"Yisel me dijeron que no comiste ayer, y eso no puede ser. Te voy
a poner un castigo por esa indisciplina", y en ese momento comienza
a hacer su labor con la niña de 13 años, oriunda del poblado de
Vueltas, quien sufre una afección oncológica.
Luego, Misladys, la madre, nos cuenta que la visita de Omar y las
actividades realizadas por el grupo que dirige, constituyen los
momentos de mayor alegría para la niña, en medio del aislamiento a
que está sometida producto de su enfermedad.
Cerca del lugar está Eduardo Sigler Rodríguez, un infante que ha
pasado la mayor parte de su existencia recluido en el pediátrico
villaclareño. Su mamá Enma, residente en Encrucijada, cuenta que el
bebé nació con una malformación congénita en el esófago, que ha
puesto en peligro la vida del pequeño en innumerables ocasiones.
"Él nació con el proyecto. Fíjese si es así que la primera
palabra pronunciada cuando aprendió a hablar fue Omar. Puede estar
en la peor situación, sin embargo, le mencionas al doctor o algunas
de las actividades que patrocina el grupo y ya se pone contento;
emocionalmente es otro niño".
El 18 diciembre 1998, nació en Santa Clara el Proyecto "Para una
Sonrisa", una noble idea capaz de atenuar el estrés y las nocivas
consecuencias provocadas por las largas estadías en las salas del
hospital "José Luis Miranda", a través de actividades pedagógicas,
recreativas y culturales.
Cuenta el doctor Omar Cruz Martín que cierto día, mientras se
encontraba en el pase de visita, junto a otro galeno, presenció una
conversación entre este y la madre de un niño que había sufrido una
fractura de médula, con pronósticos de quedar inválido de por vida.
La perturbada mujer preguntó al doctor por el futuro de las
clases del infante, a lo que el médico respondió que lo más
importante en ese momento era la salud de su hijo. "La mamá quedó
complacida, pero yo no", asegura Omar, quien agrega que "en ese
momento me dije ¿Y por qué la escuela no puede venir a donde está el
niño?"
"Cuando un bebé caía hospitalizado perdía las enseñanzas de la
escuela, el calor del maestro, la compañía total de la familia, a lo
que se sumaba la enfermedad. Entonces nos debatíamos sobre cómo
ayudar emocionalmente a esas personitas que ya habían cedido lo más
preciado, la salud, e incluso, muchos de ellos no la recuperarían
nunca", agrega el galeno.
A partir de ese instante, en medio de los duros años del periodo
especial y sus nefastas consecuencias, comenzó a progresar la idea
que ha tenido entre sus objetivos contrarrestar los niveles de
agresión que representa el hospital y los tratamientos médicos para
los pacientes, especialmente los crónicos y graves; disminuir en lo
posible el riesgo de pérdida del curso, a la vez que contribuye al
desarrollo del gusto estético y la formación de valores en el niño
ingresado.
Luego el proyecto se fue enriqueciendo con otras variantes. Así
nació la idea de potenciar la parte artística a partir de un
programa literario que incluye la presentación de textos y
escritores, y durante las Ferias del Libro montan un pabellón
especial dentro del Hospital, experiencia única en Cuba.
También tiene lugar un programa de creación con instructores de
arte, presentaciones de danza, teatro, música y cine, de modo que
cada día de la semana esta garantizado la presencia de algún artista
en las áreas del José Luis Miranda, a donde acuden los niños
ingresados valiéndose de sillas de ruedas, camillas o por sus
propios pies si les fuera posible.
Figuras tan reconocidas de la cultura nacional como Teresita
Fernández, Liuba María Hevia, Verónica Lynn, Gerardo Alfonso, Pancho
Amat, los elencos de La Sombrilla Amarilla y La Colmenita, el Ballet
de Litz Alfonso y Rosita Fornés, entre otros, han actuado para los
niños en espectáculos donde todos salen fortalecidos.
Otra vertiente de trabajo es la recreación mediante la promoción
de juegos, celebración de cumpleaños y otras ofertas, a las que
están vinculadas 27 empresas del territorio, quienes apoyan con
juguetes, dulces, refrescos y otros recursos.
Por sus resultados, el proyecto "Para un Sonrisa" ha merecido
varios lauros, entre ellos el Premio Provincial de Salud y de
Cultura Comunitaria, así como un reconocimiento especial del Consejo
Nacional de Casas de Cultura, aunque como dice su director, Omar
Cruz, el mayor premio está en el corazón de los niños.