Uno de los peores asesinos argentinos de la operación Cóndor,
requerido en su país por el asesinato de 16 presos políticos, ha
sido liberado bajo fianza este martes 2 de marzo en Miami por el
juez Robert Dube, sospechoso de colusión con la mafia
cubanoamericana de Miami.
En la ciudad mafiosa donde Luis Posada Carriles, como muchos
otros terroristas, ha encontrado un refugio seguro, el teniente de
Navío (r) Roberto Guillermo Bravo, torturador y asesino, quien
remató a las 16 víctimas de lo que se conoce como la Masacre de
Trelew, el 22 de agosto de 1972, se ha convertido en un empresario
próspero que vende sus servicios a la US Army y contribuye a los
fondos de campaña del Partido de Ileana Ros-Lehtinen y de los Díaz-Balart.
Mientras multiplica los titulares difamando a Cuba y Venezuela,
la prensa mafiosa de Miami omitió durante varios días reportar el
arresto de Bravo, ocurrido el jueves 25 de febrero.
Si es ignorado por la prensa norteamericana, en Argentina, donde
se están reabriendo las causas de todos los genocidas, el caso de
Roberto Guillermo Bravo en particular es sumamente importante por la
trascendencia política que tuvo en su momento y hasta hoy.
En agosto de 1972 fueron fusilados 16 presos políticos en la base
Almirante Zar y el ex militar fue denunciado luego por tres
sobrevivientes de la masacre, que lo señalaron como quien remató a
las víctimas. La captura del asesino en serie Bravo fue solicitada
dos años atrás por el juez federal argentino Hugo Sastre, sin que
Estados Unidos —informado de su presencia en su territorio— vea la
necesidad de proceder a su arresto. Fue finalmente gracias a la
persistencia de las autoridades argentinas que el criminal fue
apresado.
Como en el caso de Posada, el aparato judicial del país que
predica los derechos humanos a los demás, empezó los procedimientos
que llevarán sin duda adonde más les conviene.
Bravo ha obtenido su liberación bajo fianza de 1,2 millones de
dólares y deberá comparecer el 2 de abril, por orden del juez
federal Robert Dube, conocido por sus vínculos con la fauna mafiosa
cubanoamericana. Este mismo magistrado fue quien manejó gran parte
del caso de la valija con 800 000 dólares, que George W. Bush usó
para intentar ensuciar al Gobierno argentino y al presidente de
Venezuela, Hugo Chávez.
El proceso judicial de Bravo se desarrollará ahora al ritmo y con
los resultados que determinarán la cantidad de dinero que logrará
invertir el inculpado.
Bravo se hizo ciudadano norteamericano en 1987, bajo la
presidencia del extremista de derecha Ronald Reagan, sin el menor
problema, a pesar de haber sido denunciado en Argentina por sus
crímenes. No se sabe el nivel de vinculación del militar argentino
con la inteligencia norteamericana, ni cómo se le habrá permitido
adquirir la nacionalidad estadounidense y desarrollar un próspero
negocio con nada menos que el Pentágono.
Pero sí es conocido que después de la masacre de Trelew, Bravo
vivió escondido en la base naval de Puerto Belgrano y luego en la
Agregaduría Naval de Washington, desde donde obtuvo los documentos
que le permitieron radicarse en Miami.
La Operación Cóndor o Plan Cóndor de exterminación de los grupos
de izquierda en América Latina se desarrolló bajo orientaciones de
la CIA, que llegó a suministrar instructores de tortura a los
militares argentinos, entre otros.
Los lazos existentes entre la mafia terrorista de Miami y el Plan
Cóndor fueron objeto de una amplia investigación del periodista
norteamericano John Dinges, Los años del Cóndor (The
Condor Years), publicada en el 2004, y en la cual se establece
la complicidad de varios miembros de la mafia de Miami.
Es el rotativo argentino Página/12 el que el 19 de febrero del
2008, tras la orden de detención, informó por primera vez que el
"Ñato" Bravo vivía en Miami, donde maneja RGB Group Inc., una firma
de servicios médicos a las fuerzas armadas norteamericanas con
ganancias millonarias.
Después de esta denuncia, el agregado judicial de la embajada de
los Estados Unidos formuló exigencias, a pesar de las cuales se
logró hacer el pedido de extradición y se presentó ante el
Departamento de Estado el 15 de julio pasado.
Según Página/12, el 20 de enero se enviaron las huellas
dactilares del torturador a Miami, a pedido de un juez, y fue solo
hace una semana que el magistrado ordenó la detención de quien
remató a los 16 presos políticos de Trelew (1 450 kilómetros al sur
de Buenos Aires).
El proceso de extradición podría durar varios meses, incluso
años, al usar Bravo como defensa su ciudadanía norteamericana aunque
adquirida ilegalmente.
Sin embargo, en Argentina el juicio oral a seis inculpados del
crimen a cargo del Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia,
tendrá lugar en abril en el teatro Verdi de Trelew. Los plazos del
arresto y el laberinto de los procedimientos judiciales
estadounidenses evitarán sin dudas a Bravo estar presente.
Reporta Página/12 que, gracias a sobrevivientes, el caso criminal
del teniente Bravo está bien documentado. El periódico señala cómo
aplicaba ya a los presos malos tratos, parecidos a los dados 30 años
más tarde en la base norteamericana de Guantánamo (territorio
ilegalmente ocupado).
En los días de frío, Bravo hacía desnudar a los presos, hombres y
mujeres, y les forzaba a acostarse boca abajo o de espaldas en el
suelo por un tiempo prolongado.
El día de la masacre, Bravo era jefe de turno de la guardia.
La investigación del diario reveló que radica cerca de Miami en
una casa valorada en 750 000 dólares.
La empresa de Bravo, RGB Group, vende "servicios de alta
tecnología" al Pentágono desde 1998. También tiene entre sus
clientes la "Homeland Security", el departamento de la seguridad
Interior norteamericano.
El "Ñato" Bravo en varias oportunidades ha contribuido a los
fondos de campaña del Partido Republicano, en el cual posee su red
de complicidades.
Es conocido que Estados Unidos, el país que predica los derechos
humanos a los países opuestos a sus políticas hegemónicas, es el
santuario privilegiado de una importante colonia de terroristas,
torturadores, esbirros y mandatarios asesinos.
Washington alberga a Luis Posada Carriles y Orlando Bosch,
autores confesos de la destrucción en vuelo de una aeronave civil
cubana en 1976, con la muerte de 73 personas, mientras mantiene
secuestrados a Cinco cubanos arrestados por combatir el terrorismo
practicado por estos asesinos.