La eliminación del Mosquito Aedes aegypti transmisor de
peligrosas enfermedades (el dengue, y fiebre amarilla, entre otras),
por sus consecuencias para la salud humana y la economía, deviene
batalla sin tregua, en la que es imposible prescindir del concurso
de la población.
Esa conclusión, aplicable a cualquiera empresa que se lleve a
cabo en Cuba, se ajusta como anillo al dedo a la estrategia contra
este enemigo, que no por pequeño en tamaño, dejar de ser
"inteligente" y dañino.
Resulta obvio que las tres cuartas del éxito están en manos de la
ciudadanía, responsable de realizar en la vivienda y en las
inmediaciones el autofocal, aunque también el sector estatal debe
aumentar las medidas y acciones para evitar su propagación.
Dicho término resume la imprescindible autoinspección, al menor
una vez por semana, para proscribir la existencia de recipientes de
cualquier tamaño contenedores de agua, susceptibles de convertirse
en focos reproductivos del flagelo.
Es sabido que el Aedes aegypti para depositar sus huevos
aprovecha desde una cáscara hasta grandes tanques para
almacenamiento de agua, y septiembre, octubre y noviembre son
históricamente meses de alta reproducción.
De nada valdría la exigencia a trabajadores y administradores de
las dependencias estatales, ni la sistemática lucha antivectorial de
las autoridades de Salud Pública, si en los hogares no se diezma al
Aedes en su etapa de indefensión.
En opinión de Juan Alcides Correoso, director de la Unidad de
Vigilancia y Lucha Antivectorial en Guantánamo, la victoria contra
ese "temible" mosquito está en manos de que cada cubano cumpla la
vigilancia establecida en sus inmuebles y áreas contiguas.
"No estamos pidiendo tanto, sino que se protejan a sí mismos, y a
su familia, con el mínimo esfuerzo, y no esperen a contraer la
enfermedad, para tomar conciencia tardía de lo importancia de
prevenirla y lo funesto de contraerla".