Tracción animal ¿opción pasajera?

Juan Varela Pérez
juan.pvp@granma.cip.cu

El uso de la tracción animal en la agricultura cubana recobra hoy el interés que jamás debió perder. No pocos dirán, con razón, que abordar el tema en el 2009 es como si "lloviera sobre lo mojado" e insuflarle vida a algo que, sin nadie quererlo, cayó a planos secundarios.

Foto: Jorge Luis GonzálezReinaldo Martínez siempre ha defendido la permanencia del buey en la agricultura cubana.

Los tiempos actuales de crisis financiera mundial, obligan a alternar lo moderno y lo tradicional. Nuestro país posee suficiente capacidad y experiencia para salir airoso y no dejarse vencer por los problemas y las justificaciones.

Mediante un programa nacional de desarrollo, el Ministerio de la Agricultura aplica medidas capaces de darle un vuelco a una situación nada sencilla y apelar más a las soluciones locales.

Al cierre de mayo el organismo disponía de unos 265 120 bueyes listos para trabajar, los cuales son capaces de suplir e incluso superar a la maquinaria en infinidad de labores y cultivos.

El enfoque del programa, con propuestas de soluciones a corto y mediano plazos, se caracteriza por su amplitud e integralidad al profundizar en aristas favorables e insistir en cuanto pueda frenar este proceso. Reclama, eso sí, el concurso individual y colectivo de obreros agrícolas experimentados quienes, como el habanero Reinaldo Martínez Dávila, nunca se apartaron del buey, y también de organismos e instituciones y unidades productoras. Lo más importante es ganar conciencia de que la tracción animal constituye opción permanente, nunca pasajera.

El avance de esta fórmula exige —como ya se hace—, decisiones para autorizar sistemas de pago que estimulen y motiven a boyeros, domadores, herreros, arrieros, artesanos, fabricantes de implementos y cuantos intervienen directamente en la tracción animal.

La falta de recursos básicos para las herrerías y la fabricación de aditamentos y medios que protegen al buey y al hombre, deben tener gradual respuesta en talleres y plantas, locales y nacionales.

Reinaldo, boyero de casi medio siglo, oficio heredado del padre, considera que el uso de la tracción animal es lo mejor para atender pequeñas parcelas, asistir en el cultivo a decenas de plantaciones y transportar y acarrear productos y materiales en distancias cortas.

A diferencia de lo que muchos creen, esa labor —enfatiza Reinaldo— exige amor, delicadeza y sensibilidad. Maltratar los animales los predispone. Incluso llegan a familiarizarse tanto con las voces de mando, que ante un inesperado cambio de boyero haría falta un periodo de adaptación.

Coincide con otros colegas de la Cooperativa de Producción Agropecuaria Rosa Elena Simeón, del municipio de Güines, en que el tractor debe utilizarse solo en tareas no apropiadas para los bueyes, entre ellas la roturación. La entidad dispone hoy de cuatro yuntas y espera llegar a 10 en fecha no lejana.

Tan nobles animales suman muchas virtudes: ahorran combustible, protegen el medio ambiente y los suelos, eliminan toda posibilidad de compactación de la tierra, esa que ocasionan los equipos pesados y pueden, sin originar daños, maniobrar en suelos húmedos. Es común su presencia en sembrados de malanga, boniato, plátano, yuca, frijoles y hortalizas, entre otros.

El propio Ministerio de la Agricultura admite que el incumplimiento en la entrega de animales para formarlos y prepararlos, y el hurto y sacrificio, son elementos recurrentes en cada discusión sobre el tema.

Hay opiniones muy críticas en la base, matizadas por sugerencias y propuestas encaminadas a que la masa crezca. De esto se desprende la importancia de los mecanismos de control para evitar que ese gran aliado del hombre padezca la brutalidad de los delincuentes.

Uno de los acápites del programa dado a conocer por el Ministerio de la Agricultura afirma que la reactivación de tal experiencia no puede verse asociada a una exigencia económica coyuntural, explicó el ingeniero Pedro Sotto, director adjunto del Instituto de Mecanización Agropecuaria.

Es algo que puede contribuir en cualquier tiempo, como sucede en muchos otros países, al ahorro de insumos y al desarrollo de los cultivos varios, frutales y granos.

La estricta disciplina, la adecuada explotación de los recursos y el sentido de pertenencia, son piezas clave para materializar tales aspiraciones. Esto no sería posible sin el concurso de la tracción animal y sus anónimos y consagrados "operarios," esos que como Reinaldo Martínez siempre han defendido, aun en época de más recursos técnicos, la permanencia del buey en la agricultura cubana.

 

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