"(...)
Simultáneamente los expedicionarios saltaron a tierra machete y
rifle en mano, estábamos en Duaba, cerca de Baracoa...".
Así reseña Frank Agramonte los instantes finales del desembarco
por playa Duaba de los generales Flor Crombet, Antonio y José Maceo,
junto a otros 20 expedicionarios, el primero de abril de 1895, para
incorporarse a la Guerra Necesaria.
Agramonte fue testigo excepcional del acontecimiento, pues
siguiendo órdenes de José Martí se trasladó desde Nueva York a Costa
Rica, donde se encontraba exiliado Flor junto a un numeroso
contingente de cubanos, para apoyar a este en la organización de la
expedición, que también integró.
Según relata en sus Confidencias, Flor le aseguró en el
primer encuentro en tierra costarricense: "Yo he prometido al
Maestro llevar a Cuba esta expedición, mas si por las circunstancias
no me es permitido llevar mi proyecto (...), le juro que llegaré a
Cuba, si voy únicamente con seis hombres".
La misión planteada por Martí a Flor fue clara: organizar la
expedición en Costa Rica, llevarla hasta Cuba y entregársela en ese
momento al Titán, quien una vez en tierra ordenó no cortar los
cables telegráficos al servicio de los españoles, estrategia que
propiciaría dar a conocer la presencia suya y de sus compañeros en
el campo insurrecto, aun asumiendo el riesgo de que los peninsulares
movilizaran contra ellos todos sus efectivos en la zona.
Apenas una hora después del desembarco, una fuerza española de
unos 50 hombres salió a la captura de los expedicionarios. Enterado
del movimiento enemigo, Antonio Maceo organizó la defensa en el
sitio conocido como Alto del Pino. Trece fusiles bastaron para
rechazar a los colonialistas, a los que se les causaron 14 bajas, de
ellas cuatro muertos.
Por todo el país se propagó la noticia del victorioso combate. El
Titán envió un mensajero a Periquito Pérez para contactar con él y
decidió que Félix Ruenes y sus hombres permanecieran en la zona de
Baracoa en espera de próximas expediciones.
Hostigado permanentemente por los españoles, Antonio Maceo marchó
con su tropa por la serranía hacia Guantánamo. Lo hizo abriendo
trochas a machete, por el tupido monte sin caminos, hasta que el 8
de abril, tras ser sorprendidos por fuerzas enemigas en La Alegría,
quedaron divididos en tres grupos.
El que integraban José, Flor y otros combatientes, chocó dos días
después con los indios de Yateras. José pudo escapar arrojándose por
un barranco, mientras Flor cayó en combate.
El 18 de abril el Titán pudo hallar a las fuerzas de Jesús Rabí y
en esa misma fecha el general José se encontró con mambises de
Periquito.
"Al incorporarse los generales Antonio y José Maceo a las fuerzas
mambisas —asegura el historiador Hugo Crombet Bravo, nieto del
general Flor, en su obra La expedición del Honor—, no solo
Oriente, sino todo el espacio de la Cuba insurrecta comienza a
organizarse. En Oriente la gente se incorporó más al Ejército
Libertador, a los pocos días se contaba con poderosos contingentes
armados y en perfecta preparación para desarrollar combates de
envergadura".
La llegada de la goleta Honor a costas cubanas tuvo una
importancia trascendental, pues enardeció los ánimos revolucionarios
ya prendidos con el levantamiento múltiple del 24 de febrero de ese
año, y garantizó que la insurrección armada alcanzara mayores
dimensiones.