Miles de capitalinos festejan este jueves el triunfo de Industriales ante Villa Clara en el Campeonato cubano de béisbol, tras permanecer en tensión frente a sus televisores durante casi seis horas, reporta Prensa Latina.

Pese a que el séptimo y último juego de la final concluyó cerca de las 02:00 hora local varios millares de personas salieron a las calles de esta ciudad para celebrar la conquista de un título que hace unas semanas parecía una quimera.

En zonas del municipio de Centro Habana, una nutrida multitud rompió la quietud de la madrugada y liberó toda la energía contenida a lo largo del partido, ganado 7x5 en 10 entradas por la novena industrialista.

Sirenas, bocinas de autos, cantos enfebrecidos y toques de conga con los instrumentos de percusión más inimaginables se apoderaron de la madrugada en esa céntrica área, donde coexisten fieles hinchas y acérrimos detractores del equipo azul.

Durante toda la noche se sintieron gritos eufóricos cada vez que Industriales anotaba o frenaba una amenaza del elenco villaclareño, mientras el silencio fue palpable cuando los naranjas igualaron de forma espectacular en el octavo inning.

Sin embargo, un inexperto lanzador de 19 años, Joan Socarrás, y un jugador suplente hasta hace poco, Stayler Hernández, devolvieron la emoción a la noche citadina y apuntalaron una victoria con ribetes cinematográficos.

Luego de alcanzar la postemporada de modo dramático y en la penúltima jornada de la etapa clasificatoria, nadie imaginó que los llamados Leones avanzaran mucho más, y menos aún les concedieron opciones de alzar el trofeo.

Empero, el equipo recordó su enjundiosa historia y superó de manera sucesiva al mejor elenco de la fase regular, Sancti Spíritus, al campeón de la pasada campaña, Habana, y al más estable de esta temporada, Villa Clara.

Por ello y después de un año en que quedaron fuera de los play off, sus seguidores no pudieron esperar al amanecer para dar rienda suelta a la felicidad por la conquista de su duodécima corona.

Tan inmediata reacción al triunfo hace presagiar un monumental recibimiento al equipo a su regreso de la central ciudad de Santa Clara, donde se ratificaron como los más laureados del béisbol cubano.