Nelson Domínguez, quien fue reconocido con el Premio Nacional de
Artes Plásticas 2009, estima que la vida de un artista no es sólo
ante su obra, sino también ante sí mismo.
En declaraciones realizadas hace un tiempo a esta periodista en
su Galería de la calle de Los Oficios, en La Habana Vieja, reconoció
que la gente espera mucho del artista y debe existir el compromiso
de no defraudarla.
Cada pintor tiene su proyecto de vida, pero su vida es parte de
su obra. "Mi máxima es y ha sido la duda y eso me motiva a buscar
nuevas dudas", afirmó el creador.
La sede permanente de sus obras en la capital cubana permite
apreciar las motivaciones de un hombre cuyo talento y maestría le
permiten incursionar en la pintura, la cerámica y la escultura.
La magia y calidez de los colores tropicales están presentes no
sólo en las plantas que ambientan su galería-estudio y que él mismo
cuida con singular interés, sino también en sus pinturas, algunas de
gran formato, que resultan impactantes.
A esas tonalidades propias de la tierra en que nació, suma el
color negro cuando quiere dar un toque de dramatismo, de fuerza al
mensaje que trasciende desde el lienzo.
En la obra de Nelson Domínguez se refleja la temática de los
cultos sincréticos, sin embargo confiesa que no se ha propuesto ser
un pintor de raíces negras porque en realidad su ambiente natural
está en África, aunque aquí se refleja en su gente el tema de la
religión.
Y recuerda que José Martí, Héroe Nacional de Cuba, expresó que
Cualquier tierra sirve, si el hombre sirve.
"Yo creo que el tema no es lo más importante, sino la forma en
que tú magnificas algo que no es trascendente."
En su obra se ha manifestado también ese recuerdo de la tierra
fértil, del aroma del campo por cuyos senderos caminó durante su
infancia en su Baire natal, un poblado del oriente cubano con ricas
tradiciones históricas.
"Eso influyó y sigue influyendo, aunque ya no pinte aquellos
paisajes propiamente puros como antes. Ahora los haría diferentes si
retomara el tema".
Cuando le preguntamos sobre aquello que más le llena el espíritu
y le hace sentir pleno nos responde:
"Tengo cuatro hijos y una de mis más grandes satisfacciones es
haber logrado que tres de ellos sean pintores, aunque hay una de mis
hijas que no es capaz de pintar ni una casita, pero tiene mucha
sensibilidad para el ballet, que también es un arte".
Y añade: "Una de las cosas que valoro como de las más hermosas
son precisamente mis hijos, pienso que es una obra colateral a la
pintura, y tanto una como otra, aunque son amores diferentes,
resultan sumamente importantes para mi".
Nelson Domínguez ha expuesto en numerosos países como España,
Italia, Francia, Japón, Malasia, Puerto Rico, Brasil, China,
Yugoslavia y Estados Unidos. Muchas de sus obras forman parte de
colecciones privadas de reconocidas personalidades y prestigiosos
museos en el mundo.
Con una sólida formación académica y un aval en la docencia
durante varios años, gusta de enseñar a los más jóvenes.
Su afán de búsqueda lo conduce a estar investigando siempre, a
escudriñar, a mezclar diversas técnicas, a combinar el humor y la
poesía, a transitar por figuraciones y fantasías que le aportan
nueva luz a su creación.