Cambiar el cambio

ARSENIO RODRÍGUEZ

Lo que en sus inicios constituyó solo preocupación de algunas personalidades de la política y la ciencia, quienes en eventos internacionales reiteraban los peligros que ello constituía para la humanidad, se convierte ahora en un llamado urgente para evitar su avance.

Las altas temperaturas en el verano europeo del 2003, causaron la muerte a unas 70 000 personas.

Reconocido hace solo unos días por la revista médica The Lancet y científicos del University Collage de Londres, el cambio climático ya es la mayor amenaza que existe para la salud mundial en el presente siglo.

Para el profesor Anthony Costello, director del informe que aparece en esa publicación, "esto no es una película de catástrofes con final feliz, es algo real" y aseguró que "el cambio climático es una cuestión sanitaria que afecta a miles de millones de personas y no sólo un problema medioambiental que daña a los osos polares y a los bosques".

Para concebir este documento se unieron expertos en salud, antropólogos, geógrafos, ingenieros, meteorólogos, economistas y hasta filósofos, quienes aspiran que el mismo sirva de modelo para que los gobiernos en todo el planeta actúen de conjunto y de manera multidisciplinaria contra el cambio climático.

Los autores del informe, precisa la agencia EFE, se refieren al calor como "el asesino silencioso", el mismo que causó la muerte a unas 70 000 personas en Europa en el verano del 2003 y que provoca el fallecimiento no registrado de decenas de miles de personas cada año en países del Tercer Mundo.

Un reciente despacho de la agencia Prensa Latina, fechado en Manado, Indonesia, donde se efectuaba la Conferencia Mundial sobre los Océanos, demostró la división existente entre ricos y pobres a la hora de debatir los peligros del cambio climático en todo el orbe.

Las discrepancias y la falta de criterios comunes sobre el tema, fueron tales, que el documento a nivel ministerial sufrió en cuanto a calidad y profundidad, al no existir consenso sobre artículos claves propuestos por los representantes de las naciones pobres.

Las diferencias saltan a la vista de forma muy clara entre los países subdesarrollados y las potencias industriales, sobre todo en materia de un fondo de adaptación en el ámbito marino, la transferencia de tecnología y la urgencia de los asuntos oceánicos en los debates sobre el clima en la ONU.

Diarios indonesios, citando fuentes vinculadas a los debates, precisaron que para lograr acuerdos mínimos se debió suavizar el lenguaje, sobre todo por la presión de los poderosos.

Solo por citar un ejemplo: Estados Unidos reconoció la vinculación entre la evolución climática y los océanos, pero se negó terminantemente a incluir el tópico en ese mecanismo de las Naciones Unidas.

Los reunidos en Indonesia, ricos y pobres, seguramente conocen de lo planteado por el informe publicado en Londres, casi simultáneamente, pero importan más los intereses económicos que la vida y salud de millones de personas.

En conferencia de prensa en la capital británica, Costello alertó que "el impacto de lo que ya está pasando no será algo que percibamos en un futuro lejano, sino durante nuestras vidas y, definitivamente, en las vidas de nuestros hijos y nietos".

El experto en maternidad y neonatología, que reconoció su escepticismo acerca del cambio climático hasta hace un año y medio, dijo que el aumento de la temperatura media de la Tierra es una realidad, y que es cuestión de tiempo notar sus efectos.

La principal novedad del informe tiene que ver con las implicaciones sanitarias del cambio climático, ya que con temperaturas entre dos y seis grados más altas muchos más serán los afectados por el dengue, la malaria y otras enfermedades endémicas tropicales, así como los fallecidos por el efecto directo del calor.

Lamentablemente, mientras en Londres un pequeño grupo de científicos reiteran el llamado de alarma, en Indonesia o en la ONU ignoran el peligro.

"No debemos pensar si Groenlandia se va a derretir, sino cuándo. Debemos pensar cuándo se inundarán Nueva York y Londres si la temperatura de los Polos sube cinco grados centígrados de media, y con ello el nivel de los océanos", concluyó Costello.

 

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