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Bultos postales… ¿solución a las puertas?
Los paquetes procedentes del extranjero han
generado insatisfacciones que, en el 2008, resultaron casi
insostenibles y menguaron la credibilidad de Correos de Cuba. Hoy se
muestran cambios favorables en la concepción de los procesos,
mientras otras transformaciones están por venir
Lianet Arias Sosa
Del Puerto de Palos, en España, había partido la expedición. Era
el 12 de octubre de 1492 cuando el almirante vio tierra a la vista y
dio a Europa las alas para proclamar, desde entonces, el
"descubrimiento" de América. Cristóbal Colón, en su mítica travesía,
había tardado poco más de dos meses.
Orestes
Rodríguez, vicepresidente primero en funciones.
Muy lejos de aquel tiempo, el vertiginoso desarrollo de la
ciencia acorta los caminos; sin embargo, las bondades de las
tecnologías a ratos resultan insuficientes:
"No pretendo hacer portavoz de mi insatisfacción al periódico,
inmerso en tareas ingentes y de gran complejidad, nada comparables
con un simple bulto postal extraviado; pero no puedo ocultarles mi
desconfianza hacia las entidades relacionadas con la recepción y
tramitación de bultos postales del exterior" —explica Leticia
Centelles en correo electrónico a Granma—.
Le habían enviado un paquete en septiembre del 2008. Venía desde
España, la tierra que en el siglo XV despidió a Cristóbal Colón. El
bulto, que sí entró en Cuba, nunca llegó a sus manos.
Frase
colocada en la entrada de Vento y Camagüey, en Ciudad de La Habana,
donde reside la Dirección Nacional de Correos de Cuba.
EL AÑO OSCURO
En el primer trimestre del 2008, cuando Correos de Cuba decidió
contratar almacenes en la Zona Franca del Wajay, cercana al
Aeropuerto Internacional José Martí, y procesar allí parte de las
cargas; la Oficina de Cambio Internacional (OCI) ya había colapsado.
Abril del 2008 sorprendió a la OCI —encargada de dar tratamiento
a la paquetería extranjera— con una acumulación de bultos
provenientes de Estados Unidos y que habían hecho tránsito en México
durante cinco meses antes de llegar aquí. En dos vuelos chárter el
país azteca decidió enviar unas 57 toneladas. La cantidad
sobrepasaba todas las posibilidades de procesamiento y el espacio
físico de la Oficina.
Mientras, el volumen de bultos y la fuerza laboral no aumentaban
proporcionalmente. A ello, además, se unieron dos elementos: "Malas
condiciones de trabajo y de selección del personal. Realmente debido
a las propias circunstancias laborales, hubo que echar mano a
quienes podían, porque no era atractivo ni salarialmente, ni desde
el punto de vista de la alta intensidad del trabajo —añade Alfredo
Borrego, jefe de la Aduana Postal".
Los
bultos continúan acumulándose en la Oficina de Cambio Internacional.
En ese entonces, la Unión Postal para las Américas, España y
Portugal, de la que Cuba es miembro, había enviado un grupo de
expertos a petición de la Isla para estudiar el Correo nacional.
Entre las conclusiones figuraba el desatino de que nuestra ley
postal, una veterana de 1965, todavía continuara vigente.
El 2008, con razón, fue un año de retos. La posibilidad de hacer
inversiones, poner en cuenta regresiva las conductas negativas e ir
ordenando el proceso postal cubano, estaba a las puertas. Obtuvieron
dos equipos nuevos de Rayos X que vinieron a sustituir a otros en
pésimo estado y agilizaron actividades. Las balanzas, que hasta
entonces habían faltado en muchas oficinas o no eran idénticas en
todo el país, fueron compradas a China mediante un crédito de 4,0
millones de dólares facilitado por esa nación. De acuerdo con
Alexander Rubiera, vicepresidente de Telemática de la Empresa,
sumaban ocho los años sin renovación tecnológica.
Solo
en el raro caso de que se detecte algún objeto prohibido o un riesgo
potencial, el bulto sospechoso será abierto.
En el segundo semestre, y debido a todas las irregularidades que
en los últimos tiempos habían caracterizado al procesamiento de los
bultos postales, Correos de Cuba incluyó cámaras ocultas en la OCI.
La medida, que formó parte de un impulso a los cambios, mostró
imágenes vergonzosas: "Muchos robos —señala Eliécer Blanco,
presidente de la empresa". Los involucrados en esos hechos —y en
otros más recientes detectados con rapidez gracias a la nueva
dinámica de control— fueron separados de la Empresa y sometidos a un
proceso penal.
Fue entonces cuando un grupo de trabajadores sociales pasó a
laborar en la OCI. El Ministerio de la Informática y las
Comunicaciones también envió fuerza laboral. Después, la
implementación de un sistema de vigilancia completo, con 16 cámaras
profesionales, condujo a una mayor supervisión.
También el proceso de reingeniería arrojó más decisiones: el
reordenamiento del flujo operacional y la simplificación de los
procesos periciales de Aduana. De esa manera, los envíos demorarían
menos tiempo dentro de las plantas.
En
la OCI se han profundizado las medidas de seguridad.
En medio de ese tránsito, y cuando Gustav, Ike y Paloma habían
abandonado el territorio nacional dejando tras de sí un montón de
imágenes negras, Correos de Cuba lucía el mismo color. Unos 47 000
bultos postales permanecían en el aeropuerto. A pesar de las
medidas, los espacios físicos y la cantidad de personal seguían
siendo insuficientes. La OCI no podía recibir más paquetería. El
procesamiento de cargas de otros países también se retrasó.
Durante esos meses, los envíos y sus destinatarios estuvieron
bien desprotegidos. Muchos clientes protestaron. Lo hicieron a
través de cartas o correos electrónicos que llegaron a las
redacciones de los medios de comunicación. Las críticas colmaron
muchísimas veces las propias oficinas de la empresa.
En
la Oficina Transitaria del aeropuerto, los paquetes amenazan con
desbordar los límites.
Ese año, Correos de Cuba recibió unas 1 694 quejas. Los bultos
postales sellaron el mayor incremento: protagonizaron el 82% de las
inconformidades.
¿DESATENCIÓN A LA POBLACIÓN? SÍ
"A partir de noviembre —dice Leticia Centelles— comencé a llamar
a la Zona Postal 14, sita en 82 y 31, Marianao, con el propósito de
saber si ya había llegado (el bulto), y siempre recibí igual
respuesta negativa. Cuando en el mes de diciembre pregunté también
en dicho lugar, telefónicamente, adónde debía dirigirme para hacer
la reclamación correspondiente, no me orientaron de manera
satisfactoria."
De acuerdo con Orestes Rodríguez, vicepresidente primero en
funciones de la empresa, ahora laboran por que en cada dirección
territorial de la Ciudad (Habana Oeste, Habana Centro y Habana
Este), así como en las direcciones de provincia y las unidades,
exista un departamento de Atención a la Población. Sin embargo, aún
"hay falta de preparación en el personal que trabaja en
Correos"—sostiene el directivo.
La casa matriz, que hasta ahora fue centro de todas las
tramitaciones de las inconformidades, se encargará entonces de
encauzar a la población hacia el lugar donde sus inquietudes serán
resueltas; y lo hará a través de un centro de llamadas.
Mientras, el sistema informático implementado por Correos en el
área de bultos postales, que existe tanto en la OCI como en la
Dirección Nacional y las oficinas principales de todo el país, no
cumple siempre su encargo. Se supone que el bulto, traducido a
números y señas en la aplicación informática, deje una traza, una
huella que registra su peso y podría indicar exactamente dónde se
extravió o fue mal manipulado. El cliente, entonces, tendría una
respuesta rápida y oportuna.
Con la cantidad de quejas, creció también el volumen de
indemnizaciones. Hasta hace poco, sin embargo, hubo inconformidad
incluso con el modo en que Correos asumía esa responsabilidad.
Tenían establecido indemnizar, a partir de diversas normas, en
moneda nacional. Para muchos, aquello era toda una insatisfacción.
Luego, una norma ajustada a los convenios internacionales dispuso un
pago más apropiado a las necesidades y Correo comenzó a aplicarla a
los envíos perdidos desde el último semestre del año pasado hasta la
fecha. La medida tuvo también, por supuesto, una aplicación de
responsabilidad material para los trabajadores.
ESBOZO DE UN ITINERARIO
Hasta Aerovaradero, la Terminal de Carga del Aeropuerto
Internacional José Martí, llegan los aviones con las sacas o valijas
de todo el mundo. En ellos arriban también las encomiendas y los
bultos postales.
Después de que la carga aterriza y la Aduana General de la
República ejecuta el primer chequeo, TRASVAL, una agencia de
transporte de valores, se encarga de garantizar su llegada, sin
contratiempos, a la Oficina Transitaria del aeropuerto.
El local allí carece de condiciones adecuadas. Aun así, los
trabajadores recepcionan los bultos y realizan una segunda
verificación de la carga a partir de los documentos que deben
acompañarla. A veces, incluso, los crean —en caso de que no vengan
incluidos—, teniendo en cuenta la cantidad de valijas, su peso, y el
número de paquetes.
La ausencia de documentos, generalmente, es consecuencia de un
problema mayor. Más del 46% de los envíos con contenido que entran a
Cuba procede de Estados Unidos; pero el mantenimiento del tráfico
entre esa nación y la nuestra, que no tienen vínculos bilaterales,
existe hoy gracias a la presencia de terceros países.
Las naciones de tránsito, que casi siempre acumulan volúmenes
para enviarlos de un tirón, abren una peligrosa brecha en el
procesamiento postal cubano: la posibilidad de extravíos o
expoliaciones que quedarían en tierra de nadie.
Sellado por la Aduana, el camión donde TRASVAL traslada las sacas
con sus bultos inicia el viaje hacia la OCI o la Agencia Aduanal y
Transitaria del Wajay, sitio destinado específicamente a los bultos
de Estados Unidos y que alivia en buena medida las dificultades de
la Oficina.
Entonces, la Aduana realiza el proceso pericial y, a través de un
estudio con Rayos X, determina cuánto debe pagar el cliente por la
recepción de su bulto postal. Solo en el raro caso de que se detecte
algún objeto prohibido o un riesgo potencial, el bulto sospechoso
será abierto.
Aquí también, claro está, se comprueba que el número de valijas y
los pesos declarados en la documentación resultan idénticos, una
garantía de que ninguno de ellos ha sido violado. A partir de la OCI
y del Wajay, el programa informático de rastreo y seguimiento sirve
de plataforma para introducir los datos de cada envío. Desde
entonces hasta su destino final en alguna oficina postal del país,
las valijas serán aseguradas por camiones de TRASVAL y en cada
unidad a la que arriben —ya sea provincial o municipal—, la
comprobación de pesos y de números se repetirá una y otra vez.
AÚN POR HACER
Correos de Cuba pretende trasladar la OCI, con toda razón, hacia
un sitio más amplio; pero, mientras, se instalan aires
acondicionados en el local actual, de manera que sus trabajadores
—pocos todavía— laboren en condiciones apropiadas.
Jóvenes del Servicio Militar Alternativo son la mano de obra
desde abril, cuando los Trabajadores Sociales dejaron en ellos la
difícil encomienda. Hoy Correos de Cuba tiene por desafío encontrar
finalmente una fuerza de trabajo estable y bien entrenada.
También la Oficina Transitaria del aeropuerto demanda cambios.
Los responsables allí planean adquirir dentro de poco una nave más
amplia, y aunque ahora mismo alguna que otra traba hace de las
suyas, el empeño parece superior.
La pronta instalación de un sistema informático internacional que
conectará a Correos de Cuba con los demás del mundo, representará un
paso importante en la voluntad de mejorar ostensiblemente sus
servicios. Entonces, la ausencia de documentación se compensará de
cierta manera, pues la aplicación informática la garantizaría. El
programa, que será instalado también en las principales oficinas del
país a la manera del que actualmente genera las huellas del bulto
postal, requerirá también una mayor preparación de sus operadores y
conllevará sin duda a un mejor control.
Las cargas, sobre todo las estadounidenses, seguirán creciendo.
Durante el 2004 el país llegó a recibir 49,1 toneladas; el año
pasado, ascendieron a 141. En estos momentos se encuentra en pie un
proceso de negociación entre Cuba y Estados Unidos para subsanar
algunas anomalías. Mientras, el consenso en torno a una nueva Ley
Postal cubana parece inevitable. Cambios vertiginosos imponen, desde
lo jurídico, una mirada diferente.
Por el momento, Leticia Centelles lamenta la pérdida de un
obsequio, pero no tanto. Lo que en realidad le duele —y muchísimo,
aun siendo indemnizada— es que el mal trabajo de algunos haga que su
nación "parezca un desastre".
Apremia ahora que las medidas y la voluntad de Correos de Cuba se
traduzcan en hechos o, mejor, se borren los hechos —harto
lamentables— que han sido antítesis de los valores inherentes al
servicio postal. |