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Hondura y los golpistas norteamericanos, el cuento de nunca acabar

JORGE LEGAÑOA ALONSO

"LA LUNA SE QUEDÓ LLENA Y LOS LOBOS NO PARAN DE AULLAR", un gran titular que parecería pura ficción; un cuento salido de las mejores fábulas infantiles, pero que no tiene nada de invento, es la mismísima realidad. Desde que el pasado 28 de junio los Pinochelettistas secuestraran la democracia en Honduras los lobos del Congreso norteamericano —léase Ileana Ros-Lehtinen, Mel Martínez and Company— no han dejado de aullar para que los golpistas gocen del respaldo del gobierno de Obama.

Cuando en la tarde de este martes el legítimo presidente Manuel Zelaya se reunía con la señora Clinton y salían de allí posturas y decisiones tibias por parte del gobierno norteamericano, en una solución Made in USA —o sea, pura demagogia— la loba feroz, salió en defensa de su gobierno: "Esa es una mejor posición de la que teníamos hace 24 horas"...."Creo que es la posición correcta que tiene que adoptar el Departamento de Estado", refiriéndose a la postura de Hillary.

Claro, a la lobo-congresista ahora si le conviene que haya mayor ambigüedad en la posición norteamericana. Ella había declarado el 30 de junio que "las fuerzas militares de Honduras respetaron la Constitución" al "remover" —sinónimo de secuestrar— al presidente José Manuel Zelaya del poder.

Lo cierto es que las recientes declaraciones llegan después de una enrevesada y colérica carta que la Ros enviara el primero de julio, al Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes de los EE.UU. y al inquilino del número 1600 de la Pensylvania Avenue. Y aquí entre nos, parece que le dio resultado:

"Yo esperaba que la Administración adoptara una propuesta deliberativa y responsable con relación a los acontecimientos en Honduras. Sin embargo, la posición de EE.UU. parece haber estado enfocada desde el principio a apoyar a un individuo, al Presidente José Manuel Zelaya Rosales, quien irrespetó la Constitución de Honduras, el estado de derecho, y las instituciones democráticas."

Lo cierto es que más allá de su apoyo incondicional al golpe, solo faltó agregar que había participado directamente en la escritura del guión antidemocrático que Goriletti puso en escena, pues los argumentos aparecen como calcados: "la crisis constitucional en Honduras no comenzó el domingo 28 de junio, ella se inició por lo menos tres meses antes, cuando el señor Zelaya dio a conocer su Decreto Ejecutivo del 23 de marzo de este año donde llamaba a realizar un referendo antes de julio para extender su término presidencial", afirmó.

Por su parte, Melquíades Martínez, Mel —nada que ver con Zelaya— por su parte no se quedó atrás, condenó la posición de Estados Unidos frente al golpe de Estado de Honduras calificando de "hipócrita" la actitud de su gobierno y de la comunidad internacional y atacando a Cuba con su habitual retórica. El lobo-político de la Florida, peón del ala ultra conservadora del Congreso norteamericano, acusó al presidente constitucional hondureño Manuel Zelaya de haber actuado al margen de la Constitución de su país. "El presidente Zelaya, por sus propias acciones, pudo haber incitado lo que ha ocurrido", dijo.

"Necesitamos ser cautelosos con esto", insistió Martínez afirmando que "por eso es importante que las potencias extranjeras se retiren, que los hondureños lo resuelvan y que el proceso constitucional se restablezca".

El discurso golpista de los norteamericanos es el mismo, no cabe duda y tuvo su mejor expresión en las palabras cuestionadoras de la Ros: "Estados Unidos erró al dar una respuesta. Esto es un error serio en la diplomacia de EE.UU. y el apoyo a la democracia. De esta forma, algunos podrían argumentar que los Estados Unidos es cómplice en la escalada de la crisis constitucional en Honduras."

La loba y los lobitos proponen volver a la época en que el embajador John Negroponte alimentaba a los escuadrones de la muerte para mantener a raya a los guerrilleros que luchaban por la soberanía en su país. Claro, según los congresistas esto no era injerencia, solo una pequeña ayuda para sostener la democracia en Centroamérica.

Sin lugar a dudas el cuestionamiento en su carta fue tan crudo que llegó a censurar al gobierno norteamericano por estar de acuerdo con las propuestas plateadas por los líderes de Venezuela, Nicaragua, Bolivia —todas adoptadas por consenso— en el ALBA, la OEA, el Grupo de Río, la ONU, el SICA, y subrayó quitándose la máscara imperial que "unírsele o servirle de eco —a estas propuestas— no ayuda a nuestros intereses políticos, económicos o de seguridad en la región."

EPÍLOGO O RECTIFICACIÓN DE LOS PAÑOS TIBIOS

La frenética carta de la Ros lleva su epílogo, al parecer fue escuchada porque en las declaraciones de ayer Hillary Clinton dijo, después de reunirse con Zelaya, "ahora que tenemos un proceso de mediación… no deseo prejuzgar lo que pueden acordar las partes. Hay muchos temas que tendrán que ser discutidos y acordados", algo así como: seguimos esperando a que cambie el viento a favor del golpe.

Zelaya no acompañó a Clinton en su presentación ante los reporteros, debido tal vez, a que Obama había declarado en Moscú horas antes que defendía al presidente constitucional no por simpatía personal sino por principio porque Zelaya es el presidente electo. A la entrevista de una media hora tampoco se permitió el ingreso de reporteros. Más claro ni el agua: juntos pero no revueltos.

Sin embargo, hay fotos de todos colores y hasta una entrevista con dos personajes vinculados al golpismo mediático venezolano: Alberto Federico Ravell y Leopoldo —Matacura— Castillo, este último embajador de Venezuela en San Salvador, durante el auge de las dictaduras latinoamericanas amparadas por Washington.

Para rematar el cinismo imperialita, la Clinton también habló —personalmente, vía telefónica—, con Goriletti, gesto que para nadie es un secreto le da un giro de 180 grados a la posición de Estados Unidos respecto al golpe de Estado en Honduras. Estados Unidos estaba siguiendo hasta hoy la posición de la OEA, que llegó incluso a suspender a Honduras como miembro del organismo, pero eso ya es historia.

Un último aullido —con sabor a ultimátum— dio la loba feroz al presidente Obama en su carta del primero de julio: "En lo adelante, tengo la esperanza, señor Presidente, que su Administración no de una respuesta basada en informaciones y acusaciones no confirmadas dadas por fuentes que tienen un interés personal en asegurar una versión que pudiera estar o no, en interés de los EE.UU. En su lugar tenemos que trabajar juntos para promover los principios básicos y alcanzar el objetivo declarado de consolidar y fortalecer el estado de derecho y las instituciones democráticas en nuestro hemisferio."

La política imperial tiene un solo nombre: demagogia. Sin lugar a dudas, en el caso de Honduras no hubo, ni habrá —me aventuro a afirmarlo— una excepción. Si esto no tiene nada que ver con las presiones de los lobos golpistas del Congreso que alguien venga y me aclare. Son dos niveles del discurso de la administración Obama, al que tienen entre la espada y la pared pero que al final es el máximo responsable de las decisiones de su gobierno.

Carta de Ileana Ross-Lehtinen al presidente Barack Obama

 

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