Sin embargo, este hecho no altera significativamente la cantidad
de petróleo que se derrama en la zona y amenaza la costa
estadounidense del golfo, por lo que el trabajo se concentra ahora
en sellar los dos escapes restantes.
Más de dos semanas después de la explosión de la plataforma
marítima Deepwater Horizon el impacto de la catástrofe se ha
transformado en una masiva marea negra.
Se calcula que unos 9,5 millones de litros de crudo han sido
vertidos al mar desde que la plataforma usufructuada por la
británica BP se hundiera el 22 de abril, aún en llamas dos días
después de la explosión que mató a 11 empleados.
El ducto que conectaba la plataforma a la cabeza del pozo yace
ahora fracturado en el lecho marino a 1 500 metros de profundidad y
arroja petróleo a un ritmo de 800 000 litros por día, un derrame que
ha desatado temores de una catástrofe medioambiental en la región.
Ante la situación funcionarios del Pentágono autorizaron el uso
de tropas adicionales de la Guardia Nacional para incorporarse a las
tareas de control del escape de crudo.