Arizona va en camino de convertirse en el primero de los Estados
Unidos en tipificar como delito la mera presencia de inmigrantes
indocumentados.
Políticos de Arizona vuelven a promover proyectos de ley que
convertirían en delito el ingreso sin autorización en el estado, lo
cual permitiría a la policía arrestar a cualquiera que atraviese
ilegalmente la frontera hacia este territorio.
Este estado del sudoeste de Estados Unidos es considerado por
expertos un laboratorio de políticas anti-inmigrantes. En el 2007,
Arizona aprobó uno de los regímenes más duros de sanciones contra
los patronos que contraten mano de obra extranjera ilegal.
La campaña por la aprobación de la norma denominada apoyemos a
nuestras agencias del orden público y a nuestros vecindarios
seguros, se lanzó luego de que el gobierno central estadounidense
restringió la autoridad de la Oficina del Sheriff del condado de
Maricopa en materia de migraciones.
La aplicación de las leyes migratorias es considerada una
facultad del gobierno federal, pero Arizona le ha asignado a las
policías locales el poder de detener y de deportar a extranjeros
indocumentados. Washington avaló esa práctica en la presidencia de
George W. Bush (2001-2009).
"Los ‘feds’ (funcionarios federales) han estado ausentes y ahora
les niegan a otros la posibilidad de cumplir con su tarea", dijo
Russel Pearce, miembro del Senado de Arizona en representación del
opositor Partido Republicano.
Pearce cree que la policía local tiene, inherentemente, la
autoridad de hacer cumplir las leyes migratorias federales. También
piensa así el sheriff de Maricopa, Joe Arpaio, una de las figuras
más controvertidas del estado y de todo el país.
En el condado viven casi cuatro millones de personas. Arpaio,
quien se jacta de ser el sheriff más duro de Estados Unidos, es la
máxima autoridad de la policía local.
El Departamento (ministerio) de Seguridad Interna despojó a los
sheriffs de la autoridad para aplicar las leyes migratorias.
Pero Arpaio cuenta con una de las principales fuerzas de policía
anti-inmigrantes, tanto en las calles y campos de Maricopa como en
las cárceles, para lo cual debió sellar un acuerdo con el
Departamento de Seguridad Interna, que lo exceptúa del artículo
287(g) de la Ley de Migraciones.
Pero el actual subsecretario (viceministro) de Seguridad Interna,
John Morton, dijo que las acciones de Arpaio no eran consistentes
con el nuevo programa federal en la materia, el cual ordena la
captura de inmigrantes ilegales solo si cometen delitos graves.
La réplica de los políticos conservadores de Arizona no se hizo
esperar. El nuevo proyecto de ley local también cuenta con el apoyo
de la Asociación de Policías de Phoenix (PLEA).
Pero es posible que la iniciativa quede por el camino. En los dos
últimos años, versiones similares del mismo proyecto fueron
aprobadas por la legislatura y vetadas por la entonces gobernadora
Janet Napolitano, actual secretaria (ministra) de Seguridad Interna
en Washington.
Y este mismo año, el Congreso legislativo de Arizona dejó de lado
27 proyectos de ley, que habrían ordenado mayor represión contra los
inmigrantes ilegales.
En 2006 se aprobaron en las urnas cuatro iniciativas legislativas
sobre inmigrantes ilegales —entre ellas declarar el inglés idioma
oficial del estado— con 70% de los votos.
"Derrotaremos esas leyes en los tribunales", dijo el abogado
penalista Antonio Bustamante, crítico fervoroso del sheriff Arpaio,
para quien el proyecto en ciernes es claramente inconstitucional,
pues propone que autoridades locales regulen un área reservada al
gobierno federal.
Hasta ahora, los jueces han dejado tales iniciativas sin efecto.
Ahora están en curso los procesos de apelación.
Mientras, Arpaio esgrime leyes estatales para continuar
implementando redadas en barrios y empresas de predominio latino. En
la última, sus agentes arrestaron a 66 inmigrantes que se
trasladaban en automóvil.
En una conferencia de prensa, Arpaio explicó los criterios
utilizados para determinar quiénes serían arrestados, lo cual
levantó una espesa polvareda. "Carecer de (documento de)
identificación, parecer que acaban de llegar de México y admitirlo.
Eso es suficiente", dijo.
El Departamento de Justicia (fiscalía general federal) investiga
si este sheriff recurrió a la ilegal práctica policial y de
inteligencia denominada "racial profiling" o "perfil racial"
(elaboración de "perfiles criminales" o vigilancia selectiva sobre
la base del origen racial y religioso).
"Se burla de su propio gobierno y, en ese proceso, separa a los
padres de sus hijos", dijo el inmigrante indocumentado Francisco
Rojo, quien fue a trabajar en bicicleta en el día de la redada para
evitar ser arrestado. "Sinceramente, espero que el presidente Barack
Obama haga algo para detenerlo", agregó Rojo.
(Fragmentos tomado de IPS)