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Porteadores privados de pasajeros
Cuando el reordenamiento se impone
Lourdes Pérez Navarro
De las 200 000 personas que a diario se trasladan en la provincia
de La Habana, más de 80 000 hacen uso del servicio que brindan los
porteadores privados en camiones y camionetas. Tal como muestran las
cifras, son de gran utilidad.
Transportar
más pasajeros de los admitidos en la licencia operativa pone en
peligro sus vidas.
Pero contribuir a "aliviar" la difícil situación que muestra el
territorio en la transportación de pasajeros, no puede implicar
maltrato, alteración arbitraria de precios y rutas, abarrotamiento
del vehículo poniendo en peligro vidas humanas... Tampoco significa
impunidad con los infractores.
Sobre el tema debatieron el pasado 20 de octubre los porteadores
privados de Artemisa, Guanajay, Bauta y Caimito con las autoridades
del Gobierno, del Partido, y dependencias de los ministerios del
Interior y de Transporte. Algo quedó claro: No se trata de
prescindir de ellos, sino de reorganizar y controlar
sistemáticamente el servicio.
Legales e ilegales
Actualmente en el territorio habanero existen 137 porteadores
privados con licencia operativa de transportación. De ellos,
trabajan diariamente unos 60.
Camiones
y camionetas deben estar basificados en las terminales, cumplir
rutas y frecuencias, y cobrar los precios establecidos.
Se estima que otros 90 realizan la actividad de manera ilegal.
Esto provoca indisciplinas en la vía —como el exceso de
velocidad—motivadas, esencialmente, por el "pirateo" del pasaje.
Todo ello sin pagar impuestos a la Oficina Nacional Tributaria, y
con rutas y horarios no planificados. Incluso es usual que camiones
y camionetas carentes de licencias recojan pasajeros en las propias
terminales, para disgusto de quienes las poseen.
La mayoría de los que hoy realizan la actividad "por la
izquierda" desean legalizar su situación; sin embargo, no se están
otorgando nuevas licencias operativas de transportación de pasajeros
para camiones y camionetas.
Luis Planas Igarza, director de la Unidad Estatal de Tráfico de
La Habana, informó a Granma que este año la provincia ha
incrementado el otorgamiento de dichas licencias a porteadores
privados, pero de equipos ligeros.
La entrega de la autorización a poseedores de camiones y
camionetas está sujeta a un estudio que actualmente realizan en la
provincia, pues conlleva la asignación de combustible. No es el caso
de los equipos ligeros, en los que el consumo del mencionado recurso
corre a cuenta de sus titulares.
Según estimados, la provincia debe trabajar con unos 160
porteadores de camiones y camionetas. En cuanto tengamos el petróleo
se otorgarán nuevas licencias operativas, afirmó Luis Felipe
Hernández Hernández, director provincial de Transporte; aunque
advirtió que no a todos los solicitantes, pues esto deberá
responder, amén de la demanda del servicio, a la existencia de
combustible.
La solución podría ser, dijo, destinar a los porteadores parte
del combustible que la provincia ahorra desde hace unos meses con el
reordenamiento de la transportación de cargas, lo cual está en
análisis. Entonces, estaremos en condiciones de fijar precios por
tramos, lograr mayor control sobre estos transportistas y exigirles
el cumplimiento de los contratos, añadió.
Hoy solo entregan un nivel de petróleo a porteadores que realizan
viajes a zonas rurales, quienes cumplen un objetivo social:
trasladar estudiantes por la mañana y devolverlos por la tarde a los
asentamientos.
¿Son uno, dos o cinco
pesos?
El precio del pasaje establecido una década atrás para los
camiones, por ejemplo, es de un peso para tramos entre 0 y 15
kilómetros; dos pesos para distancias de hasta 30 kilómetros. Esto
lo saben los porteadores, pero declaran abiertamente cobrar cinco
(algunos más).
El tema del no aseguramiento del combustible es retomado: En los
últimos años el precio del petróleo en CUPET se ha triplicado y hoy
cuesta un CUC el litro. Si desde el cine Lido (ubicado en el
municipio capitalino de Marianao) hasta Guanajay un camión consume
30 litros, ¿cómo costear el viaje?, preguntaron. La situación
provoca ilegalidades, al adquirir el producto en la llamada bolsa
negra, donde aseguraron tiene un costo de cinco pesos el litro.
Otros gastos corren también a cargo del particular, como la
adquisición de gomas, aceite y piezas de repuesto.
Concluido el análisis casuístico en los 19 municipios habaneros,
se elevará al Consejo de Administración Provincial el estudio sobre
estos temas, explicó Luis Felipe.
El necesario reordenamiento de la actividad, agregó, abarcará
también el contrato individual con cada porteador privado, su
enrutamiento en las terminales y un régimen disciplinario de trabajo
(horario de salida, cumplimiento de frecuencias, etc.) que evite la
competencia entre porteadores, la cual pone en peligro la vida de
los pasajeros.
Apuntó que al estar "enrutado" en una terminal, a los vehículos
se les garantizarán —además del combustible—, el mantenimiento, las
reparaciones y el suministro de accesorios y piezas de repuesto,
como un ómnibus más.
Sin impunidad
La fiscalización y control sistemático están llamados a ser
contrapartida de las infracciones que a diario cometan los
transportistas privados.
Severo Bernal López, jefe del Departamento de Inspección Estatal
de la Dirección Provincial de Transporte (DPT), subrayó que entre
las indisciplinas más detectadas están: transitar sin tener la
documentación del vehículo en regla, sin licencia operativa y con
ausencia del propietario. También figuran la violación del precio,
el exceso de velocidad y la cantidad de pasajeros.
Las medidas tomadas incluyen desde actas de advertencias, multas
y retiro de la licencia operativa, hasta el decomiso del carro.
Abogó por mayor cohesión en el trabajo de inspección. Tenemos 14
inspectores trabajando a nivel provincial, dijo; pueden parecer
insuficientes, pero en cada municipio existen, además, inspectores
integrales, los populares¼ Hay que engranar el mecanismo para que la
estructura funcione con eficacia.
Luego que en este diario se publicaran los teléfonos de la DPT de
La Habana (648-90-85 y 640-26-23) para que la población emitiera
quejas o recomendaciones, las llamadas han sido numerosas. El
pasajero se convierte así en un inspector de primera línea. Queda a
las autoridades analizarlas y tomar las medidas pertinentes, para
que no exista impunidad.
Todo apunta al necesario reordenamiento de esta actividad. Un
proceso que implique disciplina, organización y fiscalización
sistemáticas, correspondencia entre oferta y demanda, valoración
real del precio del pasaje, exigencia del cumplimiento de los
parámetros recogidos en las licencias operativas y contratos con el
porteador privado... sin obviar las posibilidades económicas del
país. |