Quizá en Cuba esa palabra invoque también la suerte de una ciudad
antiquísima o, mejor aún, la más antigua de todas, puesto que es
orgullo de Baracoa ser considerada la genuina Meca del cacao y su
delicioso derivado, desde que ese cultivo cobró auge allá por el
1771, cuando en la región oriental de la Isla se asentaron varios
grupos de colonos franceses emigrados de Haití.
Justo allí, en los húmedos bosques tropicales de la cordillera
Nipe-Sagua-Baracoa, la planta encontró la diversidad ecológica,
altura y temperatura ideales para desarrollarse, aun cuando expertos
aseguran que su arribo al país se produjo mucho antes, por la zona
de Cabaiguán, hacia 1540.
No obstante, y aunque mucho ha llovido desde entonces, Baracoa
continúa siendo la principal zona cacaotera del país, donde se
cosecha el mejor fruto y radica, además, la Fábrica de Chocolate
Rubén David Suárez Abella, que en los últimos tiempos ha sido
sometida a diversos procesos de modernización.
Por si fuera poco, a finales del 2005 también fue puesto en
marcha un programa inversionista para aumentar las bombonerías
artesanales en el país, y en el 2006 se creó la Empresa de
Chocolatería con el fin de diversificar la oferta en el mercado de
divisas y paliar algunas importaciones.
Sin embargo, la cosecha de cacao en el país se ha deprimido por
la falta de estímulo en los precios, afirman agricultores. De casi 3
000 toneladas reportadas en el año 2000, la recolección en el 2005
alcanzó 1 500, por el déficit de precipitaciones en la región
oriental, aunque Baracoa registró en el 2002 el que todavía continúa
siendo su récord de producción: 1 600 toneladas; una cifra aún
distante de la máxima aspiración del territorio de alcanzar las 2
000. Dicha cantidad parece hoy incluso más lejana a pesar de las
potencialidades que atesora el municipio, como sugiere una voz
autorizada.
"Este año la cosecha será pobre. Si se da bien al final, puede
que caiga atrasada, entre julio, agosto y un poco también en
septiembre, porque ahora en estas fechas ha habido mucho frío y
llovizna", sentencia Rolando Yasser Suárez, quien ha vertido 25 de
sus 73 años en levantar la mejor finca cacaotera del país.
No en vano este avezado campesino ha descubierto cómo sacar el
máximo rendimiento a la hectárea y media que destina a esa
producción, conjuntamente con las otras cuatro que mantiene
dedicadas al coco y los cultivos varios. De ahí, las ocho toneladas
de pulpa de cacao que llegó a prometer, una meta en pos de la cual
labora día a día junto a su esposa y Leonardo Bravé, el único hombre
que lo asiste en las tareas de la vega.
Sin embargo, el mayor dilema del cacao no radica solo en los
inconvenientes climáticos. Según Rolando, Baracoa reúne los
requisitos para producir dos veces más cacao del que hoy tributa.
¿Por qué no lo consigue?
"Porque la atención al hombre hace falta y esa desgraciadamente
está muy pobre. Es lamentable, porque se está perdiendo el interés.
"Al cacao —sostiene— hay que estarle pasando la mano perennemente
y ser muy celoso. Por eso hay muchos campesinos a los que les pagan
más por otros cultivos o producciones como el cerdo que les resultan
más rentables y demandan menos esfuerzo. De modo que ahora uno va
por Jamal y da lástima ver cuán pocas fincas están inmersas en la
atención cultural del plantío.
"Hablando de desatenciones —explica—, ahora mismo no está el
raticida que tanto necesitamos para combatir esa plaga, porque, no
importa lo que diga la gente, con los gatos no se resuelve el
problema, si con el tiempo hasta ellos se hacen amigos de los
ratones. Y un campo infestado de roedores ocasiona estragos
considerables.
"Sin ir más lejos, en un año pueden arruinar quintales enteros,
pues estos llegan a la mata y si tiene 30 mazorcas buenas pueden
echar a perder la mitad sin que se pueda salvar nada de ellas.
"Basta con que una mata rinda el 10% para que dé más de 200
mazorcas, aunque si la afecta el frío o alguna otra cosa a lo mejor
se malogra completa y no da nada".
Así las conclusiones de la visita resultan más alarmantes que
alentadoras, aunque rebosante de optimismo Rolando mantenga la
esperanza de alcanzar, con la mejoría del tiempo, una buena cosecha.
Habría que pensar entonces si en zonas específicas como Baracoa,
tradicionalmente productora de cacao, no sería más conveniente que
el país defina políticas de precios diferenciadas para que hombres
como Rolando se sientan estimulados y no abandonen tan necesario
renglón —donde se ha gastado dinero en inversiones—, para ir a
trabajar a otros que se pagan mejor.
Es lamentable el retroceso de un cultivo tropical que podría
proliferar mucho en esa zona del país para beneficio de otros rubros
exportables, como las industrias cosmética (con la manteca) y
farmacéutica (disminuye las cardiopatías y el estrés). Sin mencionar
ya al exquisito chocolate que podría devenir, en vez del "alimento
de los dioses", un placer más asequible para el bolsillo de los
mortales.