Actualizado 12:05 p.m. hora local

Develan historia de antiguos cafetales franceses en Cuba

Historiadores cubanos develan hoy la herencia cultural de los inmigrantes franceses que fomentaron el cultivo cafetalero en el occidente de la Isla durante los siglos XVIII y XIX, procedentes de las antiguas colonias galas del Caribe.

Entre la floresta de la Sierra del Rosario, provincia de Pinar del Río Reserva de la Biosfera en Cuba, afloran los vestigios de barracones, molinos, almacenes y opulentas casonas erigidas por los colonos a la usanza europea.

En ese período se construyeron en medio de las serranías de esta provincia unas 100 haciendas cafetaleras y más de 70 están actualmente en proceso de estudio y restauración, aseguró el investigador Jorge Freddy Ramírez.

Comentó que la proliferación de esa modalidad de plantación obedeció a la gran demanda del grano en el mercado internacional, a consecuencia de la quiebra de la economía haitiana, primer productor en aquel momento.

Luego de la revolución en ese país, numerosos cultivadores de origen francés establecidos allí viajaron a la Mayor de las Antillas en busca de mejor fortuna.

Jean Delaunay, natural de Burdeos, fue el primer refugiado que se asentó en este territorio. Su llegada ocurrió en 1791, afirma el historiador, luego le siguieron otros como Francisco Chappotín y Jean Lamerent.

Uno de los retos, junto a la preservación de las ruinas, es la búsqueda de los descendientes de aquellos hombres y mujeres que dejaron su huella en la arquitectura y la economía local.

Recién comienza un estudio entre las familias radicadas en esa demarcación, para reconstruir una suerte de árbol genealógico, la historia de los inmigrantes, sus hijos y nietos, explicó a Prensa Latina Analia Peña, Directora del Museo de la localidad.

El Cafetal Buena Vista, parcialmente restaurado, sobrevive como vestigio de esa cultura que se adueñó de la Sierra del Rosario durante más de dos centurias.

En una colina, en el lugar más estrecho de la Isla, se conservan elementos originales del movimiento para el procesamiento del cafeto.

La edificación regala a lugareños y visitantes un curioso episodio de la agronomía insular, que dejó su aroma en la identidad del paraje.

Las investigaciones continúan y las ruinas son admiradas por sus códigos arquitectónicos y su trascendencia como fenómeno económico y social, cuya silueta subsiste aún, aseveró Peña. (PL)

 

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