La actitud hoy en Tegucigalpa de los embajadores de Cuba,
Venezuela y Nicaragua de tratar de impedir que la canciller
hondureña Patricia Rodas fuera secuestrada por los golpistas
militares, reafirma la dignidad latinoamericana.
El testimonio de Juan Carlos Hernández Padrón, embajador de la
Isla en Honduras, sobre los duros momentos vividos, demuestran no
solo cuán hermanados y unidos están los pueblos de la región, sino
lo que son capaces de hacer sus enemigos cuando violentan el estado
de derecho, la verdadera democracia y el poder legítimo.
Hernández, en particular, no permitió que se llevaran sola a
Patricia Rodas, y se aferró a su brazo, en medio de insultos, golpes
y empujones de los militares encapuchados, quienes decidieron
llevarse a los dos en una camioneta (furgoneta) sin chapa, hacia la
base aérea de Tegucigalpa.
Ambos fueron violentamente sacados del lugar, sin que se
respetara la inmunidad diplomática, según relató Hernández Padrón,
quien en ese momento conversaba con el Canciller Bruno Rodríguez, a
través de un teléfono celular, el cual le arrebataron.
También los golpistas mandaron a callar al cubano, de lo
contrario podría sucederle cosas peores, "pero ni en esas
condiciones nos dejamos amedrentar ni intimidar", afirmó Hernández
al contar telefónicamente lo sucedido a la prensa extranjera
acreditada en La Habana, y que dio cobertura a la conferencia de
prensa del canciller Bruno Rodíguez.
"Me dejaron botado en las afueras de la base aérea militar, cerca
del aeropuerto internacional, allí me identifiqué y manos amigas me
protegieron y devolvieron a la embajada, donde todo nuestro personal
se mantiene firme, dispuesto a defender la integridad de la sede
diplomática", manifestó el testimoniante.
Aseguró que los restantes más de 480 compatriotas, en su mayoría
médicos diseminados por distintos parajes de la geografía hondureña,
se hallan en sus puestos de trabajo, ocupados en sus misiones
humanitarias y con la misma firmeza revolucionaria.
En la voz de Bruno Rodríguez, Cuba denunció el criminal golpe de
Estado contra Manuel Zelaya, y responsabilizó a los golpistas
militares de lo que le suceda a la canciller Patricia Rodas, y de
cualquier atentado contra la integridad de la embajada cubana en
Tegucigalpa y de su personal.