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14 de junio de 1959
Hermosa página de internacionalismo
Eugenio
Suárez Pérez
El 14 de junio de 1959 patriotas dominicanos e
internacionalistas de varios países desembarcaron, o intentaron
desembarcar, por tres puntos de la geografía dominicana: Constanza,
Maimón y Estero Hondo. La expedición, aunque fallida, marcó para el
pueblo dominicano el principio del derrocamiento de la tiranía
impuesta por Rafael Leónidas Trujillo Molina, quien desde 1930 se
había adueñado, literalmente, de ese país, convirtiéndolo en una
finca de su propiedad.
Antecedentes de la
expedición
El culto a la barbarie: crímenes, asesinatos,
torturas, represiones, masacres indiscriminadas, fue la impronta de
esa dictadura, transformada en un verdugo de pueblo, en una cárcel
de pueblo. Solo la conocida masacre de haitianos, ordenada y llevada
a cabo por Leónidas Trujillo, entre octubre y noviembre de 1937 en
la ciudad fronteriza de Dajabón, donde murieron asesinados alrededor
de 15 000 personas, es suficiente para calificarlo como el mayor
genocida del Caribe.
Enrique
Jimenes Moya, con gorra, y el comandante Delio Gómez Ochoa, en
Holguín, el 12 de junio de 1959.
Junto al terror desatado, Trujillo creó todo un
mito, erigiéndose en el representante de un ser supremo. Fue tal la
enajenación nacida del terror y el bitoque, que en muchos hogares
dominicanos de aquellos años, se podían encontrar carteles que
decían: "En esta casa mandan Dios y Trujillo". Nunca olvido las
palabras que me dijera un humilde dominicano: "Fíjese si el terror
era tanto, que las personas creían que con solo pensar que Trujillo
era malo, él se enteraba y te mandaba a matar."
Por supuesto, que las décadas de dominio
trujillista también se caracterizaron por la dependencia a los
Estados Unidos, la vigilancia policíaca, la opresión de las masas y
el establecimiento de una ideología fascista. Con el transcurso de
los años, el poder del autodenominado "Benefactor de la Patria" fue
siendo más brutal y sangriento. No existían límites para asesinar.
En agosto de 1956, el compañero Fidel Castro, en carta dirigida al
director de la revista Bohemia, compara a Trujillo con Batista y
destaca que tanto en Cuba como en República Dominicana gobernaba un
dictador. Fidel, subraya que Trujillo oprimía a los dominicanos
desde hacía 25 años, y cómo en ese país el régimen se sostenía a
fuerza viva. La camarilla adulona, rapaz y ambiciosa disfrutaba de
todos los cargos del Estado, imperando por medio del terror, el
allanamiento de los hogares a medianoche, la detención y tortura de
los hombres y el alto número de desaparecidos sin dejar huellas.
(Ver: Bohemia, 2 de septiembre de 1956, No. 36, p. 35.)
Uno
de los expedicionarios cuando era torturado por el ejército
trujillista.
Durante los 32 años de la conocida "Era de
Trujillo", que se extendió hasta su ajusticiamiento en 1961, muchas
fueron las acciones para derrocar a "Chapitas" (como le llamaban los
cubanos a ese tirano por la cantidad de órdenes y medallas
autotorgadas que colgaban sobre su pecho). Cerca de 20 sublevaciones
y expediciones fueron preparadas. Una de ellas fue la de Cayo
Confites, en 1947, llamada así por ser ese islote cubano, al
noroeste de Nuevitas, el sitio donde durante varios meses se
entrenaron cerca de mil doscientos combatientes dominicanos y
cubanos que pretendían derrocar a la dictadura trujillista. Entre
los combatientes que zarparon en los barcos rumbo a Dominicana se
encontraba un joven de veinte años, Fidel Castro Ruz, quien al
percatarse de que la expedición había sido traicionada, se lanzó al
agua con su armamento en medio de la bahía de Nipe y nadó hasta las
costas de cayo Saetía. Para él era una cuestión de honor no ser
arrestado, aun a riesgo de su vida.
El
Comandante Camilo Cienfuegos, el tercero de izquierda a derecha, en
la despedida de las embarcaciones el 13 de junio de 1959
Fidel, entonces estudiante de la Universidad de
La Habana, había sido elegido presidente del Comité Pro Democracia
Dominicana en ese centro de altos estudios. Por ello cuando se
organizó el entrenamiento en Cayo Confites, se incorporó de
inmediato: "Consideré que mi deber primero [¼
] era enrolarme como soldado en la expedición, y así lo hice",
contó años después a un periodista colombiano. (Arturo Alape: Fidel
Castro y el bogotazo, Antes del Moncada, p. 71.)
Cuándo y cómo comenzó la
organi- zación de la expedición
Como consecuencia del terror trujillista, muchos
patriotas dominicanos de diferentes tendencias se vieron obligados a
exiliarse en varios países de América Latina y el Caribe, donde
recibieron apoyo material y espiritual en su lucha por la
independencia de República Dominicana.
A finales de 1958, mientras el Ejército Rebelde
dirigido por el Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, libraba la
guerra de liberación en las montañas y los llanos de Cuba,
justamente el día en que se conmemoraba la caída en combate del
Mayor General Antonio Maceo, aterrizó en Cieneguilla, Sierra
Maestra, un avión procedente de Venezuela con armas para apoyar la
ofensiva final. En ese vuelo, el 7 de diciembre de 1958, llegó el
dominicano Enrique Jimenes Moya, quien se convertiría pocos meses
después en el Comandante en Jefe de las Fuerzas Expedicionarias del
14 de junio.
El comandante del Ejército Rebelde, Delio Gómez
Ochoa, autor del libro La victoria de los caídos y
protagonista de aquella gesta, cuenta que Enrique Jimenes Moya "era
portador de un mensaje escrito para Fidel, en el que la Unión
Patriótica Dominicana de Venezuela lo nombraba como su genuino
representante en la misión de foguear en la lucha guerrillera a un
grupo de jóvenes dominicanos que deberían llegar a la Sierra
Maestra. La idea era que esos patriotas estuvieran listos
militarmente para combatir a la dictadura de Rafael Leónidas
Trujillo Molina y para eso esperaban la ayuda del Comandante".
(Editora Collado, segunda edición, República Dominicana, 2007, p.
22.)
Veinticuatro días después, el triunfo de la
Revolución cubana impidió satisfacer la petición. Jimenes Moya fue
el único que recibió preparación militar participando en algunos
combates, en uno de los cuales fue herido.
En enero de 1959, ahora la Revolución en el
poder, los dominicanos insistieron en su solicitud. Esta se aprobó,
y por disposición de la dirección de la Revolución, el comandante
Delio Gómez Ochoa asumió la dirección para el proceso de
preparación: desde el recibimiento de los patriotas dominicanos, la
logística y la selección de los lugares para el entrenamiento hasta
la instrucción misma. Varios cubanos, combatientes del Ejército
Rebelde, fueron seleccionados como asesores para el adiestramiento
militar. El lugar escogido fue Mil Cumbres, en la Sierra de los
Órganos, Pinar del Río, y se nombró al comandante Roberto Fajardo
Fajardo al frente de la instrucción por la parte cubana, en el
campamento. El centro coordinador de la conspiración contra Trujillo
se estableció en N y 21, en el Vedado, en los altos del Club 21.
Comenzaba a organizarse la primera manifestación internacionalista
de la Revolución cubana en el poder.
Poco a poco, desde Puerto Rico, Estados Unidos,
Venezuela y otros países, fueron llegando a La Habana los hombres
que iniciarían la lucha armada contra Trujillo. Cada uno de los
pelotones que se iba formando era portador del nombre de un patriota
cubano o dominicano. Como los miembros eran representantes de
diferentes tendencias y organizaciones, la dirección de la
Revolución cubana contribuyó a propiciar la unidad entre ellos,
aunque sin participar en sus reuniones y debates. Entre los días 27
y 29 de marzo de 1959, en reunión efectuada en el Palacio de los
Trabajadores, los combatientes dominicanos adoptaron los acuerdos
definitivos y aprobaron darle el nombre de Movimiento de Liberación
Dominicana a su organización revolucionaria.
Asimismo, suscribieron el Programa Mínimo de la
Revolución Dominicana, que en lo fundamental dictaba lo siguiente:
Desde el punto de vista político, pretendía
derrocar al régimen trujillista, establecer un gobierno provisional
democrático revolucionario que en un periodo de dos años pusiera en
marcha el Programa de la Revolución y convocara una Asamblea
Constituyente elegida por sufragio universal. En el aspecto social,
concebían implantar una amplia Reforma Agraria, garantizar la libre
organización de la clase obrera y campesina, iniciar una campaña de
alfabetización y establecer un amplio sistema de seguridad social.
Económicamente, pretendían fomentar el desarrollo del mercado
interno y el poder adquisitivo del pueblo, desarrollar la industria
nacional, expropiar a favor del Estado todas las industrias y
propiedades adquiridas por el tirano, sus familiares y otras
personas al amparo de la tiranía, y crear condiciones para asegurar
posibilidades de trabajo a toda la población laboral. Por último, en
el aspecto internacional, consideraban fomentar las mejores
relaciones con los demás pueblos, basadas en la comprensión y el
mutuo respeto.
Mientras tanto, la situación del área del Caribe
se tornaba compleja, transitaba la triunfante Revolución cubana por
sus seis primeros meses. Estados Unidos, dueño del traspatio
latinoamericano, no podía permitir que el ejemplo de Cuba fuera
imitado. La punta de lanza contra la joven Revolución fue la
Organización de Estados Americanos, y la recalcitrante extrema
vanguardia, precisamente el dictador Trujillo.
La preparación de los dominicanos avanzaba. El
Movimiento de Liberación Dominicana se enriqueció con la integración
de venezolanos, puertorriqueños, guatemaltecos, estadounidenses,
españoles, y, por supuesto, de los asesores cubanos, quienes se
disputaban el honor de formar parte de la expedición, pues siempre
hubo un principio inviolable: la voluntariedad.
La partida rumbo a
Dominicana
La fecha de la partida se acercaba. Fueron
creados tres grupos de expedicionarios: dos irían por mar y el
tercero en un viejo avión C-46. Los compañeros que viajarían en
barcos se dirigieron a Holguín, pues desde Punta Arena, cerca de
Antilla, saldrían hacia la costa septentrional de República
Dominicana. Un grupo de 81 combatientes al mando de los dominicanos,
doctores José Horacio Rodríguez Vázquez, jefe de las expediciones
marítimas, y Virgilio Mainardi Reyna, iría en el yate Carmen Elsa y
desembarcaría en Maimón. El segundo, de 47 expedicionarios,
comandado también por otros dos dominicanos: Rafael Campos Navarro y
Víctor Mainardi Reyna, debería llegar a las costas dominicanas por
Estero Hondo. (Todavía se desconoce en cuál de las dos expediciones
iban otros 11 compañeros.)
Cerca de las cinco de la tarde del 13 de junio,
el Comandante Camilo Cienfuegos despidió a los dos grupos y ordenó
que hicieran la mayor cantidad de fotos que fuese posible. Las tres
fragatas, que entonces tenía la Marina de Guerra Revolucionaria,
servirían de apoyo y velarían por la seguridad de ambas
embarcaciones.
Los 54 expedicionarios que viajarían en el avión,
se trasladaron hasta Cayo Espino en el territorio de Manzanillo, y
luego, tras su última caminata de entrenamiento, se dirigieron a
Cieneguilla, también en el territorio de Manzanillo, donde la nave
aérea los esperaba. En este contingente iría el Comandante en Jefe
de la Expedición, Enrique Jimenes Moya y lo acompañaba el asesor
militar cubano, comandante Delio Gómez Ochoa.
Un total de 198 hombres de siete países —151
patriotas y 47 internacionalistas— se disponían a derrocar a la
tiranía que oprimía a República Dominicana.
A las dos de la tarde del 14 de junio despegó el
avión rumbo a San Juan de la Maguana, pero decisiones de última hora
lo llevaron a aterrizar en el aeropuerto militar de Constanza, una
ciudad enclavada en las montañas, donde existía una fortaleza
castrense. Eran las seis de la tarde, cuando tocaron tierra. Sin que
el destacamento hubiera acabado de desembarcar fue descubierto por
el ejército y se produjo un intercambio de disparos. A partir de
entonces, la persecución por las tropas trujillistas fue implacable.
La situación creada al desembarcar provocó que
muchos equipos y armamento quedaran en el avión, que el grupo se
dividiera en dos, y que tomaran rumbos diferentes. La mayor
cantidad, 34 compañeros, con Jimenes Moya al frente; el segundo, de
20 hombres, bajo el mando del dominicano Rinaldo Sintjago, segundo
jefe político de las expedición.
Esa noche, probablemente al cruzar una zanja, el
ayudante de Jimenes Moya perdió la mochila de este. Cuenta Delio
Gómez Ochoa en el libro mencionado, que en ella iban los mapas donde
aparecían marcados los puntos de los desembarcos marítimos. Como los
yates no arribaron a la costa hasta el 20 de junio, por
inconvenientes que se presentaron en la travesía, al encontrar esta
mochila horas después, el ejército supo con varios días de
antelación el valioso dato.
Al día siguiente, Sintjago sugirió que el asesor
principal cubano de la expedición, comandante Delio Gómez Ochoa,
asumiera la responsabilidad del grupo en el que iba, lo cual fue
aprobado por sus integrantes.
El plan concebido desde La Habana era que los
tres grupos desembarcaran simultáneamente y luego se encontraran en
un punto cercano a Constanza, donde el 2 de julio, en horas de la
tarde, el comandante del Ejército Rebelde, Pedro Díaz Lanz, jefe de
la Fuerza Aérea Revolucionaria, haría un lanzamiento de paracaídas
con armamentos y otras necesarias vituallas. El lugar fue
salvajemente bombardeado. Para esa fecha, Díaz Lanz había
traicionado a la Revolución y desertado. Ese día, ya el traidor Díaz
Lanz estaba en Estados Unidos, y el 9 de julio se encontraba en
Washington, prestando declaración a un subcomité del Senado
norteamericano. Tres meses después, el 21 de octubre de 1959,
piloteaba el avión que ametralló la ciudad de La Habana, causando
dos muertos (Reinerio González, en Monte y Rastro, y Joaquín
Fernández, en Infanta y Carlos III) y cuarenta y cinco heridos,
entre ellos niños y mujeres.
La tenaz persecución, el bombardeo y
ametrallamiento indiscriminado, la falta de apoyo interno, el hambre
y el cansancio, fueron mermando la capacidad combativa del
contingente expedicionario. De los dos grupos que desembarcaron en
Constanza, el 19 de junio, habían sido capturados y eliminados 20
guerrilleros; el 20 de junio eran 42 los muertos y dos los presos;
el 11 de julio cayeron los tres últimos hombres sin conocer la
suerte de sus compañeros llegados por mar.
En Maimón y Estero Hondo, los expedicionarios
fueron esperados y masacrados por fuerzas navales, terrestres y
aéreas de Trujillo. Un número considerable murió en el desembarco.
El resto se internó en las montañas hasta que cayeron muertos o
apresados para ser criminalmente torturados en las cárceles
llamadas: La 40 y El 9. Solamente sobrevivieron a la gesta del 14 de
Junio, cinco compañeros: los dominicanos Poncio Pou Saleta,
Mayobanex Vargas Vargas y Francisco Medardo Germán, y los cubanos
Delio Gómez Ochoa y el joven Pablo Mirabal Guerra. Estos fueron
hechos prisioneros y sometidos a torturas. A los dominicanos les
concedieron la libertad condicional en febrero de 1960. Los dos
cubanos se beneficiaron por una ley de amnistía, dictada a raíz de
la muerte de Leónidas Trujillo, y llegaron a Cuba el 9 de junio de
1961. Hoy están vivos Pou Saleta, Mayobanex y Delio Gómez Ochoa.
Consecuencias del 14 de
junio
La participación de los cubanos en la expedición
del 14 de Junio tuvo suficientes motivaciones. La historia de Cuba y
la de República Dominicana convergen en muchas de sus páginas. La
rebeldía del cacique Hatuey; los cimientos internacionalistas, que
desde el 10 de Octubre de 1868, fueron germinando en nuestro pueblo,
como quedó refrendado en el Manifiesto de la Junta Revolucionaria
de la Isla de Cuba ese mismo día: "Cuba aspira a ser una
nación grande y civilizada para tender un brazo amigo y un corazón
fraternal a todos los demás pueblos". (Carlos M. de Céspedes.
Escritos, t.1, Ciencias Sociales, 1974, p. 11.)
La mayor de las Antillas no olvida nunca la deuda
con los dominicanos Máximo Gómez, los hermanos Marcano, Modesto Díaz
y otros muchos que entregaron su vida por la independencia de la
Isla; el empuje del Manifiesto de Montecristi, firmado en
este lugar por José Martí y Máximo Gómez; el ejemplo de Fidel al
frente del Comité Pro Democracia Dominicana y de su decisión de
incorporarse a una expedición para luchar por la independencia de
Santo Domingo; y los deseos de ver libre a un pueblo hermano
avasallado durante tantos años.
Quizás, el ejemplo más cercano de entonces, la
presencia entre los expedicionarios del yate Granma del dominicano
Ramón Mejía del Castillo, Pichirilo; del argentino Ernesto Guevara;
del mexicano, Alfonso Guillén Zelaya Alger; y del italiano, Gino
Doné Paró. Tal vez fueron las palabras que José Martí escribiera a
su amigo dominicano Federico Henríquez y Carvajal —propagandista de
la emancipación cubana— el 25 de marzo de 1895, en las que dice:
"De Santo Domingo ¿por qué le he de hablar? ¿Es
eso cosa distinta de Cuba? ¿Ud. no es cubano, y hay quien lo sea
mejor que Ud.? ¿Y Gómez, no es cubano? ¿Y yo, qué soy, y quién me
fija suelo? ¿No fue mía, y orgullo mío, el alma que me envolvió, y
alrededor mío palpitó, a la voz de Ud., en la noche inolvidable y
viril de la Sociedad de Amigos? Esto es aquello, y va con aquello.
Yo obedezco, y aun diré que acato como superior dispensación, y como
ley americana, la necesidad feliz de partir, al amparo de Santo
Domingo, para la guerra de libertad de Cuba. Hagamos por sobre la
mar, a sangre y a cariño, lo que por el fondo de la mar hace la
cordillera de fuego andino". (O. C., Epistolario, t. V, p.
117-119.)
Las causas del revés fueron varias, hubo
numerosas grietas por donde pudieron filtrarse detalles del proyecto
de la expedición. Fueron muchos los errores cometidos. Asimismo, no
se ejecutó el esperado levantamiento masivo del pueblo que
secundaría el desembarco, ni se le unieron los hombres armados que
supuestamente debían hacerlo. Estuvo ausente un movimiento
clandestino de resistencia, de apoyo y base de sustentación del
movimiento guerrillero que, además, divulgara los objetivos de la
lucha. La conciencia del campesinado estaba tan narcotizada por el
terror y la leyenda mitológica de Trujillo, que no ofreció ayuda a
los rebeldes.
A todo ello se unió la falta de discreción al
presentarse el proyecto a terceras personas que no participaban en
la expedición; las filtraciones, las deserciones, la traición de
Díaz Lanz y otros; la pérdida de documentos y mapas donde aparecían
señalados los lugares del desembarco marítimo.
Además, otras cuestiones que no pueden ser
obviadas, son el desconocimiento del terreno donde se iba a
desarrollar la lucha y la falta de una adecuada exploración. Todo
favoreció que el régimen se preparara, estuviera esperando la
llegada de la expedición y la masacrara.
Sin embargo, aquella fracasada expedición, una de
las acciones patrióticas e internacionalistas más relevantes para el
pueblo dominicano, tuvo resultados históricos de vital importancia.
En particular, la gesta produjo un recrudecimiento de la oposición
política nacional e internacional contra el régimen de Trujillo. La
acción se convirtió en paradigma de los sucesivos episodios
revolucionarios dominicanos y enriqueció la historia heroica de ese
patriótico pueblo, provocando el despertar de la conciencia que
quebró la dominación casi absoluta de la tiranía trujillista. El 14
de junio estremeció las raíces de la dictadura.
Los 198 patriotas e internacionalistas lograron
plantar la semilla de rebelión en el pueblo dominicano. Inspirado en
el ideario político y el ejemplo de los expedicionarios, se gestó el
Movimiento 14 de Junio, que agrupó una nueva generación.
Hoy, los restos de la mayoría de los
expedicionarios reposan en el monumento levantado a su memoria en la
ciudad de Santo Domingo, por la Fundación de los Héroes de
Constanza, Maimón y Estero Hondo. Junto a ellos se conservan, para
recuerdo de todas las generaciones venideras, banderas y diversos
objetos personales de aquellos revolucionarios que perecieron en el
empeño, pero indicaron el camino de la victoria y suscribieron una
página más de la historia de Cuba y República Dominicana, y de toda
la América Latina y el Caribe.
Cubanos participantes en cada uno de los grupos
de expedicionarios
CONSTANZA
(Grupo que siguió con Enrique Jimenes Moya)
1. Betancourt Carril, Enrique
2. López López, Ramón, Nené
3. Mainardi Méndez, Víctor Eligio
4. Montesinos, Max
5. Reyes Medina, Oscar, Cuetico
6. Vega Acosta, Oscar Luis, Veguita
(Grupo que siguió con Delio Gómez Ochoa)
7. Gómez Ochoa, Delio. Sobreviviente
8. Callejas Ochoa, José Luis
9. López Rodríguez, Frank Heberto
10. Mirabal Guerra, Pablo. Sobreviviente
11. Gerón Ruiz, Luis Ramón
MAIMÓN
12. González Castellanos, Luis, el Indio
[13. Pichardo Caminada, Roberto P.
14. Rodríguez, Alberto
15. Rodríguez Pérez, Aldo
16. Sánchez Pérez, José Antonio
17. Vasallo Alfonso, Ricardo
ESTERO HONDO
18. Bueno Almaguer, Hermes, Papi Bueno
19. Flores Peá, Froilán, la Rana Toro
20. Rodríguez, Tomás
| Nacionalidad de los
expedicionarios y lugar de desembarco |
| Nacionalidad |
Constanza |
Maimón |
Estero
Hondo |
Maimón
o Estero H. |
Total |
| Dominicanos
|
37 |
65 |
38 |
11 |
151 |
| Cubanos
|
11 |
6 |
3 |
- |
20 |
| Venezolanos
|
4 |
5 |
3 |
1 |
13
|
| Puertorriqueños
|
1 |
2
|
1 |
1 |
5 |
| Españoles
|
- |
1 |
1 |
- |
2 |
| Estadounidenses
|
1 |
1 |
- |
- |
2 |
| Guatemalteco
|
- |
- |
1 |
- |
1
|
| Dominicano |
|
|
|
|
|
| o venezolano |
- |
1 |
- |
- |
1 |
| Se desconoce
|
- |
- |
- |
3 |
3 |
| Total
|
54 |
81 |
47 |
16 |
198
|
| Datos tomados del libro
Constanza, Maimón y Estero Hondo. Testimonios e
investigación sobre los acontecimientos de Anselmo Brache
Batista. |
|