Cojímar, el novelista y el mar

MADELEINE SAUTIÉ RODRÍGUEZ

Un emotivo homenaje al notable novelista, al poblado y a su gente significó la expo-instalación Hemingway, Cojímar y sus pescadores, inaugurada allí donde nació la relación más profunda del escritor con los cojimeros, y que exhibió como sus más preciadas prendas las instantáneas de familia donde él aparece, los recuerdos más queridos e íntimos de muchos de los trabajadores de la base, las obras de los niños Rachel Frómeta Izquierdo, Yoel López Bernal y Yan Carlos Estrada Carballeira, premiadas en el concurso al que convoca el propio museo de Finca Vigía, y un fragmento del espejo de popa del yate Pilar.

Foto: Yander ZamoraLa hija y la nieta de Gregorio Fuentes contemplan la exposición conmemorativa.

Ese fue el punto de partida de la anunciada conmemoración de los cincuenta años del encuentro del Comandante en Jefe Fidel Castro y el Premio Nobel norteamericano en los albores del triunfo revolucionario.

Aconteció en la Base de Pesca Deportiva de Cojímar, que coincidentemente cumple también cinco décadas, y cuyo nombre, propuesto por el propio Fidel, es el del insigne autor de El viejo y el mar, quien tan entrañable relación hubo de tener con ese ribereño pueblo y del que se sintió un hijo más.

"A Heminway, de Cojímar y Finca Vigía" rezaba el mensaje que, adherido a una hermosa ofrenda floral, colocara en el Monumento erigido al autor de ¿Por quién doblan las campanas? América Fuentes, hija del capitán Gregorio Fuentes, patrón del yate Pilar, en compañía del público que, resuelto, se sumó a una tarde de honores.

Se dirigió después, como esparciendo el homenaje, hacia La Terraza, emblemática fonda cuyo origen se remonta al 20 de mayo de 1925. En ese lugar, visitado por celebridades como Lola Flores, Jorge Negrete, Hugo del Carril y Libertad Lamarque, y frecuentado por el narrador norteamericano, tuvo su espacio, para celebrar los 85 años de ese establecimiento, otra exposición en la que los artistas plásticos Andrés Díaz Roque, Presedo y Maestrey se inspiraron en los motivos alegóricos que le dan título a la muestra: Hemingway, Fidel y Cojímar.

Imágenes de Fidel, pasajes de la novela El viejo y el mar, y de su autor, poblaron el sitio en que se eternizaría —ahora con una estampa visible— la presencia inextinguible del escritor universal, al develarse, gracias a la labor de estos dos últimos creadores, La huella de Hemingway, obra de barro y yeso, que reproduce unos zapatos suyos, atesorados por el Museo que lleva su nombre.

Como un ángel tutelar de la velada planeó el recuerdo de Gregorio Fuentes, y la anécdota que contó una vez el mítico marino acerca de cómo a Hemingway se le ocurrió la historia de El viejo y el mar:

"Navegábamos por la zona de Puerto Cabañas, en la provincia de Pinar del Río, y vimos como a unas tres millas de la costa un bote con un viejo y un niño. El viejo estaba fajado con una aguja grandísima, casi era más grande que su bote, y lo fuimos a auxiliar. Cuando nos acercamos el viejo empezó a gritarnos groserías. El pescador pensaba que le quitaríamos la aguja. A pesar de los insultos, Hemingway me dijo: ‘No le hagas caso y trata de dejarles caer en el bote algo de comida y refrescos.’ Ni con eso paró de insultarnos. Cuando nos alejamos, Papá me dijo: ‘Voy a escribir un libro sobre esta historia.’ Allí mismo sacó una libreta y empezó a escribir."

 

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