En 1989, el representante USA en la OEA encubrió un
caso de tortura en Guatemala
JEAN-GUY ALLARD
Lewis Amselem, el jefe de la delegación norteamericana ante la
Organización de Estados Americanos (OEA), quien calificó de
"irresponsable" e "idiota" el regreso a su país del presidente
Manuel Zelaya fue denunciado, hace años, por haber encubierto a los
individuos, uno de ellos de nacionalidad estadounidense, que
torturaron y violaron a una monja norteamericana en Guatemala.
El 2 de noviembre de 1989, Dianna Ortiz, fue secuestrada,
ultrajada y torturada por elementos de las fuerzas de seguridad de
Guatemala vigilados por un ciudadano norteamericano.
Desde entonces, Ortiz ha intentado, incansablemente, que el
gobierno de los EE.UU. reabra los expedientes de todos aquellos que
fueron víctimas de actos brutales en Guatemala en el periodo de las
dictaduras pronorteamericanas.
"El retorno del presidente Zelaya a Honduras es irresponsable e
idiota y no sirve ni a los intereses de su pueblo ni a aquellos que
buscan el restablecimiento pacífico del orden democrático en
Honduras", ha declarado Lewis Amselem, con una arrogancia
correspondiente a su papel de representante alterno de Estados
Unidos ante la OEA.
Amselem estuvo en Guatemala como Oficial de los Derechos Humanos
de la embajada estadounidense en la época del gobierno de Vinicio
Cerezo, una administración civil bajo la cual el ejército seguía
combatiendo de manera salvaje a la guerrilla. Cerezo fue criticado
por su inercia ante los casos de violaciones de derechos humanos.
Coincidencia, 1989 es el año cuando el agente CIA y terrorista de
origen cubano Luis Posada Carriles pasa a Guatemala, donde se le
fabrica una cobertura de jefe de seguridad de la telefónica estatal
Guatel. El presidente Vinicio Cerezo le otorgó poderes especiales
que lo convirtieron virtualmente en gánster. Se le atribuye durante
ese periodo toda una serie de ejecuciones, secuestros, estafas y
ajustes de cuentas.
UNA FOSA LLENA DE CADÁVERES
Dianna Ortiz era monja de las Hermanas Ursulinas cuando decidió
consagrarse a los más humildes al irse a América Central con otras
hermanas a trabajar de enfermera en pequeñas aldeas indígenas.
Pronto recibió amenazas anónimas acusándola de complicidad con la
guerrilla y ordenándole irse del país.
Según su recuento de los acontecimientos de aquel día de
noviembre de 1989, dos hombres la capturaron en un jardín de un
centro comunitario y la llevaron en un carro de policía no
identificado a la Antigua Escuela Politécnica, una academia militar
de la Ciudad de Guatemala.
Empezó un horrible interrogatorio en el curso del cual Dianna
Ortiz fue quemada más de 100 veces con cigarrillos y violada
repetidamente por sus torturadores que le ordenaban identificar a
"subversivos". Tantos fueron los malos tratos que la mujer se
desmayó.
Según el informe publicado en 1996 por la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos, Dianna Ortiz "en un momento dado recuperó el
conocimiento y comprobó que le habían atado las muñecas a un sostén
por encima de su cabeza. Le pareció que estaba en un patio. Entonces
ella sintió que varias personas movían una losa pesada en el piso.
La bajaron a un foso lleno de cuerpos. Se volvió a desmayar. Cuando
despertó estaba en el suelo y los hombres habían comenzado otra vez
a abusar de ella sexualmente".
La interminable sesión de torturas se interrumpió cuando llegó un
personaje, que dijo llamarse Alejandro, quien explicó que había sido
confundida con una líder de la guerrilla llamada Verónica Ortiz
Hernández.
Mientras "Alejandro" la llevaba en su Jeep a la "casa de un amigo
de la embajada", Dianna se escapó aprovechando una parada en un
semáforo.
UN RESIDUO DE LOS BUSH
Lo que siguió, fue un verdadero calvario para la mujer ya
destruida por esta infernal experiencia.
El ministro guatemalteco de la Defensa, Héctor Gramajo, dijo
públicamente que Dianna Ortiz había inventado su historia, añadiendo
insultos e insinuaciones infamantes de carácter sexual.
Investigando el tema, reporteros de la cadena televisiva ABC News
identificaron la fuente de estos rumores degradantes. Provenían del
Oficial de Derechos Humanos Lewis Amselem, quien, al ser
interrogado, negó vehementemente cualquier implicación.
El reverendo Joseph Nangle de la Comunidad de San Francisco
reveló más tarde que Amselem habló ante él del tema, con una
grosería que lo escandalizó.
Otras confidencias de personas que conversaron por aquel entonces
con el diplomático estadounidense confirmaron los comentarios de
Nangle y añadieron que Amselem multiplicaba las referencias
injuriosas hacia la presencia de voluntarios religiosos en
comunidades indígenas de Guatemala.
El 16 de octubre de 1996, la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos, basándose en la información presentada y su investigación y
análisis del caso, reconoció la veracidad de las declaraciones de
Dianna Ortiz y condenó al gobierno de Guatemala.
Sin embargo, Estados Unidos, su embajador Thomas F. Stroock, y el
funcionario Amselem, quienes constantemente obstaculizaron la
investigación, no son mencionados en el documento.
En 1995, un tribunal norteamericano condenó a Héctor Gramajo a
pagar 47 millones de dólares a Dianna Ortiz y a otras de sus
víctimas.
Amselem fue un diplomático que disfrutó las administraciones Bush
y que se quedó de residuo, como muchos otros elementos
ultraderechistas, en la actual administración Obama. |