Serie televisiva estrenada ayer

El que debe vivir

Lianet Arias Sosa

Más de 600 han sido los planes de atentado contra Fidel. Tantos, que condensar en ocho capítulos una realidad presente desde los años 50, antes del triunfo revolucionario, hasta los inicios del siglo XXI, fue tarea ardua para el equipo de realización de la serie El que debe vivir.

 Foto: Lisbet Caraballoso PupoFotograma de la serie.

Unos 240 actores formaron parte de la producción, realizada por el Instituto Superior del Ministerio del Interior (ISMI) Eliseo Reyes Rodríguez, Capitán San Luis. Entre extras y figurantes, el número ascendió a 800. El resultado es una serie cuyos capítulos exceden la hora y que iniciaron sus transmisiones ayer en el espacio Tras la huella.

La frase que le da título, pronunciada por Abel Santamaría durante el asalto al cuartel Moncada, "no resultó casual". Así lo concibe el director de la serie, Rafael (Felo) Ruiz, para agregar después que esa voluntad la tuvieron muy clara los revolucionarios desde épocas tempranas.

El trabajo de investigación y asesoramiento histórico, que se lleva a cabo generalmente en un principio, aquí devino constante. También existe una mezcla de géneros, asegura el director. "Como resulta una serie histórica acudimos a otros géneros para auxiliarnos y ofrecer más información al espectador alrededor de los hechos".

"Enlazar toda esa historia —afirma Nilda Rodríguez, guionista de la serie— fue muy difícil, porque son muchísimos planes. ¿Qué hicimos? Tratar de que no se repitieran las modalidades e ir relatando la historia de la Revolución a partir de estos mismos capítulos y de los personajes."

El capítulo 1 resultó bien discutido. Era el inicio, recuerda Nilda, y había que encontrar una fórmula que "enganchara", que no se rechazara por ser "un libro de Historia". Cómo lograr que las nuevas generaciones recibieran un mensaje tan importante de una manera atractiva fue búsqueda perenne.

"Estos momentos exigen un lenguaje nuevo. No podemos olvidar cuál es el entorno de los más jóvenes, qué están mirando —no de nuestra televisión, sino del mundo—. Uno tiene que ir buscando un término medio: comunicar sin abandonar lo autóctono."

La guionista, que trabajó en series tan populares en su momento como En silencio ha tenido que ser o Su propia guerra, subraya que "hay que seguir luchando contra la mediocridad mental, no tanto de recursos; irnos superando y buscando el lenguaje adecuado". En ese sentido, "para mí esta serie constituye un paso de avance", señala.

Muchos capítulos fueron sometidos a la consideración de los estudiantes del ISMI, quienes participaron activamente en el rodaje y hasta se dejaron crecer barbas durante tres meses para representar a un rebelde o a uno de los "casquitos" de Batista.

Pero si bien no agradó a muchos encarnar a un soldado de la tiranía, mucho menos simpatizó a Noel García representar al terrorista Luis Posada Carriles. Su colega, Adria Santana, también cargó con un personaje negativo: Polita Grau, una mujer que dedicó su inteligencia a planes tan macabros como la Operación Peter Pan.

Mientras, el personaje que interpreta Roberto Perdomo simboliza a muchos que durante casi sesenta años han trabajado por la seguridad del líder de la Revolución. Al actor le pareció un reto profesional y artístico incorporar a miles de rostros —incluso anónimos— que pierden diariamente horas de sueño, placer, diversión y tiempo con la familia, porque deben cumplir con esa responsabilidad.

"Deviene importantísimo y necesario (que los más jóvenes puedan ver esta serie). ¿Cómo sabes a dónde vas a llegar si no conoces de dónde vienes? Si a la juventud no le das, no la alimentas, no la enriqueces de su pasado reciente, ¿qué base tiene esa juventud para construir?"

Nada es perfecto y se sabe. Aun así, el capítulo 1 de la serie ha dejado a la mayoría un sabor a novedad. Una presentación vertiginosa; momentos reflexivos que recuerdan más al cine que a la televisión; fotografía cuidada y, en general, una factura de respeto, pueden mover el tablero a favor de esta producción. En todo caso, como afirma su director, será el público quien diga la última palabra.

 

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