Arboleda florecida

MADELEINE SAUTIÉ RODRÍGUEZ

No suelen hacerse publicaciones al unísono de títulos cuyos autores están engarzados por lazos sanguíneos. Es, por tanto, excepcional la presentación de las tres obras que de madre, padre e hija tuvieran lugar en el pasado Sábado del Libro.

La feliz conjunción va más allá de esos vínculos. No se trata solo de que María Teresa de León, esposa del cantor de la España popular, sea la autora de El gran amor de Gustavo Adolfo Bécquer; Rafael Alberti, el de El amor y los ángeles, y a su vez, Aitana Alberti, fruto de esa unión, haya escrito La arboleda compartida. Más que un trío familiar al servicio de la literatura, los volúmenes, recurrentes entre ellos de por sí, poseen un mágico hilván que disfrutará el lector a la par que le descubrirá cada vez más convergencias.

Sobre los ángeles es el nombre de un grupo de poemas con que Alberti homenajeó a María Teresa cuando en 1946 vio la luz la genial biografía novelada del poeta de las golondrinas. En ella aparecían estos textos y un epílogo que también le incorporaría.

En El gran amor¼ la autora recrea la vida tormentosa de Gustavo Adolfo a cuya historia da inicio, y la termina con el entierro del insigne romántico español. En el interior de este círculo que ha escogido estilísticamente para contarla, aparecen los más fantásticos pasajes todos marcados por el fatalismo, que ha reconstruido desde sus rimas y algunas de sus leyendas. La obra es un acto de admiración y un homenaje al poeta sevillano universalmente conocido. El lector, que ávidamente se beberá la narración, tendrá la posibilidad también de pasearse por esos ambientes madrileños del siglo XIX que con tanto acierto describe María Teresa con su apasionado verbo.

El amor y los ángeles responde al título de la antología que con encomiable tino ha concebido Aitana para que, tanto los amantes de la poesía albertiana como la joven generación que pudiera desconocerla, hallen en sus páginas la esencia misma de su obra.

Como explica el poeta y ensayista español Benjamín Prado "los nuevos lectores de Rafael Alberti tendrán aquí la oportunidad de conocerlo bien; los que ya lo conozcan será difícil que echen de menos algo esencial de su escritura, porque aquí no está todo pero no falta nada de lo que tiene que estar".

"A Rafael Alberti no le gustaba hablar de ninguna de las dos cosas, ni del amor, ni de los ángeles. Y sin embargo esos dos extremos contienen toda su poesía", apunta el poeta César López en uno de los prólogos que posee la edición, lo que demuestra que "acertó plenamente Aitana cuando puso esas dos palabras como título de esa minuciosa antología porque son dos de los tres fundamentos esenciales de su obra."

Pero Aitana no se limita a evocar la figura de sus padres en prólogos y antologías sino que, parafraseando título e intenciones de rememorar vivencias, como lo hiciera su padre en La arboleda perdida, que escribiera en Argentina, nos entrega esta vez convertido en libro el follaje de sus memorias bajo el título de La arboleda compartida.

No por traer de vuelta a seres que ya no están físicamente embargan estas páginas un tono patético ni angustioso. Es dulce su voz en esta remembranza por la que pasean de la mano de los recuerdos Neruda, Cortázar, Guillén, Huidobro, Federico, Juan Ramón¼ todos de alguna manera partícipes de la vida ardua de estos seres.

 

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