.— Para las próximas
elecciones generales del 25 de octubre, además de votar las fórmulas
presidenciales y elegir a los integrantes del Parlamento, los
uruguayos están convocados a dos plebiscitos.
Uno de ellos y el de más trascendencia política definirá la
anulación o no de la Ley de Caducidad, y el otro pondrá a
consideración la posibilidad de que los uruguayos puedan sufragar
sin estar en la nación.
Según establece la Corte Electoral de la nación suramericana,
ambas consultas se aprobarán si obtienen mayoría simple de las
boletas válidas.
En 1986 el Parlamento local aprobó la Ley de Caducidad con el
voto de legisladores de los partidos Blanco y Colorado,
conservadores, y la oposición del Frente Amplio, ahora en el
gobierno.
La norma impide procesar y condenar a castrenses y policías
autores de secuestros, torturas y otros crímenes de lesa humanidad
entre 1973 y 1985, período de regímenes dictatoriales.
Sometida a consulta popular en 1989, fue ratificada bajo presión
de los militares, quienes amenazaron veladamente con un nuevo golpe
de Estado si era derogada.
Organizaciones de derechos humanos agrupadas en la Coordinadora
Nacional desarrollaron una amplia campaña desde el 2007 para recoger
las más de 250 mil firmas necesarias y convocar a un referendo sobre
el estatuto.
Bajo la consigna Nunca más Terrorismo de Estado los promotores de
la anulación se basaron en el artículo 331 de la Constitución, que
habilita a reformar la Carta Magna a través de mecanismos de
iniciativa popular.
Luis Puig, dirigente de la Coordinadora, confía en que el 60 por
ciento de los votantes haga suya esta causa cuya ética -dijo- está
por encima de signos políticos.
Estima Puig que pasará con creces el mínimo requerido para
suprimir la ley, por tocar hondamente la dignidad y el sentido de
justicia de nuestros compatriotas.
En cuanto a la posibilidad de habilitar el sufragio epistolar
para los uruguayos residentes en el exterior implicará, si progresa,
aplicarlo a partir del año 2014.
Determinará además que la Corte Electoral podrá evaluar e
instrumentar mecanismos alternativos como la votación por Internet y
electrónica o eventualmente alguna otra opción que el ente pudiera
estimar.