Del fonograma a la escena hubo una sucesión de hitos musicales de
primer nivel en el teatro Karl Marx. Por allí pasó el maestro Pupy
Pedroso con una sabrosura contagiosa al frente de Los que Son Son;
Buena Fe con su carga de canciones inteligentes; el animado soneo de
Pedrito Calvo y La Nueva Justicia, con el público puesto de pie
coreando el pegajoso estribillo de Se llevan, muestra de buen
gusto popular; atmósfera que también marcó el final de la gala, con
Manolito Simonet y su Trabuco mediante sus éxitos La Habana
entera y Control.
Omara siempre es Omara, una auténtica diva del filin cantando
Amigas, de Alberto Vera, como si fuera de estreno; y Vania, una
de las voces más hermosas nuestras, asegurando el relevo al decir un
Debí llorar, de Piloto y Vera, estremecedor, respaldada por
Emilio Vega (piano) y Juan Kemell (trompeta).
Espectáculo hilvanado ágilmente por el maestro Santiago Alfonso,
quien rindió merecido tributo a Ricardo Abreu, Papín, recientemente
desaparecido, el elenco incluyó también a la Charanga Habanera, que
ligó desde postemas que la hicieron trascender hasta su versión de
Cuéntame, éxito de la llamada década prodigiosa del pop
español, con un sentido de la escena en el que se integran
coherentemente la coreografía, el vestuario y hasta elementos
circenses, estableciendo una dinámica relación con el espectador.
A ellos habría que agregar a Enrique Álvarez y su Charanga
Latina, Arnaldo y su Talismán, Waldo Mendoza, Diana Fuentes, Habana
Sax, Triángulo Oscuro, Raúl Torres, Leoni, Rumberos de Cuba, Ricardo
Leyva y Sur Caribe, entre otros que merecen destaque.