Aniversario 115 del desembarco de Maceo y Flor por Duaba

El honor viajó en goleta

Jorge Luis Merencio Cautín

"(...) Simultáneamente los expedicionarios saltaron a tierra machete y rifle en mano, estábamos en Duaba, cerca de Baracoa...".

Así reseña Frank Agramonte los instantes finales del desembarco por playa Duaba de los generales Flor Crombet, Antonio y José Maceo, junto a otros 20 expedicionarios, el primero de abril de 1895, para incorporarse a la Guerra Necesaria.

Agramonte fue testigo excepcional del acontecimiento, pues siguiendo órdenes de José Martí se trasladó desde Nueva York a Costa Rica, donde se encontraba exiliado Flor junto a un numeroso contingente de cubanos, para apoyar a este en la organización de la expedición, que también integró.

Según relata en sus Confidencias, Flor le aseguró en el primer encuentro en tierra costarricense: "Yo he prometido al Maestro llevar a Cuba esta expedición, mas si por las circunstancias no me es permitido llevar mi proyecto (...), le juro que llegaré a Cuba, si voy únicamente con seis hombres".

La misión planteada por Martí a Flor fue clara: organizar la expedición en Costa Rica, llevarla hasta Cuba y entregársela en ese momento al Titán, quien una vez en tierra ordenó no cortar los cables telegráficos al servicio de los españoles, estrategia que propiciaría dar a conocer la presencia suya y de sus compañeros en el campo insurrecto, aun asumiendo el riesgo de que los peninsulares movilizaran contra ellos todos sus efectivos en la zona.

Apenas una hora después del desembarco, una fuerza española de unos 50 hombres salió a la captura de los expedicionarios. Enterado del movimiento enemigo, Antonio Maceo organizó la defensa en el sitio conocido como Alto del Pino. Trece fusiles bastaron para rechazar a los colonialistas, a los que se les causaron 14 bajas, de ellas cuatro muertos.

Por todo el país se propagó la noticia del victorioso combate. El Titán envió un mensajero a Periquito Pérez para contactar con él y decidió que Félix Ruenes y sus hombres permanecieran en la zona de Baracoa en espera de próximas expediciones.

Hostigado permanentemente por los españoles, Antonio Maceo marchó con su tropa por la serranía hacia Guantánamo. Lo hizo abriendo trochas a machete, por el tupido monte sin caminos, hasta que el 8 de abril, tras ser sorprendidos por fuerzas enemigas en La Alegría, quedaron divididos en tres grupos.

El que integraban José, Flor y otros combatientes, chocó dos días después con los indios de Yateras. José pudo escapar arrojándose por un barranco, mientras Flor cayó en combate.

El 18 de abril el Titán pudo hallar a las fuerzas de Jesús Rabí y en esa misma fecha el general José se encontró con mambises de Periquito.

"Al incorporarse los generales Antonio y José Maceo a las fuerzas mambisas —asegura el historiador Hugo Crombet Bravo, nieto del general Flor, en su obra La expedición del Honor—, no solo Oriente, sino todo el espacio de la Cuba insurrecta comienza a organizarse. En Oriente la gente se incorporó más al Ejército Libertador, a los pocos días se contaba con poderosos contingentes armados y en perfecta preparación para desarrollar combates de envergadura".

La llegada de la goleta Honor a costas cubanas tuvo una importancia trascendental, pues enardeció los ánimos revolucionarios ya prendidos con el levantamiento múltiple del 24 de febrero de ese año, y garantizó que la insurrección armada alcanzara mayores dimensiones.

 

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