El Ballet Español de Cuba, con el estreno de Sevilla y el
tiempo, del coreógrafo y director de la compañía Eduardo Veitía,
vio la luz en la inauguración de la XXI edición del Festival La
Huella de España, en una lluviosa noche del último día de mayo,
en la sala García Lorca del GTH.
Esta obra, que según su autor resulta como una suite a la que irá
sumándole más cuadros, es un homenaje al aniversario 85 del
natalicio del pintor Servando Cabrera, y está inspirada en la serie
Sevilla. Porque desde que el artista pisó esa tierra española
por primera vez se convirtió para él como un símbolo del amor. Y
esos motivos de su creación que comenzaron a repetirse una y otra
vez en sus trabajos: la sensualidad y el erotismo de la figura
humana (piernas, brazos entrelazados, torsos desnudos¼
), empezaron a reunirse en esta colección que creó en honor a
Sevilla. Pero más que ilustrar-dibujar el lugar, comienza a bucear
por las estancias del cuerpo y las relaciones interpersonales.
De las 10 piezas que pudo reunir de esta serie antes de morir
—Servando quería pintar una cada año hasta el 2014—, Veitía se
detuvo en Sevilla y el tiempo y se introduce en el difícil
mundo de las imágenes (como hizo ya antes con la obra de Lam y Frida
Kahlo) para traducirlas al movimiento. Hay en ella un estudio
minucioso del detalle, y el coreógrafo "disecciona" la pintura y el
mundo interno del pintor para sacar a flote sus visiones, la
inspiración respirada allí. Servando artista y amante, Servando y
Sevilla —traducida en los mantones, batas de cola y abanicos que
portan los bailarines—, cómo se conocieron, la primera impresión,
vibran en esta pieza que reafirma su camino. Los protagonistas:
Víctor Alarcón y Henry Carballosa marcaron con paso firme y seguro
su actuación que fue muy bien recibida por el auditorio que
reconoció su loable faena. A la que sumó puntos muy favorables la
música seleccionada: Fantasía sobre temas de la ópera Tosca (Luis
Manuel Molina) interpretada de manera eficaz y precisa por el propio
Molina (guitarra) y Vicente Monterrey en el clarinete, y los diseños
de vestuario de la pintora Ileana Mulet.
Durante la gala de inauguración, que comenzó de forma original
cuando la ceremonia del cañonazo —con soldados incluidos— se
trasladó a la escena de la sala García Lorca para dejar abierta la
XXI edición del Festival, Luis Carbonell, en vivo, interpretó la
Balada de los dos abuelos, de Nicolás Guillén, el guitarrista
español José Luis Martínez junto con una orquesta invitada
interpretó tres obras de su creación (Cambio de aires, Desde que
te conocí y Partida doble),y diversas agrupaciones de la
Federación de Sociedades Españolas en Cuba pasearon con su arte por
todas las regiones de la península ibérica a las que están dedicadas
este año el encuentro.
Un Festival que, como reafirmaron en sus palabras de apertura
Pedro Monzón, director de Relaciones Internacionales del Ministerio
de Cultura y el embajador de España, Manuel Cacho, trata de promover
y mantener vivas las tradiciones culturales como símbolo de la
identidad.