Más
de cinco décadas después de que Gene Kelly y Stanley Donen se
unieran para crear uno de los musicales más famosos de la historia
del cine, los integrantes del grupo cubano Aire de Concierto también
cantaron bajo la lluvia. Sin embargo, esta vez fue el jazz la banda
sonora elegida para un día pasado por agua.
A pesar de que el clima haya dado un "golpe bajo" en sus
aspiraciones de finalizar el espectáculo, los jóvenes integrantes de
Aire de Concierto lograron poner en juego, en los jardines del
Teatro Mella, toda la riqueza de matices de su música y las
aptitudes interpretativas que les valieron el premio JoJazz el
pasado año en la categoría de agrupación de pequeño formato.
Fundado en el 2007 este grupo ha desarrollado, a partir de
concepciones estéticas propias, variadas combinaciones estilísticas
que delatan su fascinación por los ritmos tradicionales cubanos. De
hecho una de las principales características de la banda ha sido su
habilidad para asumir y reactualizar géneros que han marcando pautas
en el devenir sonoro de la Isla, ya sea la contradanza, el danzón o
el cha cha cha, entre otros, una línea de creatividad y de
experimentación que fluye como una constante en su repertorio y que
comparte muchos puntos en común con los presupuestos artísticos de
la más joven vanguardia del jazz nacional.
Así lo prueba la asunción de piezas como Capullo de alelí,
Tumbao con moña, Modo y compás y Sensaciones,
respaldadas por una construcción melódica en la que sobresale, como
uno de sus rasgos más distintivos, el original trabajo que realizan
para enaltecer las múltiples posibilidades y la versatilidad de los
clarinetes, instrumento que se conjuga armónicamente en el peculiar
lenguaje rítmico de la alineación, en el que se integran por igual
los aires del jazz latino o cubano y los del legado espiritual y
tímbrico de la tradición popular.
Otra de las particularidades de la exposición musical que
brindaron en los jardines¼ fue la fluidez
alcanzada entre todos los componentes de la formación. Este concepto
se hace evidente en la manera en que conciben y afrontan las obras
de su repertorio. Cada uno de los integrantes asume el concierto
como un todo. Saben poner su talento creativo en función de que el
equilibrio entre la variedad de estilos de la banda alcance su mayor
grado de efectividad y sutileza en escena, en la que logran
desplegar todo: sus apreciables méritos individuales y el elegante
virtuosismo que exhiben como instrumentistas. Lo hacen de tal forma
que el resultado final parece fruto del desempeño de un grupo de
músicos que se conocen de memoria.
Pero lo cierto es que estos jóvenes intérpretes han puesto a
batir buenos aires de concierto en el panorama musical de la Isla,
aunque en este, especialmente, hayan terminado cantando bajo la
lluvia como Gene Kelly en aquella película que todavía hoy sigue
encantando a los cinéfilos de todo el mundo.