Xiomara
Hortensia Zelaya, hija de Manuel Zelaya, exigió este sábado en
Caracas el fin del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto
por Estados Unidos a Cuba desde febrero de 1962.
La Pichu, así le dicen cariñosamente a la hondureña de 24 años,
calificó de criminal e inhumana la medida impuesta a la isla, que ha
significado pérdidas por casi 100 mil millones de dólares, reporta
Prensa Latina.
En cualquier rincón donde estemos, con la frente en alto
exigiremos el fin del bloqueo criminal contra el pueblo cubano,
señaló durante su visita a la Escuela de Planificación de Caracas,
sede del I Congreso Extraordinario del Partido Socialista Unido de
Venezuela (PSUV).
Durante su intercambio con los 772 delegados al cónclave, la
joven Zelaya destacó la resistencia de los cubanos ante la sanción
mantenida y endurecida por sucesivas administraciones
norteamericanas.
El valiente pueblo cubano se ha sobrepuesto a un bloqueo criminal
e inhumano, apuntó.
La Pichu aprovechó para enviar un saludo al líder de la
Revolución cubana, Fidel Castro, y al presidente Raúl Castro.
También convocó a los jóvenes latinoamericanos a seguir el
ejemplo de los líderes de la región, que a través de su historia han
defendido la unidad y la integración.
Las nuevas generaciones, sometidas al imperio, la ignorancia y
los golpes de las oligarquías, deben hoy ponerse de pie para
continuar la lucha. No podemos respiran un segundo sin dedicarnos a
eso, expuso.
Antes de dirigirse a los delegados del PSUV, Xiomara Zelaya pidió
a los presentes atuendos que identifican al bloque socialista,
constató Prensa Latina.
Yo no me puedo ir de aquí sin una camiseta y una gorra rojas
rojitas. Porque somos rojos rojitos, dijo.
La joven llegó acompañada de Manuel Zelaya y el canciller
anfitrión, Nicolas Maduro, al Congreso, donde recordó el golpe de
Estado del 28 de junio de 2009 contra su padre, presidente
constitucional de la nación centroamericana.
Fue un terrible, criminal y nefasto golpe para silenciar las
voces del movimiento social encaminado a hacer realidad el sueño de
nuestro prócer Francisco Morazán, sentenció.