Más allá de la evidente alza registrada en la frecuencia de
formación de ciclones tropicales (en los últimos diez años hemos
tenido nueve temporadas por encima del promedio histórico de 10), en
el caso específico de Cuba se destaca que luego del cruce de Gustav
y Ike, suman seis los huracanes de gran intensidad que nos azotaron
entre el 2001 y el 2008.
Completan la relación Michelle, Charley, Iván y Dennis. Lo
anterior convierte a la presente década en la más activa de todas
las épocas para el país en lo referido al embate de organismos
tropicales de tal magnitud, y evidencia cómo se han acortado de
manera significativa los plazos de retorno de estos demonios de la
naturaleza.
Según los datos del Centro del Clima del Instituto de
Meteorología, en la etapa de 1909 a 1952, la de mayor número de
afectaciones por eventos de esa categoría del siglo XX, fueron 12
los huracanes intensos registrados sobre algún punto del territorio
nacional, en el transcurso de esos 43 años.
El incremento en la recurrencia de los ciclones, y el rápido
desplazamiento e intensificación mostrados por buena parte de ellos
en los últimos tiempos, obliga a perfeccionar las capacidades
nacionales para pronosticar con mayor certeza sus probables
trayectoria y desarrollo.
Ello posibilitará declarar las fases en los plazos establecidos y
planificar medidas más oportunas y ágiles, cuyo diseño parta de
lograr modelar el posible impacto de sus efectos destructivos.
Incumplimiento de las normas técnicas en la colocación de las
estructuras y aseguramiento de los techos, la poca profundidad en el
enterramiento de los postes del tendido eléctrico y telefónico, el
mal estado constructivo de un elevado porcentaje de las viviendas
dañadas, y la morosidad en la ejecución de la limpieza de tragantes,
se cuentan entre las irregularidades presentadas.
Así ocurrieron improvisaciones en la protección de los ciudadanos
residentes en zonas de peligro, siendo en determinados casos
insuficientes las instalaciones previstas, lo cual obligó a utilizar
inmuebles sin tener las condiciones requeridas para albergar
personas.
Incluso, no pocas veces esta vital actividad se desarrolló
mecánicamente, es decir de acuerdo con la cifra prevista en los
planes para la fase establecida y no en correspondencia con la
apreciación objetiva de la situación, dando lugar a evacuaciones y
movilizaciones innecesarias.
También pudo comprobarse que la realización de diferentes
acciones de respuesta y recuperación depende fundamentalmente de los
medios aportados por las FAR y el MININT. De ahí que resulte
imprescindible que los Consejos de Defensa provinciales y
municipales conozcan y controlen de manera sistemática la ubicación
y el estado de los equipos que puedan emplearse para esos fines.
Una parte importante de las medidas que se planifican en interés
de disminuir vulnerabilidades y de crear condiciones favorables para
el enfrentamiento a los desastres hidrometeorológicos, casi siempre
se pretenden aplicar a última hora cuando prácticamente tenemos el
huracán encima, y no en situaciones normales o en la etapa de
preparativos, que es lo establecido y lógico. Es imposible querer
resolver en dos o tres días los problemas pendientes durante mucho
tiempo.
Como dijo el General de Ejército Raúl Castro Ruz en la reunión
ampliada del Consejo de Defensa Nacional, efectuada a finales de
abril, hemos logrado reducir las pérdidas de vidas humanas, pero los
daños a la economía siguen siendo cuantiosos, debido a las
vulnerabilidades acumuladas en casi todos los sectores y en la
infraestructura del país. Por esa razón, subrayó, debemos acelerar
los estudios para reducir gradual y progresivamente las debilidades
identificadas y hasta tanto se solucionen, algo que nos llevará
años, aplicar medidas más efectivas de protección.
Lo sucedido con los tres huracanes del pasado año demuestra la
importancia de continuar prestando especial atención al empleo
oportuno de los telecentros, emisoras de radio y de los demás medios
de difusión disponibles en los territorios, para que las personas se
mantengan actualizadas acerca de la trayectoria y desarrollo del
organismo tropical, y las medidas que se adopten para salvaguardar
la vida humana y los recursos de la economía.
Urge, además, seguir aplicando las alternativas dirigidas a
incrementar la resistencia de las viviendas que se reparan o
construyen, así como las destinadas a disminuir las debilidades
detectadas en las redes de transmisión eléctrica.
Asimismo, se impone trabajar fuerte en aquellas acciones capaces
de garantizar, luego del azote del huracán, la rápida y eficiente
rehabilitación de los servicios básicos al pueblo, y el paso de los
vehículos por las vías de comunicación.
Con la venidera temporada ciclónica a las puertas ( la lista de
nombres previstos la encabeza Ana), el país afina los engranajes
tecnológicos y humanos para enfrentar en mejores condiciones
cualquier contingencia. La moraleja dejada por Gustav, Ike y Paloma,
es bien clara. Prevenir siempre costará menos.