Lo indiscutible, sin embargo, es que a pesar de largos periodos
de sequía, azote de huracanes y limitaciones de recursos, el
panorama evoluciona, paso a paso.
El 2009, por ejemplo, tiene motivaciones: por fin Las Tunas ha
logrado saltar la cota número 13 en el índice de boscosidad, al
tener cubierto de bosques el 14,09% de la superficie territorial.
Aún así, como afirma el ingeniero Pablo César Ávila, director del
Servicio Estatal Forestal, "no estamos conformes con ese resultado.
El ritmo de crecimiento es todavía lento."
La provincia pretende llegar al 2015 con un 18,4% de superficie
cubierta por bosques. Para lograr esa aspiración hay que asegurar
crecimientos anuales del 0,6% y todavía el saldo está por debajo.
La práctica sigue confirmando que el incremento real en el área
verde no depende solo de lo que cuantitavamente sea capaz de plantar
la provincia. Tan importante como eso es la calidad con que
transcurran la siembra y las atenciones culturales: decisivas
también para lograr una adecuada supervivencia.
Por eso, especialistas y trabajadores perfilan cada vez más una
estrategia que permita garantizar una buena "retaguardia" de
viveros, aprovechar lluvias, hacer corresponder las especies con los
suelos más propicios para ellas, crear motivaciones más allá del
servicio propiamente forestal.
Sobre esa base, se aprecia cierta reanimación en más de 200
fincas forestales (se aspira a tener 500 en el 2015), así como en
otras alternativas de carácter multisectorial y popular.
Por suerte para los tuneros, la sequía no ha sido, últimamente,
tan cruel como años atrás.