.— Feliz y altamente
honrado con el premio Casa de las Américas se declaró hoy el poeta
argentino Bruno Di Benedetto, quien lo recibe casi como regalo de
cumpleaños, pues hace menos de una semana cumplió 55 años.
Desde la hermosa ciudad de Puerto Madryn, provincia de Chubut, en
el insondable Mar Argentino, donde vive desde los 24 años, Di
Benedetto dijo a Prensa Latina vía telefónica que hasta ayer le fue
impensable recibir tal galardón, no sólo por su valor literario,
sino por quién lo otorga, porque admira y quiere mucho a Cuba.
Ayer, cuando recibí el correo electrónico de Roberto Fernández
Retamar realmente lo que sentí fue muy, muy fuerte, una mezcla de
alegría y ¡qué sé yo!
También de responsabilidad por lo que había pasado, porque siento
que esto me genera más responsabilidad y más compromiso y todas esas
cosas que pasan por la cabeza de uno en un momento así, dijo.
Di Benedetto añadió que viene siguiendo la historia del Premio
Casa siempre que puede, porque no es fácil hacerlo desde la
Patagonia Sur, y sabe del nivel de los participantes, lo cual le
provoca una alegría más.
Afirmó que ahora quiere conocer a los otros autores que
obtuvieron menciones y leer sus obras.
Creo que una de las cosas más importantes de este Premio es que
nos acerca a los latinoamericanos, que muchas veces vivimos como en
esferas separadas, y no cabe dudas que esa ha sido y es la brújula
de Casa de las Américas, opinó.
En cuanto al libro premiado, Crónicas de muertes dudosas, lo
describió como una serie de 15 poemas narrativos, algunos basados en
hechos reales, ficciones montadas sobre hechos históricos,
personajes imaginarios, pero que podrían haber existido y otros que
son absolutamente inventados.
Aunque siempre detrás de cada uno de ellos hay un ser real de
carne y hueso que yo conocí, remarcó.
Di Benedetto calificó sus poemas de muy largos, algunos de siete
u ocho páginas, por lo que agradezco al jurado el trabajo que se
tomaron para leer el libro, bromeó.
Expresó que el comentario del jurado confirma uno de sus
objetivos al escribirlos: que no solo el lector especializado en
poesía, sino la gente común pueda engancharse y disfrutar, pues unos
tienen sentido de humor y otros son más trágicos, pero uno puede
deleitarse con la lectura.
Mi idea era mixturar un poco el lenguaje cultural y más prosaico
con momentos de lirismo, un procedimiento que estoy buscando desde
hace años, reveló.