La termografía infrarroja, un servicio de avanzada tecnología 
			para el mantenimiento predictivo que ofrece la empresa mecánica 
			Gustavo Machín de Moa, es cada vez más demandado por la industria 
			cubana.
			Introducida hace varios años en ese combinado mecánico del grupo 
			empresarial Cubaníquel en el este de la oriental provincia de 
			Holguín, la termografía es un método de diagnóstico por ensayo no 
			destructivo, de evaluación y control flexible con múltiples 
			aplicaciones. 
			Útil para cualquier proceso fabril en detectar fallas futuras, 
			acceder a criterios de solución y conocer la magnitud de la avería 
			que afrontará, lo que propicia evitar interrupciones y hasta la 
			posibilidad de incendios.
			Víctor Mejías, especialista en esta materia, subrayó que los 
			resultados de los estudios realizados con el termógrafo en equipos 
			eléctricos y mecánicos estáticos y dinámicos, se informan a los 
			usuarios con imágenes infrarrojas, diferenciales de temperatura y 
			propuestas de medidas oportunas.
			El termógrafo es básicamente una cámara fotográfica digital tipo 
			Agema, dotada con lentes infrarrojos que posibilitan lecturas de 
			temperatura de los cuerpos u objetos a distancias desde 30 
			centímetros hasta 300 metros o más. 
			Además de las fábricas del grupo Cubaníquel, los principales 
			clientes hoy son el puerto de Moa, las empresas eléctricas de 
			Holguín y Santiago de Cuba, las centrales termoeléctricas Lidio 
			Ramón Pérez y Antonio Maceo y la fábrica de cemento cienfueguera 
			Carlos Marx. 
			Esta es una de las técnicas más difundidas internacionalmente 
			para el mantenimiento, pues no requiere paralizaciones y propicia 
			intervenir en el lugar exacto donde sea detectado un punto 
			vulnerable, lo que genera ahorros de recursos y tiempo.