Durante
su campaña electoral, Barack Obama hizo tres promesas en las que
insistió. Dijo que reformaría el sistema de salud, reduciría el
déficit fiscal y no aumentaría los impuestos de la clase media. La
mayoría de los estadounidenses le creyó y lo votó. Pero ¿es esto
posible?
Recientemente los dos asesores económicos de más peso de Obama,
el secretario del Tesoro, Timothy Geithner, y el director del
Consejo Nacional Económico, Lawrence Summers, no descartaron la
posibilidad de un aumento de impuestos para la clase media. Geithner
dijo que podría ser necesario para poder reducir el déficit,
mientras que Summers afirmó que la financiación de la reforma del
sistema de Salud deberá provenir de "alguna parte". Geithner
especificó que la carga impositiva no recaerá en "primera instancia"
sobre la clase media, mientras que Summers señaló que la clase media
no tendrá una carga impositiva adicional "injusta".
El vocero de Obama, Robert Gibbs salió a desmentirlos. "Obama
cumplirá con su promesa de no aumentar los impuestos a la clase
media", dijo ante las incisivas preguntas que le hicieron los
periodistas.
¿A quién hay que creerle? Según los sondeos de opinión el pueblo
norteamericano le cree más a los economistas de Obama que a su
vocero. Solo un 41% está a favor de la reforma sanitaria porque la
mayoría cree que va a implicar un aumento del déficit fiscal.
De acuerdo a los cálculos del propio gobierno la reforma
sanitaria costará un millón de millones de millones de dólares en
los próximos diez años. El déficit fiscal es actualmente de 1,8
millón de millones de dólares. Y la deuda nacional, es decir lo que
Estados Unidos pidió prestado para pagar su déficit ya suma 11
millones, de millones de millones de dólares.
El problema es que debido a la recesión económica la recaudación
impositiva ha caído brutalmente. Según los cálculos oficiales, este
año el Tesoro perderá un 18% de ingresos, es decir la mayor caída
desde la Gran Depresión de los años treinta.
El gobierno insiste en que la reforma del sistema de Salud
implicará a largo plazo una reducción del déficit ya que terminará
con una cantidad de programas que son tan costosos como
innecesarios. Quizás. Pero quién pagará el costo en el corto plazo
cuando hay otros rubros en el presupuesto, como el sistema de
jubilaciones, que se están por quedar sin fondos.
En ese contexto, mucho dependerá de cuán rápido se recupere la
economía. Y como nadie tiene la bola de cristal ningún economista,
incluyendo los de la Casa Blanca, se atreve a decir que no será
necesario aumentar los impuestos de la clase media. (Tomado de
Rebelión)