Ambos sabios vinieron de la mano de la novela La medición del
mundo, presentada en la casa que lleva el nombre del naturalista
germano en el centro histórico de esta capital, texto que se ha
convertido en uno de los más resonantes éxitos internacionales de
las letras del país europeo en esta primera década del nuevo
milenio.
A partir de un encuentro entre Humboldt y Gauss, la novela recrea
las vidas paralelas de estos hombres que vivieron una misma época,
pero el autor se cuida de ofrecer una versión biográfica.
Por el contrario, La medición del mundo apuesta a los
delirios y certezas de sus inquietudes intelectuales y humanas, a la
grandeza y miserias de ambos caracteres, y a una construcción
literaria imaginativa que aproxima al novelista a los recursos del
realismo mágico latinoamericano.
Es una narración divertida por la que desfilan, además de los
protagonistas, personajes como un Inmanuel Kant en declive, un
Daguerre que nerviosamente quiere atrapar una borrosa imagen
fotográfica, y un Bompland herético y hedonista, muy diferente a la
pálida imagen con que se suele reflejar al compañero de Humboldt en
su aventura americana.
Kehlmann (Munich, 1975), estudió filosofía y literatura y reside
en Viena.. Su primera novela la publicó a los 22 años. Pero fue
Yo y Kaminski, publicada en 2003, la que le ganó por primera vez
juntos el favor de la crítica y el público. Hasta que con La
medición del mundo (2005) dio el gran salto. Su novela Ich
und Kaminski (Yo y Kaminski, Barcelona, 2005) del año
2003 le proporcionó fama internacional.
"Quise escribir como un historiador loco", afirmó cuando le
preguntaron por lo que había de cierto o inventado en un relato que,
si bien es un culto a la memoria y la inteligencia, desmiente los
rigurosos códigos cartesianos del racionalismo europeo.
El autor mereció el Premio Kleist, uno de los galardones alemanes
de mayor lustre, y fue finalista del Deutscher Buchpreis.