El nombre de Israel Santiago Romero Llanes (Pacheco) llegó a mi
agenda de imprevisto. "Búscalo, que es de los buenos cederistas", me
habían dicho en la redacción del periódico.
Sentado en la sala de su casa, habla de historias pasadas, de
presente y futuro de la mayor organización de masas del país, y del
apoyo que los CDR brindaron al proceso de nominación de candidatos a
delegados de circunscripción del Poder Popular.
Medio siglo pudiera parecer poco, pero es bastante en la vida de
una persona que anda por los 76 años de edad y se ha dedicado en
cuerpo y alma a la labor en el barrio, sin dejar de cumplir otras
misiones como la lucha contra los bandidos del Escambray, a
principio de los años sesenta, o la zafra de los Diez Millones, en
1970.
"Desde que surgieron los CDR, el 28 de septiembre de 1960,
siempre he tenido algún cargo de dirección. Desde hace un tiempo soy
el coordinador de la zona ocho, Jesús Menéndez, en la ciudad de
Ciego de Ávila.
"La Revolución es la vida mía. Gracias a ella obtuve el noveno
grado y hasta llegué a ser capitán de las FAR."
Veo dos diplomas colgados en la pared; uno, lo acredita como Hijo
Ilustre de Ciego de Ávila; el otro, es del año 2 000 y dice: Por su
participación en la histórica marcha del pueblo combatiente de
nuestra capital contra el bloqueo genocida y la guerra económica.
"¿Te fijaste de quién es la firma? Yo he tenido el privilegio de
haber estado siete veces al lado de Fidel y en tres he hablado con
él."
Pacheco hace un alto en el recuento, como si buscara evadir
pasajes personales, pero no debo perder la oportunidad de seguir la
conversación.
"¿Los CDR ahora? Han perdido un poco la dinámica. Antes
cumplíamos mejor con la guardia. Ahora hay problemas con el segundo
turno. Por lo menos eso sucede en mi zona que, por cierto, no es de
las peores."
"Por eso yo digo que cuando el barrio no funciona, la culpa es de
algunos directivos y cuadros que no trabajan y no aglutinan a las
personas. Eso lo he comprobado.
"A los jóvenes hay que darles tareas. Aquí tenemos un CDR
infantil que funciona a las mil maravillas, al igual que el proyecto
comunitario Alas de Colibrí, ganador del Premio del Barrio."
Pacheco hace partícipe de la conversación a Caridad Rodríguez
García, con quien en los próximos días celebrará las bodas de oro.
"Ella también es de mil batallas". Y le recuerda el día que en la
zafra de 1970 llevaron al cañaveral a Frank Ernesto, el hijo que
entonces tenía solo ocho meses de nacido. "Lo acostamos debajo de
una carreta y nos fuimos a picar caña. Cuando el niño lloraba, ella
le daba una vuelta. Así cumplimos con la jornada."
Imagino que Pacheco, un hombre con escaso tiempo libre, le haya
dedicado demasiados minutos a quien llegó sin avisar. "Usted ha
garabateado mucho en la agenda y eso me preocupa, porque es más
importante hacer que decir."