Luego, en las 28 hectáreas de este jardín botánico lo mismo te
puedes encontrar deliciosas variedades de mango, que la castaña de
Guayana o el seso vegetal de Asia. O tal vez oír nombres sugerentes
como el de pecho de señorita o el árbol del mono.
"La idea de fomentar esta finca surgió hace poco más de tres años
por iniciativa de algunos de los directivos de la Empresa Eladio
Machín, de Cumanayagua. Sin descuidar el objeto social, el café
—aunque también tienen cacao—, nos dimos a la tarea de cultivar
plantas de frutas tropicales. Sin embargo, las propias condiciones
de microclima nos facilitaron incursionar en la siembra de otras
llamadas exóticas", explicó Antonio Pérez Rangel, a cargo de la
unidad.
Por supuesto, entonces no solo bastaron los buenos deseos.
Necesitaron orientación profesional: esa que muy pronto encontraron
en los receptivos especialistas del Jardín Botánico de Cienfuegos,
perteneciente al CITMA, y de otras instituciones científicas.
Actualmente siguen contando con esa asesoría y además con el
entusiasmo y los conocimientos de su propio ingeniero, Geikel
Sánchez Martínez.
"Enseguida me enamoré del proyecto por el reto que significaba
—refiere el joven agrónomo. Aquí tuve contacto con una diversidad de
plantas que solo conocía por los libros. Bajo mi responsabilidad
están las atenciones culturales, incluyendo las exigencias
fitosanitarias, pero también el manejo de semillas y posturas".
Entre los muchos empeños de este colectivo está el rescate de
esas especies, hoy en peligro de extinción. Baste mencionar manjares
como la guanábana, anón, cereza, durazno, pomarrosa, caimito y
plátanos manzanos, entre muchos otros.
Por lo pronto, se quiere fortalecer este Jardín a fin de que sea
una réplica del banco de genoplasma del Instituto de Investigaciones
en Fruticultura Tropical, según adelantó su directora Raixa Llauguer
Riverón al término de un recorrido por la provincia.
Para bien, hay aquí un colectivo con muchas ganas de hacer, cuya
finca está declarada de Referencia Nacional de la Agricultura Urbana
y el reto es llegar a las 150 especies. Ellos, por derecho propio,
tienen ganado un puesto en ese gran empeño por incrementar y
diversificar las áreas de frutales en Cuba.