Proyecto Mambí para otra guerra necesaria
Ronald Suárez Rivas
PINAR DEL RÍO.— Como si hubiera decidido rendirle honor a su
nombre, un programa de construcción de viviendas impulsado en la
manigua de Vueltabajo tras el paso de los huracanes, denominado
Proyecto Mambí, libra hoy su propia "guerra necesaria".
El
Proyecto Mambí prevé la construcción de unas 2 000 viviendas como
estas, con la madera de los árboles derribados por los huracanes.
De pequeño experimento, la iniciativa ha devenido valiosa
alternativa para enfrentar la recuperación del fondo habitacional en
zonas rurales, donde el suministro de materiales, equipos y fuerza
calificada resulta más complicado.
Al principio, el propósito era levantar dos asentamientos para
damnificados, pero la acogida resultó tan favorable que ha obligado
a reajustar los presupuestos que le dieron origen.
"Pensamos en unas 32 casas en el municipio de Los Palacios, sin
embargo ya tenemos 203 listas y otras 195 en fase de terminación a
lo largo de la provincia", asegura Ana Gloria Picart, directora de
la Empresa de Transporte de la Construcción (TRAYCO), designada al
frente del programa.
En algunos territorios, el proyecto desempeña un papel
protagónico en la batalla por garantizarles un hogar a las miles de
familias que se quedaron sin techo. En Entronque de Herradura, por
ejemplo, será la vía para volver a levantar 211 de las 518 viviendas
que se derrumbaron completamente.
Casas del árbol caído
Sin prestarle atención al viejo refrán que recomienda no hacer
leña del árbol caído, el Proyecto Mambí partió de la idea de
aprovechar los recursos forestales que los huracanes le arrancaron
al bosque.
"Empezamos con las palmas, cuyas tablas son reconocidas por su
durabilidad, y paradójicamente no se solían utilizar. Luego, ante la
creciente demanda, decidimos incluir toda la madera que está en el
suelo", recuerda Ana Gloria.
Un arquitecto de la comunidad en Los Palacios trazó el diseño que
se reproduce actualmente en 10 municipios, y se pretende extender al
resto de la provincia.
A las nuevas viviendas, con paredes de tablas, piso de cemento
pulido y cubierta de cinc, las distingue el hecho de tener una
meseta sólida en forma de L en la cocina y un baño de mampostería y
placa, donde las familias podrán proteger parte de sus bienes ante
una amenaza ciclónica.
"El proceso comienza en el monte, donde se seleccionan los
troncos y se envían a los aserríos", detalla Ana Gloria. "El resto
se ha ido perfeccionando sobre la marcha".
Así se han logrado desde cuatro tipos diferentes de cuchillas
para preparar la madera, hasta prefabricar las mesetas.
"Ahora estamos trabajando en los diseños para prefabricar las
cubiertas de los baños y preensamblar las paredes en forma de
paneles, a fin de acelerar el tiempo de ejecución."
De damnificado a constructor
Tal vez, si los vientos de Gustav no le hubieran destrozado su
hogar, Joan Gutiérrez nunca se habría adentrado en el oficio de
constructor.
"Yo soy agricultor. Trabajo en la CPA Fabricio Ojeda", dice. Pero
la necesidad lo ha obligado a lidiar con el cemento y la arena, a
dominar las proporciones de la mezcla, y empuñar el martillo y el
serrucho.
"Primero se forma el cuadro de la casa, y a continuación se abren
los huecos para los horcones, se le da el cierre arriba, para que no
se jorobe y se echa la zapata... ", explica con la destreza de un
veterano. "En la primera tuvimos algunas dificultades, después todo
resultó más fácil".
Junto a él, otros siete hombres se empeñan en terminar 15
viviendas en las afueras de Entronque de Herradura, en Consolación
del Sur.
Todos tienen en común la desgracia de haberse quedado sin techo
tras el paso de los ciclones, y el incentivo de que el pequeño
asentamiento acogerá a sus familias y a varios casos sociales de la
zona.
Eliodoro Cruz ya había sido damnificado en el 2002 por un tornado
asociado al huracán Lili. Desde entonces vivía en una facilidad
temporal que no soportó los embates de Gustav.
"Esta será mucho más confortable. La que perdí era toda de
madera, y en lugar de baño, tenía una letrina en el patio."
Mientras dura la construcción, los vinculados al Proyecto Mambí
reciben un salario en proporción con el avance de las obras.
"Después de un golpe tan grande, es bueno sentirse acompañado",
agrega Félix Delgado. "En ninguna parte del mundo le pagan a alguien
por construir su casa".
Solución cercana
Se estima que de los árboles derribados por los huracanes en
Pinar del Río, se obtendrá madera suficiente para levantar más de 2
000 viviendas.
La cifra es considerable, si se tienen en cuenta las limitaciones
por las que atraviesa la reanimación del fondo habitacional en el
territorio.
"Con la capacidad que posee actualmente la industria de
materiales, solamente para fabricar los elementos de pared que
demanda la recuperación, harían falta 11 años", asegura la directora
de TRAYCO.
Por ello, aun cuando no representa un remedio definitivo contra
los huracanes, el programa de construcción, impulsado en zonas
rurales de Vueltabajo, motiva hoy a cientos de familias damnificadas
que perciben en él una solución cercana. |