Queríamos que este año se iniciara el Curso Escolar con una 
			lección de Cívica; queríamos que lo primero que ustedes oyesen en la 
			Escuela este curso fuera un ejemplo vivo de moral; queríamos que 
			todos los niños de Cuba... concurriesen simbólicamente a una sola 
			clase, a una sola lección. 
			[...] no se puede enseñar sin el ejemplo. Cuando el maestro les 
			explique a ustedes cualquier materia pregúntenle por el ejemplo, que 
			la vida, o que la naturaleza va a diario presentándonos y entonces 
			ustedes verán cómo lo que antes no comprendieron lo entenderán 
			mejor. Sobre todo en materia de Moral y de Cívica, es preciso 
			enseñar con el ejemplo.
			Por eso, niños cubanos, los hemos traído aquí, los hemos traído 
			al antiguo campamento militar de Columbia, hoy orgullosa Ciudad 
			Libertad, para decirles a ustedes lo que significan estos terrenos, 
			para decirles a ustedes lo que significan estos muros, porque los 
			niños de Cuba deben aprender la Historia de un pueblo que tuvo que 
			conquistar con sangre el derecho que tienen los niños a mandar en 
			este territorio, en estos terrenos hoy Ciudad Escolar.
			Martí nos dijo que los hombres van por dos bandos, andan en dos 
			bandos: los que aman y construyen, los que odian y destruyen. No 
			crean ustedes nunca, niños de nuestra Patria, que existe otra 
			diferencia entre los hombres. Los buenos, los que aman y construyen, 
			gozan construyendo; los malos, los que odian y destruyen, gozan 
			destruyendo. Esa es la única legítima diferencia que existe entre 
			los hombres. No crean que existen otras diferencias entre los 
			hombres.
			Pues bien, aquí en este campamento se unieron un día todos los 
			malos, todos lo que gozaban con el egoísmo, todos los que no gozaban 
			construyendo, todos los que gozaban destruyendo. Y en este 
			campamento formaron un ejército, mucho, pero mucho más poderoso que 
			nuestro Ejército Rebelde: Al creer en su maldad, ellos creían que 
			todos los hombres eran malos, que todos los hombres eran de su misma 
			condición; y como los políticos cubanos le habían hecho perder la fe 
			al pueblo, le habían hecho perder la confianza y la voluntad, el 
			pueblo se sentía como decepcionado y creían que nunca podría 
			aplastar al Ejército de los que odiaban y destruían.
			Pero entonces el pueblo se fue uniendo, se fue uniendo tras una 
			sola dirección, tras un solo grupo, se fue uniendo tras una sola 
			revolución y fue así entonces, como el pueblo de Cuba fue uniéndose 
			a los buenos, fue uniéndose a los virtuosos, fue uniéndose a los que 
			amaban y construían, fue uniéndose a la Revolución Cubana.
			Los malos creían que no podían vencerlos porque ellos estimaban 
			que la virtud y que la bondad no eran fuerzas capaces de destruir a 
			un ejército poderoso; ignoraban que lo que es indestructible es un 
			pueblo con fe, con fe en sus destinos que es decir confianza en su 
			acción, confianza en sus valores, confianza en los valores del 
			hombre digno.
			Y así fue que vimos derrotada la tiranía, y así fue que este 
			pueblo pudo entregarle a los niños de Cuba este campamento, no ya 
			convertido en campamento, sino convertido en escuela, y lo hemos 
			hecho porque tenemos fe en los niños, porque sabemos que son 
			generosos, porque como dijo Martí: "Los niños son los que saben 
			querer, los niños son la esperanza del mundo".