Termina la segunda guerra mundial. Florecen sentimientos
antifascistas y antimperialistas en América Latina. Wall Street y
las transnacionales se alarman. La CIA comienza a recibir encargos
mayores. Antes de invadir, se empezó a considerar definitivamente el
golpe de Estado desde dentro de los gobiernos, y el asesinato
mediante acciones encubiertas.
En Guatemala se descubre que el "buen vecino" es fachada. Cuando
Jacobo Arbenz aplicó la reforma agraria, directivos de la CIA y
representantes del establishment vinculados a la United Fruit
Company, restablecieron el "orden". Nixon exclama que por
primera vez "un gobierno comunista" había sido reemplazado. No
importaba si lo era, pero afectó el capital. Empezaba así la "guerra
fría" y el nuevo argumento: la cruzada contra el comunismo.
En 1952 había sendos "problemas" en Cuba y Bolivia. En el país
andino el Movimiento Nacionalista Revolucionario asumió el poder y
nacionalizó la industria del estaño. Afectó al poderoso grupo
norteamericano Guggenheim. Eisenhower da instrucciones a la
CIA de restaurar el régimen a su favor.
La Agencia penetró las estructuras políticas, militares y los
servicios secretos bolivianos. Escogió como futuro presidente a René
Barrientos, quien fue reclutado por el Jefe de la Estación CIA en
Bolivia. Después vino el golpe de Estado con el apoyo también de la
transnacional petrolera Gulf Oil Company. Barrientos
enseguida abrió las puertas a los monopolios norteamericanos.
En el caso de Cuba existía la más importante penetración del
capital yanki en América. Pero al gobernante Carlos Prío se le "mal"
ocurrió tener una participación como accionista en el negocio del
níquel, a través de la firma holandesa Billinton. Afectó
intereses norteamericanos de los Grupos Rockefeller,
Guggenheim, Sullivan & Cromwell y de la familia Dulles. Sumado a
otros factores, se gestó el golpe de Estado en 1952 por Fulgencio
Batista, hombre de la CIA, quien rápidamente multiplicó las
inversiones norteamericanas.
Con estos "malos" ejemplos, en agosto de 1954 el Consejo Nacional
de Seguridad de Estados Unidos emitió el documento NSC-5432 "La
política de los Estados Unidos hacia América Latina", el que
definió como peligro los "regímenes nacionalistas", "demasiado
sensibles" a las "demandas populares" y que "no favorecen un buen
clima para las inversiones". En este informe se proponen penetrar y
tener bajo control a los militares latinoamericanos por su
influencia en los gobiernos del continente.
En septiembre de 1955, Estados Unidos apadrinó un golpe de Estado
en Argentina. Derrocan a Juan Domingo Perón. Su "error": aumentar
salarios, nacionalizar intereses yankis en la telefonía y una
Constitución que le dio al Estado los derechos de explotación de las
fuentes de energía y minerales.
En 1959 triunfa el movimiento revolucionario cubano. Se aplica
una Reforma Agraria y un proceso progresivo de nacionalización. Las
trasnacionales afectadas y la CIA intentaron e hicieron todo tipo de
acciones de bloqueo, sabotajes y subversión interna, hasta que en
1961 acuden a la invasión militar. Es hasta hoy el más voluminoso
"expediente inconcluso".
Ante la efervescencia revolucionaria del continente, Kennedy
comienza su estrategia: "Alianza para el Progreso". Pero se
consideró inefectiva para ejercer el dominio real. Se impuso la
doctrina "Johnson", que incluyó más tareas para la CIA y de nuevo la
opción de la invasión directa.
Ahí estaba entonces Juan Bosh en República Dominicana. En 1963
inició una reforma agraria. Primero actuó la CIA y después
desembarcaron 40 mil efectivos. En Brasil, Joao Goulart, pretendió
una reforma agraria y nacionalizar el consorcio International
Telephone and Telegraph (ITT), más otras industrias primarias.
La CIA compró generales, políticos y oligarcas brasileños. Le dio el
golpe de Estado en 1964.
Se lograba, mediante la coerción, que durante las décadas del 60
y 70 las inversiones norteamericanas crecieran en el continente a un
ritmo anual de un 5%. Pero América Latina siguió intentando
nacionalizar sus recursos.
En Bolivia, se produce la nacionalización de la Gulf Oil
Company en 1969 y de las minas de zinc en manos del monopolio
International Mining Processing Corporation. La CIA
primero intentó comprometer al general Juan José Torres para que
abandonara su política de nacionalizaciones. Pero no lo hizo.
Entonces asesoró a Hugo Bánzer a darle el golpe de Estado en 1971.
El cadáver de Torres apareció en Argentina en 1976.
En Chile, el capital norteamericano había calado profundo durante
las décadas del 50 y 60. Junto a la CIA, estas transnacionales
dirigidas por J. Rockefeller, financiaron candidatos para que
Salvador Allende no asumiera la presidencia. Sabían que se
perjudicarían, y así fue. Allende decide nacionalizar la gran
minería de cobre, el carbón y bancos privados.
Nixon indicó derrocarlo. Según la propia CIA, Nixon tenía una
relación personal con el Presidente de la Pepsi-Cola, con negocios
en Chile, e influyó en sus decisiones. Las trasnacionales ITT,
Anaconda, Kennecott Copper, Grace Corporation, Dow Chemical y Ford
Motor, se afectaban, e intervinieron en la actividad subversiva
contra Allende. Se aplicaron tácticas de bloqueo, sabotaje, guerra
psicológica, acuñar dinero falso, etcétera, hasta que llegó el golpe
militar de Pinochet. El gobierno norteamericano, la CIA y la ITT
tuvieron que reconocer después su confabulación para derrotar a
Allende y al Gobierno de la Unidad Popular.
La CIA, en coalición con los servicios secretos y gobiernos
testaferros, fortaleció su maquinaria. Había que evitar que llegaran
al poder otros hombres como Fidel y Allende. Los escuadrones de la
muerte y operaciones como "Cóndor", asesinaron, desaparecieron y
torturaron a cientos de miles de líderes y fuerzas progresistas de
la región. ¿Bajo qué argumento? Un informe de la CIA en 1980
expresaba: "¼ de 1968 a 1980 se registraron 6 714 manifestaciones de
terrorismo internacional¼ .Hoy, en 63 países operan 370 grupos
terroristas, principalmente marxistas". Como dijera un autor, eso
fue "terrorismo a la norteamericana".
A inicios de los 80, se producen dos "accidentes" aéreos donde
fallecen dos presidentes latinoamericanos: Omar Torrijos, de Panamá
y Jaime Roldós, de Ecuador. En común: aplicaron reformas y
defendieron la nacionalización de los recursos naturales, entre
ellos los energéticos. Ambos sufrieron las consecuencias del trabajo
de un mismo agente encubierto de la Inteligencia norteamericana.
Este agente denunció en su libro "Confesiones de un sicario
económico", que actuó bajo fachada de consultor privado y
utilizó métodos de engaño para estimular créditos e inversiones. El
objetivo: endeudar a dichos países. A pesar de lograrlo, no fue
suficiente, y por eso los dos fueron asesinados por la CIA. Lo
aseguran igual otros agentes de la CIA.
Con la victoria sandinista en Nicaragua en 1979, se
nacionalizaron las minas y los recursos no renovables. Reagan dio
instrucciones a la CIA de atacar por todos los medios posibles. En
ese contexto, invadió Granada en 1983. Maurice Bishop había roto con
25 años de dominación de un gobierno títere de Estados Unidos e
inició reformas que afectaron los intereses yankis. La CIA y la
oligarquía aplicaron el plan "Pirámide" para su derrocamiento.
Estados Unidos garantizaba que sus trasnacionales mantuvieran su
predominio en la "Gran Área", mediante la fórmula: CIA + militares
títeres + oligarquías corruptas. Es por eso que Wall Street adoró a
gobernantes como Leonidas Trujillo, Bánzer, Pinochet y a otros en el
continente, que llenaron de sangre sus pueblos y vendieron la
soberanía a los capitales yankis.
Las trompetas de Wall Street sonaron jubilosas en la década del
90. Un informe de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el
Comercio y el Desarrollo, llegó a decir en 1993: "Fuera de las
transnacionales: ¡no hay salvación!". El neoliberalismo, las recetas
"salvadoras" del FMI, la libre impresión del dólar, los TLC y el
ALCA, fueron los acorazados yankis de los últimos 20 años en América
Latina. Algo confiados de este escenario, se fueron a la conquista
del petróleo del Medio Oriente y de otros intereses estratégicos en
Asia Central y del Sur.
América Latina se levantó de su lecho de miseria y muerte. El
surgimiento paulatino de líderes y movimientos progresistas, desde
los propios estratos sociales heredados, han devuelto la luz a la
vida. Los procesos más radicales —los que nacionalizan recursos
naturales y perjudican a Wall Street y a su corporatocracia—,
resultan lógicamente los blancos principales.
Primero el doble golpe a Chávez. Uno clásico —el primero—, y uno
moderno: el paro petrolero del 2003. La CIA tratando de hacer de las
suyas, pero la Dirección de Inteligencia y Servicios de Prevención (DISIP),
no es la misma que daba oficinas y cargos al agente Posada Carriles.
En Bolivia, otro tanto con Evo. Se probó un golpe "constitucional".
En Honduras, a las evidencias de la participación de la trasnacional
Chiquita Brands (sucesora de la United Fruit Company)
en el golpe de Estado, se le suma ahora la decisión de Estados
Unidos de reconocer el resultado de las "elecciones". Con ello
"legitima" el tipo de golpe que estaba "fuera de moda", ahora
maquillado en la seudo versión del "golpe suave".
La vuelta atrás al sistema yanki de golpes de estado, es más que
una señal. La élite norteamericana debe estar buscando una nueva
doctrina para seguir enmascarando su ideología real: la colocación
de sus capitales y sus ganancias, que a su vez, le sirva para
justificar los cohetes que querrá lanzar desde las bases militares.
Parece que Obama era parte de la fórmula, pero la realidad en
América Latina no es cosmética, es profunda. La Wall Street
construida por los "padres fundadores" nunca se ha conformado con
una cuña, sino con todo el pastel. Pero el ALBA no se cotiza en la
bolsa, representa el capital humano de los pueblos.