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¿Qué y quiénes sostienen a Israel?
ELSON CONCEPCIÓN PÉREZ
elson.cp@granma.cip.cu
A
propósito de la gira del presidente norteamericano, Barack Obama por
la región del Oriente Medio y su discurso en Egipto, dirigido al
mundo musulmán, se hace necesaria una reflexión sobre qué y quiénes
mantienen a Israel como Estado agresor, peligro evidente que desafía
las más elementales normas internacionales, el que continúa ocupando
tierras palestinas y matando a esa población.
Obama, quien reconoció que existen muchas tensiones entre su país
y los musulmanes, aclaró que el vínculo de Estados Unidos con Israel
es "irrompible".
ERA DE EXPANSIÓN
El año 1948 marcó una paradoja sin precedente para la historia
del Oriente Medio. Nacía un nuevo Estado —Israel— creado por la ONU
para la supuesta solución del dilema del pueblo judío, y a la vez se
abrían las puertas a una nueva era de expansión y guerra derivadas
de la ambición sionista de ocupar tierras palestinas.
Bajo el concepto de "crisol de las diásporas", el naciente país
pretendía absorber a todos los judíos del planeta, los que ya en los
primeros meses de 1949 fueron 50 000 y dos años más tardes 687 000.
Paralelo
al crecimiento poblacional y al proceso de expansión israelí, llegó
al nuevo Estado la ayuda financiera de Estados Unidos, que
contribuyó inicialmente al desarrollo constructivo, agrícola, de la
marina y la industria nacional, y casi simultáneamente a su de-sarrollo
militar.
Aquella expansión económica y territorial fue motivo de alarma
para las naciones árabes cercanas que comprendieron, desde sus
inicios, que se estaba creando un Estado con la ambición estimulada
desde Washington de apropiarse de otros territorios y de-sarrollar
no solo su economía sino también sus planes belicistas.
De esa forma, junto al nuevo Estado y como consecuencia de su sed
de expansión y dominio, surgieron las guerras que no han cesado
durante los 60 años de existencia de Israel.
ARMAS Y MÁS ARMAS
Ya en el año 1949 Israel recibió la primera ayuda militar
norteamericana, y desde entonces hasta nuestros días esos
suministros ascienden a más de 160 000 millones de dólares.
El nuevo Estado, ubicado en una región considerada como la de
mayores reservas de petróleo en el planeta, era terreno fértil para
que el Complejo Militar norteamericano expandiera sus tentáculos
vendiendo armas y obteniendo ganancias millonarias pagadas por los
propios contribuyentes norteamericanos.
No pasaron muchos años para que, incluso, Estados Unidos llevara
hacia territorio israelí la hasta entonces más moderna tecnología de
las ojivas nucleares, y se fueran instalando una a una las decenas
de esos armamentos con que cuenta Israel en la actualidad.
También Washington —estimulado por el lobby judío dentro del
Congreso y los propios gobiernos y el Pentágono— llevó al Estado
judío fábricas de modernas armas, tanques, aviones, helicópteros y
bombas.
En estos decenios de colaboración bélica, para nada han tenido en
cuenta los gobernantes norteamericanos que la Ley de Ayuda al
Exterior de Estados Unidos estipula que "no se puede suministrar
ayuda militar a un país que se involucre en un patrón permanente de
violación del Derecho Internacional¼ " (Nada más parecido a lo que
sucede en Israel).
LA AYUDA ACTUAL
Una política de dos caras ha caracterizado a las administraciones
estadounidenses en cuanto a su aparente papel de mediadoras en el
conflicto árabe-israelí.
Los llamados planes de paz no han sido más que somníferos con
distintos nombres que han dilatado la búsqueda de la verdadera paz,
a la par que permiten que se siga estimulando la carrera
armamentista israelí.
El mejor de esos ejemplos es la concesión en el año 2007 por
parte de EE.UU. de 30 000 millones de dólares como ayuda militar a
Israel, de los cuales la actual administración norteamericana acaba
de aprobar 2 550 millones para el presente año 2009.
La única condición que pone Washington a Tel Aviv para hacerse
acreedor de tan generosa ayuda es que el 74% de la misma sea
utilizada en comprar armas y aditamentos militares de su propia
industria.
EUROPA NO SE QUEDA ATRÁS
La Unión Europea también participa en el suministro masivo de
armas a Israel, aunque las reglas de la UE lo prohíben, por tratarse
de un lugar donde "se generan tensiones o haya posibilidad de que se
utilicen para violar derechos humanos".
Un reciente informe refleja que las licencias entregadas por los
gobiernos de la UE para venta de armas a Tel Aviv ascendieron a 846
millones de euros entre los años 2003 y 2007.
Francia, Alemania, Gran Bretaña, Bélgica, Polonia, Rumania y la
República Checa encabezan la lista de los suministradores que han
convertido al pequeño estado sionista en el sexto mayor importador
de armamentos del mundo.
Es Israel a su vez —producto del desarrollo alcanzado en su
industria militar con tecnología estadounidense en lo fundamental—
un gran exportador que llegó a vender el pasado año la apreciable
cifra de 5 300 millones de dólares en armamentos.
EL CLIMA ACTUAL
Como ha ocurrido siempre, apenas asumió el nuevo premier israelí,
en este caso el reciclado derechista Benjamín Netanyahu, se le
abrieron las puertas de la Casa Blanca norteamericana.
Allí, esta vez con Barack Obama, escuchó las sugerencias
norteamericanas para el proceso de paz en el Oriente Medio.
Ni una palabra se dijo a Netanyahu respecto a las armas. Ni un
centavo se suprimió de la cuantiosa ayuda militar. Al contrario, se
aumentó esa ayuda, incluso en momentos que Estados Unidos y toda la
humanidad vive la terrible crisis económica y financiera actual.
La crítica mayor al premier israelí fue respecto a la
construcción de nuevos asentamientos en los territorios palestinos
ocupados.
No obstante, de regreso a su país, Netanyahu contentó a sus
seguidores advirtiendo tajantemente que "Jerusalén nunca será
dividida" y que "no permitirá la existencia de dos estados".
Una semana después también Obama acogió en la Casa Blanca al
presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas, quien
pidió a su anfitrión "hechos más que palabras" en lo que concierne a
las exigencias para que Israel ponga fin a su guerra contra los
palestinos.
En este contexto, poco creíble será la misión de George Mitchell,
nombrado por el presidente Obama como su enviado para el Oriente
Próximo, por cuanto, mientras Israel se sienta seguro de la ayuda
militar que le ofrecen, no estará incentivado a buscar la paz que
exige el mundo.
De lo que se trata es de que esta guerra de 60 años es un
verdadero negocio para la industria militar norteamericana porque
recicla las multimillonarias cifras de dinero que recibe Israel y
que utiliza casi en su totalidad en la compra de armas y aditamentos
militares con factura made in USA.
Si se quiere saber entonces qué y quiénes sostienen al estado
israelí, busque las respuestas en el dinero y las armas que se le
brindan como ayuda, tanto salidas de Washington como de países de la
Unión Europea.
Por eso, cuando cesen la ayuda militar a Israel y la política de
doble rasero de Estados Unidos y sus aliados, entonces se podrá
hablar de paz en el Oriente Medio. |