.— Los sectores de derecha en
Honduras insisten en negar el golpe de Estado, pero el presidente de
facto, Roberto Micheletti, reconoció hoy que depusieron a Manuel
Zelaya por su orientación hacia la izquierda latinoamerica.
Sacamos a Zelaya porque se fue a la izquierda, puso a comunistas,
dijo el representante del golpismo al diario argentino Clarín, en
entrevista concedida en la Casa Presidencial de esta capital.
Según Micheletti, el único error fue la forma de derrocar al
mandatario constitucional, al detenerlo y luego sacarlo del país,
reseñó el periódico de la nación suramericana.
La Organización de Naciones Unidas reiteró durante está semana la
condena al golpe militar y exigió nuevamente el restablecimiento de
Zelaya en su puesto de primer mandatario.
En las calles hondureñas, describió Clarín, la resistencia a
favor de Zelaya sigue cada vez más controlada por policías y
militares y con la dificultad de organizarse: los medios opositores
fueron callados.
Micheletti, quien también justifica la asonada castrense por
supuesta corrupción del dignatario electo por el pueblo, lamentó que
Zelaya se hizo amigo de Daniel Ortega, Chávez, Correa, Evo Morales;
es decir, de los presidentes de Nicaragua, Venezuela, Ecuador y
Bolivia.
Durante la reciente II Cumbre América del Sur-África (ASA), en la
venezolana Isla de Margarita, el mandatario boliviano, Evo Morales,
alertó que el proceso golpista que sufre la nación hondureña es una
advertencia del imperialismo hacia los países del ALBA (Alianza
Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América), un mecanismo de
integración solidaria en pro de la equidad y la justicia social.
También en repuesta a Clarín, Micheletti consideró que la elevada
presencia de militares en los espacios públicos es porque defienden
la democracia, la Policía igual. Es para cuidar la reacción
incendiaria de Zelaya. Ellas nos apoyaron pues íbamos al abismo.
Una Misión Internacional de Observación sobre la situación de los
derechos humanos en Honduras constató una realidad distinta: La
Misión concluye que lo que está en juego es mucho más que una simple
lucha política para restablecer un orden legal y permitir a un
presidente legítimo regresar al poder.
Los hechos, indicó el documento, evidencian una conflictividad
social no resuelta, de la que forman parte una elite económica que
usurpó el poder en forma antidemocrática, aliada con el Ejército, y
diversos sectores que reclaman un nuevo orden institucional y social
que implicaría mayores espacios de participación ciudadana.
La represión, indicaron los observadores internacionales, se
manifiesta en particular contra los líderes campesinos,
ambientalistas, indígenas, afrodescendientes, mujeres que se
movilizan por sus derechos y contra los dirigentes sindicales.