchas veces vio en las casas de cultivo de La
Jíquima, una entidad agrícola estatal.
"La diferencia —expresa— es que mi tomate no está protegido, ni
tiene estructuras industriales para sostener las plantas. Los palos
o estacas los busqué en áreas boscosas de la zona, y las cuerdas
salieron de neumáticos viejos, deshilados con cuidado."
En cuanto a la longevidad de estas matas que han dado casi 1 000
quintales, no descarta la influencia benigna de un invierno más
largo que en años anteriores, pero cree que se debe, en primer
lugar, a la alta concentración de humus de lombriz. "Seguí los
consejos de un especialista: si quieres que la siembra dure, tenga
altos rendimientos y adecuada coloración de los frutos, busca
materia orgánica de calidad y trata de no emplear fertilizantes
químicos".
También mantuvo la atención sobre el deshije y el deshoje, de
manera que se hicieron en el momento preciso. Otros pasos
importantes fueron cumplir los ciclos de riego y llevar cada mata a
la altura adecuada para reducir en todo lo posible el contacto de
los tomates con la tierra, lo cual le evita daños.
La semilla de la variedad HA-3019 la obtuvo de primera
generación, al extraerla de una cantidad limitada de tomate
adquirido en una casa de cultivo protegido. Pero no fue un acto
instintivo: estudió cada detalle y calculó que degeneraría un 25%,
es decir, estaba al corriente sobre la disminución del tamaño de los
frutos.
Es obvio: experimentar no significa improvisación.
FÓRMULA FAMILIAR
Al preguntarle sobre su aspiración más inmediata, responde
presuroso que desea ser beneficiado con el Decreto 259, o sea,
obtener tierras ociosas para hacerlas producir.
Sobre todo, garantizaría con menos sobresaltos ajo, cebolla, ají,
orégano, perejil, apio, culantro y bija. "Son plantas para aderezar
que ahora cultivo en un área cercana a la casa, así como en parcelas
de familiares y amigos. La tierra la roto constantemente para
aprovecharla al máximo", explica.
Dicho de otra manera: con ello conseguiría la materia prima para
la mini-industria en la cual prepara, a partir de una fórmula
familiar, el Condimento Integral, un sazonador que comienza a
desplazar a similares importados.
El producto le ha permitido ahorrar divisas a un grupo de
entidades de la Construcción, Salud, Educación, Gastronomía y
Ministerio del Interior. Cuando allí usaban los condimentos "de
afuera", las normas establecían 10 gramos de los mismos por
consumidor. Sin embargo, con el de Yusniel, un concentrado de
cubanísimo sabor, bastan dos.
Al evaluar las ventajas de la producción sostenida de este
condimento, el Consejo de Administración Provincial lo ha incluido
en la lista de los proyectos en marcha con el fin de incrementar la
producción local de alimentos, y de reducir la erogación de divisas
por concepto de compras en el exterior.
De materializarse la idea, habría una especie de expansión de la
mini-industria. Por supuesto, Yusniel recibiría más tierra. "No
importa que tenga que limpiarlas de marabú, ni de otras malezas. No
lo dude, en poco tiempo estarían listas para sembrar", asegura.
Alexis, el padre, armoniza con esa idea. Y la resume en su estilo
beisbolero: "Al muchacho no se le cae la bola fácilmente." |