La familia teatral cubana despidió en la mañana de ayer a uno de
sus grandes, Antonio Ruiz, destacado teatrista y pedagogo. Bebo,
nombre artístico que lo identificó por más de 50 años, falleció en
la capital a los 75 años de edad a causa de una afección
cardiovascular en plena faena docente, en la Escuela de Instructores
de Arte Eduardo García Delgado.
El incansable dramaturgo y promotor cultural fue merecedor de los
premios nacionales de Cultura Comunitaria y de la Enseñanza
Artística, así como de la Medalla Alejo Carpentier y la Distinción
por la Cultura Nacional. Natural de Matanzas, inició su carrera como
actor y director de la Sala Anate cuando solo contaba con 23 años de
edad. Luego del triunfo revolucionario se desempeñó, como maestro y
organizador del Movimiento de Aficionados en el Teatro Nacional,
tarea que dio paso a los primeros cursos de formación teatral para
los instructores de arte. Director también del Teatro Infantil del
Consejo Nacional de Cultura, creó en la década del noventa
Juglaresca Habana, agrupación formada por más de 20 unidades
artísticas a las cuales consagró su magisterio y optimismo.
Siempre en contacto con los niños y la cultura comunitaria, Bebo
mantuvo una intensa relación con el público de los poblados más
alejados, lo que le permitió investigar tradiciones locales y
recrear mitos con la integración de diversas disciplinas artísticas.
Nuestra escena atesora, en la figura de Bebo un juglar de teatro y
de enseñanza, rostro imprescindible al que reverenciamos en un
último adiós.