La ozonoterapia, asociada con otros tratamientos médicos, puede
contribuir a la reactivación de funciones biológicas perdidas, o a
enlentecer procesos degenerativos ocasionados por afecciones
neurológicas, entre ellas la enfermedad de Parkinson, el Alzheimer y
otras demencias relacionadas, a fin de ofrecer a estos pacientes una
mejor calidad de vida.
La Doctora en Ciencias Químicas, Silvia Menéndez Cepero, jefa de
la Clínica de Ozonoterapia del Centro de Investigaciones del Ozono,
dijo que en un protocolo de investigación, que abarcó alrededor de
200 pacientes con Parkinson, casi un 90% obtuvo "buenos resultados"
en cuanto a la disminución del temblor y la rigidez característicos
de esta enfermedad.
Los mejores resultados se alcanzan cuando se comienza la
aplicación de este proceder terapéutico en los estadios iniciales de
esas afecciones, precisó la Investigadora Titular con más de 25 años
de experiencia en la ozonoterapia, ante delegados a un encuentro
internacional de Neurorrehabilitación, clausurado ayer en esta
capital.
Los tratamientos con ozono están basados en sus efectos benéficos
como estimulante de los sistemas de defensa antioxidante
(controlando de esta forma las sustancias tóxicas presentes en
exceso en el organismo); en el incremento de las defensas ante
agresiones externas como infecciones, y a nivel de los glóbulos
rojos posibilita un mayor transporte de oxígeno a las células, lo
que ayuda a mejorar la función celular.
El ozono es igualmente un poderoso germicida (elimina hongos,
bacterias, virus, protozoos), y tiene propiedades antinflamatorias y
analgésicas, por lo que favorece la disminución o eliminación de
dolores originados por artrosis, lumbalgias, hernias discales.
La aplicación clínica de la ozonoterapia se inició en Cuba en
1986, con la colaboración del Instituto de Angiología en el
tratamiento del pie diabético. Actualmente, funcionan en
instituciones de salud del país 56 servicios de Ozonoterapia, en los
que se coadyuva al tratamiento de numerosas enfermedades.
En la superficie de la Tierra, el ozono fue detectado por primera
vez en 1785 por el físico alemán Martinus von Marum, al notar un
peculiar olor que se generaba en zonas cercanas a máquinas que
funcionaban con electricidad. Sin embargo, 1840 es reconocido como
el año en el que Christian Friedrich Schönbein lo descubre y le da
el nombre de ozono, término que proviene del griego "ozein"
(oloroso).